miércoles, 7 de octubre de 2015

Puerto escondido


¿Qué hace a un escritor o a una escritora empezar a escribir una historia? ¿Qué pasa en esos momentos por su mente? Quizás se encuentra paseando por las calles de un pueblo medieval de calles y casas de piedras milenarias que te hacen viajar a tiempos remotos en pleno siglo XXI, lleno de rincones repletos de vida arcaica cuando su mirada se queda absorta en un escudo adosado a una pared que le resulta anacrónico y que no debería encontrarse allí, y, de repente, en su cabeza se dibuja el primer esbozo de una posible novela que se irá alimentando y creciendo con leyendas, lugares, conversaciones al calor de la lumbre o paisajes espléndidos. Quizás ocurra así. Quizás ocurra de otra manera. Pero lo que está claro, supongo, es que la imaginación y la curiosidad privilegiada de ese escritor o de esa escritora, atentos a todo lo que les rodea, es el detonante para que unos folios en blanco se empiecen a poblar de letras, de palabras, de frases, de párrafos y de diálogos que meses o años más tarde conducirán a unos lectores a convivir, a soñar y a viajar con lo que esa mente despierta ha imaginado.

Todo esto es lo que he pensado mientras disfrutaba, no podéis saber de que manera, de la lectura de Puerto escondido de María Oruña. Mis pies han hoyado esos paisajes de Cantabria de una belleza tal que se filtra en nuestros ojos teñidos del verde de sus prados inagotables, del gris de sus peñas, del azul intenso de su mar Cantábrico que refleja el de su cielo profundo y con destellos y chispazos de nieblas altas que perduran con obstinación insistente en el aire.

Imaginación desbordada de María Oruña reuniendo en un texto apasionante un dios azteca de la lluvia y la fortuna, el cadáver de un bebé emparedado en una casona veraniega, un anciano asesinado de un tiro en el estómago y tirado al agua de la ría de Suances, otro envenenado, un intento de homicidio de un demente que solo habla de un zorro, de un saco lanzado al mar con restos humanos, de maquis que se tiraron al monte hace más de setenta años para seguir luchando contra el fascismo de Franco que acabó con la República en una guerra cruenta y fratricida, de una teniente de la Guardia Civil de ojos bicolores, de monjas de clausura, de un hombre en peligro de muerte, de miserias y pobreza en un tiempo oscuro, de ambiciones desmedidas, de señoritos hacendados y crápulas y de criadas a su servicio que quieren seducirlos en busca de una vida mejor que les aleje de las penurias y necesidades de las vidas que les ha tocado vivir y de amores en peleas incomprensibles entre instintos básicos y poderosos.

Puerto escondido, ese que todos tenemos o queremos algún día encontrar para poder refugiarnos de nuestros temores, es una historia de ambición, de pánico y de pura maldad que nos viene a decir que el futuro es un lugar inmenso aunque siempre nos persiga nuestro pasado y que no es indecente el pecado, sino el escándalo. Puerto  escondido también es una historia de amor y de pasión. De amores cobardes a veces donde los personajes no se atreven a continuar sin mirar atrás porque si lo hacen saben que no podrán abandonarlo y necesitan dar reposo a sus sentidos.

La novela se estructura en dos momentos narrativos paralelos e intercalados a lo largo de la historia, uno actual y otro que tuvo lugar en la guerra y la posguerra de la guerra civil, este último contado por un narrador misterioso que nos relata en primera persona un diario que nos habla de Jana y de su familia. Jana es una chiquilla pequeña, casi diminuta, delgada, de cabello castaño ondulado, largo y brillante, ni siquiera es arrebatadoramente hermosa pero tiene una sonrisa y una mirada hipnóticas y seductoras, que dispone de una elegancia natural con esa belleza secreta que los demás admiran en silencio mientras intentan escudriñar su pensamiento tras sus enormes ojos verdes y gatunos, con un toque de animalillo salvaje con bravura en esa mirada. Una muchacha que sin ser extraordinariamente bella enciende el deseo porque es bonita, muy bonita.

Puerto escondido se inicia con el descubrimiento del cadáver de un bebé en un caserón al lado del mar que lleva colgado una pequeña figura azteca, un Tlaloc. Oliver, un británico que ha heredado la casa y está reformándola llama a la policía tras el macabro descubrimiento, momento en el que aparece en escena otro de los protagonistas, la teniente de la policía judicial de la Guardia Civil Valentina Redondo, quien con su equipo,y con el mismo Oliver, tendrán que averiguar el nexo que hay entre esta aparición, otros dos asesinatos más en la zona y la historia de Jana y de su hermana Clara en los años cuarenta. 

La teniente Redondo es serena, emana cordura y calma, tiene una conversación interesante a pesar de su evidente obsesión por el orden de todo aquello que la rodea, indaga sin descanso rascando la superficie, es recta, profesional, aséptica y trabaja sin descanso. Es independiente, activa y nada dada a los sentimentalismos. Pero es templada y cordial. Tiene los ojos de diferente color que le hacen misteriosa y que hechizan más por su forma de mirar que por su mirada en si.

Del argumento no voy a decir nada más porque atrapa al lector que irá de sorpresa en sorpresa descubriendo las claves que María Oruña va dosificando magistralmente con la ayuda de las citas que encabezan cada capítulo y que son un verdadero acierto, pero nos cuenta que todas las personas tenemos un lado oscuro controlado por el medio social donde vivimos y por la educación recibida que puede explotar llegando a una situación límite.

Puerto escondido es un libro atípico que mezcla varios géneros. Es un libro misterioso y, como decía Albert Enstein, el misterio es la cosa más bonita que se puede experimentar ya que es la fuente de todo arte y ciencia verdaderos. María Oruña ha escrito una gran novela. Una preciosa novela perfectamente escrita. Como dice ella ha y que dar las gracias a los que creen en la literatura, la difunden, la sueñan, le imprimen pasión y tiempo, ese oro líquido que se desliza sin remedio. Yo, María Oruña, te doy las gracias por todo esto, porque crees en la literatura, porque escribes muy bien, porque la sueñas, porque le pones pasión y dedicas tu tiempo a plasmar esta bellísima historia, porque sueñas e imaginas ficciones y porque haces soñar con ellas a quien tiene la suerte de que tu Puerto escondido haya caído en sus manos como la he tenido yo. Te confieso, que al terminar tu novela he podido visitar durante horas, puede que sin quererlo, mi propio y secreto puerto escondido. Pero la vida sigue y hay que seguir leyendo. Espero que muy pronto venga esa segunda parte que sé que ya está en camino.



©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega