martes, 13 de enero de 2015

Ofrenda a la Tormenta




Llueve sobre Baztán. Cae muchísima agua para cerrar el círculo de la trilogía de Dolores Redondo con Ofrenda a la tormenta. La Diosa Mari aguarda su sacrificio.


Solamente ha pasado un mes desde el traumático final de Legado en los huesos cuando una mujer denuncia que la muerte súbita de su nieta, oficialmente una muerte de cuna, le parece sospechosa tras el comportamiento extraño del padre de la niña, que ha sido detenido cuando intentaba robar el cadáver pronunciando palabras inconexas. Por el estado en que se encuentra el cuerpo del bebé parece que se trata de un asesinato, lo que lleva a Amaia Salazar y a su equipo de la Policía Foral de Navarra a investigar casos parecidos de muertes de cuna con demasiadas irregularidades que se produjeron en el valle en el pasado, en una investigación que va a cerrar ese círculo que se empezó con El guardián invisible, continuó con Legado en los huesos y finaliza con esta Ofrenda a la tormenta, donde conoceremos por fin  el origen del mal, del dolor y de la situación trágica que puso en marcha las fuerzas mitológicas imperantes en el valle y que llevaron a Amaia Salazar a volver a su lugar de nacimiento para resolver los crímenes que sembraban este idílico lugar.

Es muy difícil de escribir la reseña de Ofrenda a la tormenta ya que es casi imposible no decir algo que desvele cosas importantes de la trama, pero está claro que esta tercera entrega no defrauda como tampoco lo hicieron sus dos predecesoras. Vemos en ella a una inspectora Amaia Salazar con muchísimas más dudas y más angustiada como absoluta protagonista de la novela, aunque más solitaria y pensativa. Los otros personajes quedan más difuminados y no tienen tanto peso aquí, aunque en ningún momento dejan de ser geniales.

Se respira en Ofrenda a la tormenta un miedo sórdido, un frío insoportable lleno de lluvia, niebla, nieve y oscuridad, una mezcla de realidad y fantasía con la mitología ancestral y atávica del bosque en el que las tradiciones del pasado se heredan en el presente en una vorágine de horror y mal. Y todo dentro de ese paisaje paradisiaco del valle del Baztán donde el río es testigo mudo de todo lo que pasa en una sociedad matriarcal educada en un mundo mitológico que aún sigue vivo en el valle, dentro de una investigación policial apasionante, donde se pueden hacer crímenes rituales como sacrificio basados en unas creencias causantes de situaciones tan monstruosas.

Después del Basajaun y del Tarttalo ahora es el momento del Inguma, un perverso demonio de la noche que asfixia a los niños pequeños mientras duermen para beberse su aliento. Todo esto es el verdadero valor del libro, pues esa creencia religiosa no debe ser tomada a risa mientras haya alguien capaz de matar o morir por creer en una cosa que parece magia pero que en estos lugares del valle se vive como una religión que se transmite de madres a hijas.

Pero todo esto no es nuevo. La fe es poderosísima. Puedes no creer en ella, pero hay gente que sí lo hizo en el pasado y muy posiblemente lo sigue haciendo. Como dice Dolores Redondo, en Baztán se tiene la creencia de que lo que todo tiene nombre existe, y si se puede matar en nombre de ello, pues se mata.

Una gran trilogía de la que soy incapaz de decir si una novela es mejor que otra pues a mi me han parecido excelentes las tres. Dolores Redondo nos ha hecho pasar dos años fantásticos. 

La Diosa Mari, la Anbotoko Dama, Bideko Ematze Xuria o Arpeko Saindua, Reina de la Naturaleza y de todos sus componentes, diosa de la justicia, defensora de la honradez y muy severa con la injusticia, que desprecia y castiga el mentir, el robar, no cumplir la palabra dada, no respetar a las personas y la arrogancia, que anuncia su llegada y presencia con una tormenta, tiene que estar orgullosa de esta magnífica ofrenda que le ha hecho Dolores Redondo.



©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega

viernes, 2 de enero de 2015

El síndrome de mamá osa




Si a una osa le intentas arrebatar a su cría recién nacida, se defenderá con todas sus fuerzas que, aunque yo no sé como serán afortunadamente para mi integridad personal a la cual aprecio en gran medida, supongo que serán muchas.


Luz Bartivas en su primer libro, El síndrome de mamá osa, nos cuenta esa aventura apasionante que es tener un hijo y que comienza ya antes de conocerlo y tenerlo entre sus brazos y que transcurre a lo largo de muchos años.

Luz Bartivas nos enseña como en una madre se despierta de forma inmediata el instinto de protección hacia su hijo, el cual va a acompañarla siempre como si fuera una verdadera osa.

Pero además de ese instinto de protección a su osezno u osezna, mamá osa y, por qué no, papa osezno, recorrerán un periplo lleno de innumerables situaciones, vivencias, alegrías, desconciertos, dudas, temores, ilusiones y preocupaciones, que a veces no vamos en un principio saber afrontar y que nos superarán, aunque con el tiempo y la práctica respiraremos al descubrir que son acontecimientos cotidianos muchas veces intrascendentes.

Luz Bartivas hace en El síndrome de mamá osa ese recorrido apasionante desde sus comienzos. Asistimos al nacimiento del hijo y los primeros terrores de una mamá novata, los primeros años, el drama de llevarlo a la guardería y separarse por primera vez de él, el primer colegio, el salto a Primaria, la llegada del hermanito y vuelta a empezar cuando todo empezaba a ir ya sobre ruedas, el paso a Secundaria y el horror al Instituto por los padres, y el aterrizaje en la adolescencia.

¿Es El síndrome de mamá osa un tratado sobre esa aventura que es la maternidad? Pues si, claro que si. Además Luz Bartivas sabe  y conoce en sus propias carnes de lo que habla por su condición de madre y por su experiencia de muchos años en Asociaciones de Padres de la Escuela Pública. Pero no es un tratado ni tomista ni escolástico infumable y aburrido porque Luz Bartivas lo llena de momentos divertidos que salpican la lectura de tema tan serio e importante. Momentos que nos hacen pensar y sonreír, cuando no desternillarnos a carcajadas como me ha ocurrido a mi, con esas situaciones que la autora describe de fiebres, cacas, mocos, cólicos, abuelas, cuñadas, vecinas, amigas, la teta al aire, percentiles, eructos,celos de papá oso, parejas sin hijos, guarderías, uniformes escolares, elección de colegio, tacos, graduaciones, deberes, profesores, actividades extra escolares, regalos a la profe, institutos, fracasos escolares y adolescentes cargados de hormonas a punto de explotar.

Luz Bartivas engancha con su escritura y nos hace disfrutar. Tiene una forma de escribir clara, sencilla y coloquial. Luz Bartivas escribe muy bien, y no lo digo porque sea amiga mía sino porque yo siempre digo lo que me da la gana y ahora quiero decir esto porque así me lo parece y ha demostrado con este libro.

Es Volveremos a Macondo un blog dedicado a la narrativa y aunque El síndrome de mamá osa no sea una novela, está plagado de giros que te hacen leer sus páginas como si lo fuera. Un libro espontáneo y muy divertido que nos cuenta cosas muy serias como lo de que al colegio y al instituto se lleva a los hijos a que reciban una enseñanza, pero que está en manos de los padres la educación de ellos para que lleguen a hacerse independientes y sean trabajadores, inteligentes, solidarios, empáticos, justos y amables; en definitiva, unas personas buenas que merezca la pena conocer y de las que nos sintamos orgullosos y deje en ellos esa estela como ser humano solidario.

Luz Bartivas se estrena con un libro bonito como es El síndrome de mamá osa. No vamos a echar la culpa a nadie, nada más que a ella. Como buena mamá osa seguro que pronto nos engendra y pare otro gran libro.

©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega

viernes, 26 de diciembre de 2014

Sin luz al final del túnel




No cabe ninguna duda de que Bruno Nievas es un tipo con una imaginación desbordante y desbordada. Además, como seguidor acérrimo de las redes sociales (ha sido nombrado en Twitter quinto almeriense más influyente en el reino del pajarito azul), tiene muchos seguidores y a alguno lo conoce personalmente.


Y hete aquí que hablando con uno de ellos por teléfono, director de cine para más inri, charlan sobre la idea de éste de rodar una historia basada en una máquina que captara los sueños de las personas y los almacenara para poder verlos después, y le pide a Bruno Nievas si podría él escribir un relato breve al respecto.

Y ahí es donde explota esa imaginación y creatividad de Bruno Nievas para regalarnos una novela corta de apenas cien páginas pero totalmente impactante como es Sin luz al final del túnel.

Richard Anderson es un escritor norteamericano que se ha hecho muy famoso con una serie de novelas que se venden en todos los puntos del planeta y que han sido la base para la realización de una famosísima saga de películas protagonizadas por su personaje, el agente secreto de la CÍA, tan inteligente como cruel, Michael Bailey.

Richard Anderson ahora es muy famoso y gana mucho dinero, pero sus comienzos fueron muy difíciles y todas las editoriales le rechazaron sus primeras novelas, aparte de que en su adolescencia, debido a un accidente, pasó una larga temporada en coma y al despertar de él tuvo que someterse a penosos tratamientos psiquiátricos. La verdad es que es un mediocre escritor que no tiene ninguna imaginación y que basa sus increíbles historias en lo que sueña al dormir. Esos sueños los puede almacenar gracias a una revolucionaria máquina que los graba cuando se están produciendo. Richard Anderson ha decidido que en su última novela que está a punto de terminar de escribir, va a matar a su protagonista, Michael Bailey, en la última escena. Y ahí comienza su pesadilla de la que va tener muy peliagudo poder salir con vida.

Comienza la vorágine y la tensión donde nada es lo que aparenta parecer, consiguiendo Bruno Nievas jugar con el lector que no va a lograr saber nunca si lo que está leyendo en ese momento está sucediendo en realidad o es una situación onírica. ¿Sueña Richard Anderson? ¿Vive en realidad Michael Bailey? ¿Quién es el causante de tanto crimen? ¿Vivimos en un círculo vicioso que nos desconcierta?

En Sin luz al final del túnel, pese a su brevedad, ocurren muchas cosas, llegando Bruno Nievas a escribir un relato perfecto lleno de acción, humor, tensión y suspense donde todo puede ser aunque seguramente no sea pero puede que si, y, además, escrito con una gran calidad a través de una prosa cuidada y clara que te atrapa por completo desde la primera página.

Para ello, Bruno Nievas homenajea a un tipo de películas de acción con guiños geniales a series, libros y videojuegos que van apareciendo y es una delicia ir descubriendo según vas avanzando en la lectura de Sin luz al final del túnel (genial ese psiquiatra con nombre de gran escritor como es Katzenbach y de su estupenda novela con el título de la profesión que este personaje ejerce).

Bruno Nievas es una persona polifacética. A su profesión de médico pediatra, se le une su afición por los videojuegos, los ordenadores, la tecnología y los medios de comunicación. En sus novelas todo ello se nota, además de saber escribir muy bien.

Bruno Nievas es también por lo que creo una persona agradecida con su Editorial B donde publica sus libros, con sus colegas y amigos Juan Gómez-Jurado y Manel Loureiro, y con sus lectores a quien nos hace verdaderos causantes del éxito de un libro que solo vive a través de nosotros. Por ello Bruno Nievas escribe y nos ha regalado sus historias fantásticas como Realidad aumentada, Holocausto Manhattan y esta Sin luz al final del túnel.

Yo como también me considero una persona agradecida, bendigo la hora en que Bruno Nievas se decidió a comprar ese programa informático y se lanzó a escribir historia magníficas, mientras espero con ansiedad que llegue el 21 de enero de 2015 que aparecerá su nueva novela, Lo que el hielo atrapa, para poder tenerla entre mis manos y volver a poder alcanzar horas de gran diversión.

¿Acaso importa si estamos viviendo un sueño, una experiencia irreal? Lo que importa es leer a Bruno Nievas. Cuando lo hayas hecho, te lo agradecerás siempre.


©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega

martes, 9 de diciembre de 2014

En un rincón del alma


Me gustan los libros donde se lean los sentimientos y leer a Antonia J. Corrales es llenarse de sentimientos. ¡Es tan hermoso sentir! ¿Es tan hermoso leer a Antonia J. Corrales!


Hace unos días leí una nota de Antonia J. Corrales y me emocionó tanto que decidí adelantar la lectura de En un rincón del alma. Jimena es una mujer que no tuvo una infancia especialmente feliz por lo que decide abandonar su casa paterna en el pueblo hacia la gran ciudad en busca de esa felicidad tan anhelada. Se casa con Carlos, un hombre que solo busca el ascenso social. Jimena es "una mujer solitaria y muda como las que se esparcen como flores marchitas por los confines del mundo". Jimena es una mujer de agua.

Cansada de una vida decepcionante en una urbanización de chalets adosados, aburrida y clasista, y abandonada por su marido que solamente va a casa para dormir algún día, decide por una promesa huir de allí, dejando a su familia y viajar hacia Egipto.

Me gustan los libros epistolares y en En un rincón del alma se cuenta la vida de Jimena a través de una carta que ésta escribe a su madre durante ese viaje para que por fin conozca lo que de verdad es, porque Jimena ha llegado al límite y ya no necesita nada en su vida, se ha cansado de aguantar, de luchar, de buscar un instante único entre ella y su marido que la emocione, que la emocionase.

Me gustan los libros que te hagan viajar a esos libros y canciones que te han emocionado cuando llegaron a ti y te cambiaron la vida, y en En un rincón del alma aparecen Cien años de soledad de García Márquez, El rodaballo de Günter Grass, Alfonsina y el Mar, y la canción de Alberto Cortez que da título a la novela.

Me gustan los libros con símbolos y en En un rincón del alma aparecen muchos símbolos aparte de su ya famoso paraguas rojo.

Me gustan los libros con personajes vivos y En un rincón del alma está llenos de ellos, aunque para mí mi preferido sea Juanillo, el hermano de Jimena, al que su padre en su lecho de muerte le dice la frase más bonita, más sentida y más sincera que he leído en mucho tiempo decir un padre a un hijo.

Me gustan los libros que como una matrioska rusa encierran dentro de sus páginas pequeñas historias como la de Jimena niña con los Reyes Magos y su preciosa muñeca Cara de patata.

Me gustan los libros que te lleven a lugares y te pongas a buscar como un loco fotografías de ellos para ayudarte a trasladarte con la imaginación a ellos.

Me gustan los libros con finales inesperados y me gustan los libros bien escritos. Y Antonia J. Corrales convierte con su pluma las palabras en magia con una prosa cuidada, sencilla y clara que te llega a flor de piel.
Me ha gustado, y mucho, En un rincón del alma como me gustó As de corazones. Y me gusta mucho Antonia J. Corrales, que como dice Don Alonso Quijano a su fiel Sancho no le importa que se rían porque a ella le queda la gloria de haberlo intentado, salvo que no solo lo ha intentado, sino que lo ha conseguido plenamente.

Ha conseguido emocionarme con sus escritos y, como ya he dicho antes, este En un rincón del alma ha venido a mi por una nota que escribió ella y leí hace unos días que me llegó tan dentro que me voy a atreverme, querida Antonia J. Corrales, a decirte que tu ya escribiste la clave a lo que ponías allí en este libro: "Nada muere, todo se transforma. Ella estará siempre a tu lado. ¡Siéntela! Solo tienes que sentirla...", mientras nosotros, tus lectores, le estaremos eternamente agradecidos por habernos regalado a esta pedazo de escritora.




©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega

miércoles, 12 de noviembre de 2014

A la ocho en el Novelty


A las ocho en el Novelty es la primera novela que leo de Carlos Díaz Domínguez, autor ya de varias novelas y relatos. Tengo que decir que me ha sorprendido muy gratamente, ya que pertenece a un género que me gusta especialmente como es el de la novela histórica, aunque A las ocho en el Novelty es algo más que simple novela histórica. Es un thriller lleno de acción que te engancha desde su inicio, con elementos ficticios, tanto de la actualidad como históricos, y verdaderos sobre la familia de Carlos IV y de Manuel Godoy, su valido.


Carlos Díaz Domínguez nace en Madrid en el año 1959. Es licenciado en Ciencias Económicas. Sus primeros pasos en la literatura los da escribiendo sus vivencias en los múltiples viajes que ha realizado, una de sus grandes pasiones junto al cine y al teatro.

En el año 2006 publica su primera novela, Los impares de Sagasta. También en ese año recibe un premio en el Certamen Internacional Camilo José Cela por su cuento Semíramis.

En el año 2007 vuelve a salir al mercado con una novela, Los ascensores dormidos de La HabanaEn los años 2009 y 2010 publica dos novelas cortas: Franco morirá en Rodalquilar y La pasmosa herencia de José Belmonte, dentro de la colección “Narradores almerienses”, siendo la primera vez que se permite la entrada en dicha colección de un escritor no nacido en la provincia. En 2011 publicó con Ediciones B, y dentro de la serie de Grandes Novelas, Tres colores en CarinhallEn el año 2012 resulta seleccionado como uno de los finalistas en el 10º Certamen de relatos breves María Moliner con su escrito titulado "En una noche de tormenta". En octubre de 2012 vuelve a salir al mercado con la novela Lágrimas sobre Gibraltar, editada por Ediciones B. Regresa en el año 2014 con tres nuevos trabajos, los relatos Un informe en Sevilla y En noches de luna llena, dentro de libros colectivos, y con su quinta novela, A las ocho en el Novelty, también con Ediciones B.

La riqueza descriptiva, la fuerza de su narrativa y la precisión en la documentación son las características más relevantes de su prosa, así como la facilidad para atraer al lector al argumento que, sin darnos cuenta, ha forjado a nuestro alrededor.

Laura Cortés, anticuaria salmantina afincada desde hace años en San Juan de Luz, recibe un día el encargo de buscar un supuesto tesoro que Manuel Godoy, El Príncipe de la Paz, escondió antes del Motín de Aranjuez. Su cliente es Anatoly Boychenko, un magnate ruso, antiguo agente de la KGB soviética, afincado en la Costa del Sol.

La investigación pondrá en peligro la vida de Leonor y la de todos los que la rodean. Ella empezará a buscar el tesoro como única garantía de poder salvar su vida, buscando el apoyo en un novio que tuvo en su juventud.

Pero hay más estamentos implicados en la búsqueda ya que el Gobierno español teme que este asunto afecte gravemente a la Jefatura del Estado, y el Gobierno ruso le apoyará porque quiere que Anatoly Boychenko sea extraditado para que purgue los crímenes cometidos en su pasado de la KGB.

La novela nos lleva por diferentes escenarios sin descanso: el sur de Francia, San Sebastián, Salamanca, Madrid, Moscú, Extremadura, Andalucía, Nueva Orleans... en un cambio constante de ubicación que da al relato gran dinamismo y ritmo.

Carlos Díaz Domínguez una historia muy bien escrita y muy bien documentada llena de lugares perfectamente descritos, consiguiendo que A las ocho en el Novelty sea una novela muy divertida en la que te sumerges desde la primera página.

La pequeña parte histórica me ha parecido muy interesante y la de ficción es, sin ninguna duda, apasionante, y está perfectamente hilvanada con giros espectaculares y absolutamente creíbles que nos dirigen a un desenlace perfecto sin que nos quede ninguna duda.

Los personajes están todos ellos muy bien dibujados y son detallados y descritos con gran precisión.

Carlos Díaz Domínguez nos regala una historia que te hace pasar horas de lectura muy entretenida y honesta. Es un gran fabulador que te hace creer a pies juntillas todo lo que pasa gracias  a un gran poder de imaginación que mezcla sabiamente la historia, la pseudohistoria y el thriller de forma magistral y con una labor de documentación exquisita y detallada.

Tengo que reconocer que con A las ocho en el Novelty me he divertido mucho con su suspense e intriga. Una novela altamente recomendable de la que me alegro que se haya cruzado en mi camino.


©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega

lunes, 3 de noviembre de 2014

Secretos del Arenal


Félix G. Modroño nos descubre una nueva faceta suya. A la de ser un gran escritor, se le une que, además, es un escritor generoso con sus lectores al regalarnos en Secretos del Arenal no solo una novela sino dos en un mismo libro, uno dentro de otro como si fueran unas matrioskas rusas.

Recuerdo perfectamente la primera vez que me acerqué a Félix G. Modroño. Fue el pasado mes de julio cuando mi hija me comunicó que estaba leyendo un precioso libro titulado La ciudad de los ojos grises y que estaba completamente segura que era una historia que iba a ser de mi agrado por tantas cosas que en esa preciosa novela aparecían. Al publicar la reseña de La ciudad de los ojos grises en Volveremos a Macondo, recibí un mensaje de agradecimiento de Félix en el cual me decía que en su próximo viaje a Valladolid tendríamos que tomar unas cervezas. Pero todo se adelantó y no fue en Valladolid donde lo conocí personalmente sino en Villalpando (Zamora), pueblo de sus padres al que puntualmente acude todos los veranos, mediado agosto, para disfrutrar de sus fiestas patronales, y al que me invitó amablemente para tomar esas cervezas que teníamos pendientes y a disfrutar de su charla apasionada y apasionante sobre sus novelas. Tanto es así que a mi vuelta busqué las dos primeras, La sangre de los crucificados y Muerte dulce, para conocer a su genial protagonista, el Doctor D. Fernando de Zúñiga, que se nos presentó a todos en una larga carta manuscrita que, sobre ellas, publiqué en Volveremos a Macondo en septiembre. Fue también en Villalpando donde me habló de Secretos del Arenal, y tuve el enorme privilegio de ser de los primeros en contemplar la preciosa portada de la novela que le acababa de enviar por el móvil su Editorial Algaida, despidiéndonos hasta noviembre, donde vendría a Valladolid a presentarla una vez puesta a la venta.

Dos meses y medio de expectante espera hasta que por fin, el 30 de octubre, sale por fin Secretos del Arenal y ese mismo día corro a la librería para hacerme con un ejemplar que devoro en tan solo dos días.

Silvia Santander es una joven periodista hija de una familia de bodegueros riojanos y que vive en Bilbao. En octubre de 1995 conoce a Mateo Uriarte, un catador de vinos que gana un concurso que ella cubre para hacer un reportaje para la revista donde trabaja, y entablarán una relación intermitente a lo largo de los años. Silvia es una mujer atormentada por el asesinato de su hermana mayor en 1989. Tiene una personalidad compleja, díscola y rebelde, y no puede con la injusticia, los fanatismos, ni con la intolerancia. Es una persona introspectiva que busca respuestas desde la desaparición de su hermana, pero la policía parece que no va a ser capaz nunca de poder resolver el crimen y atrapar al asesino.

Después de más de diecisiete años de haber conocido a Mateo, con quien se ve periódicamente, decide empezar a escribirle mensajes por correo electrónico pero ocultando su verdadera identidad e invitándole a leer un libro titulado Secretos del Arenal, una historia de intrigas, venganza y supervivencia, situada en la Sevilla de posguerra, una ciudad acosada por el hambre, la miseria y la represión política, donde vive Olalla Carmona, una joven adolescente que ha sufrido muy de cerca los horrores de la guerra civil, para que Mateo intente descubrir las claves que encierran su verdadera personalidad.

Secretos del Arenal consta pues de dos libros encerrados en sus páginas que pueden leerse, si se quiere;  casi por separado como esa maravillosa Rayuela de Julio Cortázar, con cuatro capítulos cada uno, subdivididos en diecinueve subcapítulos la historia de Silvia, y veinticuatro subcapítulos la historia de Olalla. Un último capítulo, con cinco subcapítulos, nos desvelará en su final todo el misterio que encierran las dos historias y los puntos de unión que existen entre las ciudades de Bilbao, donde nació Félix G. Modroño, y de Sevilla, donde vive actualmente el autor.

Secretos del Arenal emplea diferentes técnicas literarias, contándonos en primera persona la vida de Silvia, mientras un narrador omnisciente nos relata la de Olalla, siempre con la cuidada y magistral prosa de Félix G. Modroño, llena de fascinantes datos y enclaves geográficos perfectamente descritos, testigos de la labor de documentación propia del autor y que demuestran que conoce perfectamente sus dos ciudades y su historia. Ante nuestros ojos aparecen las ciudades, pueblos, barrios, bares, comercios, plazas y calles como si estuviéramos allí mismo, o deseando estar, mientras sobrevuela por nuestra cabeza una banda sonora cuyas notas llenan nuestros oídos de canciones de Los Secretos, Los Panchos, Concha Piquer y saetas, además de esas increíbles poesías de los poetas de la generación del 27, aquí representadas por las de Luis Cernuda o las de Pedro Salinas, y Cary Grant nos sonríe desde la pantalla de un cine.


En Secretos del Arenal paseamos por ese Bilbao actual, sucesor de el de La ciudad de los ojos grises, al que la construcción de un museo emblemático al lado de la ría la hizo cambiar radicalmente, convirtiéndola en una ciudad moderna y de las más bonitas que tengo la suerte de conocer. Y también paseamos por las calles y rincones de las plazas de Sevilla, por las umbrías llenas de flores del oasis del parque María Luisa, por su Semana Santa y su "Madrugá", llena de vírgenes, cristos, nazarenos y capirotes, oliendo el incienso y la cera ardiendo que impregna todo. Y vemos los horrores de una guerra fratricida y de una posguerra miserable, y los que unos cuantos voluntarios españoles tuvieron que sufrir por sus ideales en el frente ruso de la batalla del cerco alemán a Stalingrado a 37º bajo cero donde la sangre de sus heridas se congelaba para permitirles no morir desangrados.

Y todo ello lo vivimos a través de unos personajes excepcionalmente retratados y dibujados por Félix G. Modroño, como es característico en él, con una perfección tal que ya no podrán caer en el olvido para sus lectores. Magníficos Silvia, Olalla, Mateo, Asier, Martín Villalpando, Eduardo Elorriaga, Pepe El Tumba y Fernanda La Madrid.

Secretos del Arenal, cuarta novela de Félix G. Modroño, vuelve nuevamente a fascinarme  como ya lo hicieron las otras tres novelas anteriores a las que, como buen padre, el autor no olvida, haciendo  varios guiños en ella a La ciudad de los ojos grises, aparte del genial que hace a él mismo en ese sabroso pasaje del bar Atxarre de Laida, donde Kepa, su dueño y alma máter, es el rey en un país de ciegos.

¡Qué pena me da haber terminado de leer Secretos del Arenal! ¡Qué alegría tengo de haber podido leer por fin esta bellísima novela! ¡Qué gran justicia  el que haya sido considerada  como ganadora del XLVI Premio de Novela Ateneo de Sevilla! Menos mal que el próximo sábado, en Valladolid, de nuevo me vaya a encontrar con Félix G. Modroño y que vuelva a hipnotizarme, entre vino y vino, con su envolvente charla, quien sabe si sobre un nuevo proyecto al que, de ser así, empezaré a desear con ansia que aparezca en los estantes de las librerías. Gracias Félix por tu amistad y por hacerme soñar. Muchas gracias, amigo.

©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega

miércoles, 29 de octubre de 2014

Los crímenes del abecedario


Diana Dávila, la jovencísima policía en prácticas de La noche de los peones ha jurado el cargo y ya es policía nacional, destinada en Madrid a patrullar las calles. Su madre, Xía, quisiera tenerla cerca, destinada en Barcelona, pero con la policía autonómica, las plazas para la Policía Nacional en la capital catalana se han acabado. Tampoco salió ninguna plaza en Huesca o Zaragoza, por lo que tiene que aceptar el destino en Madrid. Pero allí no se encuentra a gusto. No le agrada estar todo el día conduciendo por la ciudad en jornadas agotadoras ya que ella es muy ambiciosa y ese puesto es poco enriquecedor para sus anhelos. Ella sueña con entrar en la Brigada de la Policía Judicial.


Al poco tiempo, se le presenta la oportunidad de acudir a una entrevista de selección para optar a un puesto en la Brigada de Delitos Tecnológicos en el Cuartel General de Canillas, y elige presentarse a la misma utilizando las "armas" que ya conocemos por la anterior novela, mientras recuerda a Andrés Hernández, el veterano policía que consiguió que se fiara de los hombres "añosos" por ser buena persona. Andrés le explicó todo sobre la Policía Nacional en el periodo de prácticas que pasó junto a él en la comisaría de Huesca y se dio cuenta que no todos los hombres son iguales. Lo echa de menos pero no ha vuelto a ponerse en contacto con él desde que se despidieron meses atrás.

De esta forma da comienzo la nueva novela de Esteban Navarro, Los crímenes del abecedario, en donde un asesino lleva matando a parejas de chicas, cuyos nombre comienzan con la misma letra, con idéntica manera de actuar y, al parecer, siguiendo un patrón basado de la obra Justine del Marqués de Sade. La Policía se encuentra totalmente desorientada hasta que entran en juego la inspectora Arancha Aranzana, el inspector jefe Vázquez y la propia Diana Dávila, pues el asesino utiliza las redes sociales para ponerse en contacto con sus futuras víctimas y ellos están en la Brigada de Delitos Tecnológicos.

Esteban Navarro, con Los crímenes del abecedario, ha escrito una novela completamente diferente a La noche de los peones. Si, como ya escribí en la reseña de la primera, la acción de ésta transcurre con un ritmo a cámara lenta donde los minutos pasan lentamente durante una noche de guardia, en un espacio cerrado y claustrofóbico, con dos únicos personajes principales que tienen pensamientos introspectivos, y sin crímenes ni asesinos, en Los crímenes del abecedario todo cambia radicalmente. Acción desenfrenada, muchos personajes y ciudades diferentes, viajes a contrarreloj, ritmo endiablado, un asesino implacable y horrendo y diálogos por doquier.

¿Cuál es mejor de la dos novelas? Imposible decidirlo porque ambas son estupendas y no se entendería la segunda en su totalidad sin haber disfrutado de la primera con anterioridad.

Esteban Navarro vuelve a demostrarnos que, como policía, sabe perfectamente de lo que habla y de que se cuece dentro del cuerpo policial, y nos explica con minuciosidad todos los entresijos de una investigación criminal, no eludiendo guiños jugosos a la posible rivalidad que pueda existir entre la Policía Nacional, la Guardia Civil y los Mossos d'Esquadra, en una lectura que no da un momento de respiro.

Capítulo aparte, hay que mencionar otro gran acierto como son los personajes. Diana Dávila aparece ante nuestros ojos tal cual es y no como el simple boceto de La noche de los peones, donde el mayor peso se lo llevaba Andrés Hernández, que en Los crímenes del abecedario aparece poco pero que resulta primordial en su argumento al no ser perdonado por sus jefes por ciertas declaraciones suyas efectuadas ante un juez en la novela precedente. Y la muy grata sorpresa que me han deparado los nuevos, Arancha Aranzana y, en especial, el inspector jefe Vázquez que, pese a un comienzo algo titubeante,  va ganando peso y credibilidad con el paso de las páginas, convirtiéndose en un personaje magistral.

Los crímenes del abecedario es una buena novela, con un muy buen final muy bien resuelto y conseguido, aunque yo, por poner algún pero, echo en falta que Andrés y Diana no se encuentren, pero no espero equivocarme cuando tengo la suposición de que Esteban Navarro nos deleitará dentro de unos meses con una nueva aventura, donde quizá estos policías vuelvan a estar de nuevo juntos para ver si de una vez por todas, pese a que la policía haya cambiado tanto sus usos en los últimos treinta y cinco años, se consiga eliminar ese aparente tufillo a podrido que aún parece darse en su cúpula. Con policías como Andrés y Vázquez, y con las nuevas generaciones representadas por Diana y Arancha la esperanza desde luego cabe.


©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega