Pensé que la nueva novela de Bruno Nievas, Lo que el hielo atrapa, me iba a gustar y me he equivocado. Lo que el hielo atrapa me ha maravillado, encantado y atrapado en una historia apasionante que me ha llenado el cuerpo de sentimientos gracias a la maestría de este joven autor que, si ya en sus anteriores novelas y relatos había alcanzado cotas de gran literatura, consigue en su última obra su libro más ambicioso y logrado.
Ernest Shackleton en la expedición Nimrod (1907-1909), después de veintinueve días de marcha, consiguió llegar al punto más al sur jamás hasta entonces alcanzado por el hombre, a la latitud 88º23'S a menos de 180 kilómetros del polo y por debajo de la barrera de las simbólicas 100 millas. Pero el 9 de enero de 1909 dio por terminada la marcha a tan solo 97 millas del Polo Sur, colocando la Unión Jack y bautizando la meseta antártica con el nombre de Eduardo VII del Reino Unido. ¿Pero por qué decidió regresar estando tan cerca de la meta? Shackleton decidió regresar, a tan solo unos días de conseguir alcanzar su objetivo, para que todos los hombres a su cargo pudiesen volver con vida.
A su regreso a Inglaterra como un héroe comunica su decisión de volver a intentarlo en una próxima expedición. Pero se le adelanta Robert Scott, su rival, con la expedición Terranova (1910-1912), donde logró alcanzar el Polo Sur el 17 de enero de 1912, pero solo para encontrarse que los noruegos de Roald Amundsen lo habían hecho cinco semanas antes: Scott y sus hombres fallecieron congelados en el viaje de regreso.
Scott y Shackleton ya habían coincidido en la expedición Discovery (1901-1904) que les llevó a alcanzar la latitud 82º17'S, a unos 850 kilómetros del polo y pararon ahí porque Shackleton enfermó, cosa que nunca fue perdonada por Scott que siempre le consideró el motivo de su fracaso.
En agosto de 1914, Shackleton, tras haber fracasado pues en los dos intentos de alcanzar el Polo Sur en los que se embarcó, intenta reunir los fondos para llevar a cabo la única gesta que quedaba por realizar: atravesar la Antártida. No obstante los rumores del inicio de la Gran Guerra son cada vez mayores y parece que la expedición está condenada antes de partir, aunque Winston Churchill la termina autorizando.
Esta última expedición romántica, bautizada con el nombre de expedición Endurance, es la que Bruno Nievas nos va a contar en Lo que el hielo atrapa. Shackleton quería atravesar a pie de norte a sur la Antártida, ese continente muy poco conocido, inhóspito, con el peor clima del planeta, corrientes marítimas y el peor enemigo, la placa de hielo. Y lo hacía sabiendo por experiencia propia que por debajo de los 40º de latitud sur no hay ley, y que por debajo de los 50º, ni siquiera existe Dios. La Antártida, esa tierra donde las temperaturas en invierno pueden bajar de los 70º bajo cero y en verano la media es de menos 30º; donde si se vierte agua desde un cazo, cuando llegue al suelo estará congelada; donde el viento puede superar los 300 kilómetros por hora y cada dos kilómetros por hora de velocidad del aire equivale al descenso de un grado de temperatura, con lo que vientos de 40 kilómetros por hora, los habituales, congelan la piel en minutos. James Cook, el famoso navegante británico del siglo XVIII, ya dijo que la Antártida no era tierra para el hombre. Es una tierra helada e inhóspita, toda llena de hielo, nieve, icebergs, tormentas, pero también llena de una belleza inusitada y desconocida. Ballenas, focas, orcas, pingüinos y cientos de especies de aves llenando de vida un entorno que es más de lo que aparenta. La Antártida parece un lugar yermo y monocromo pero en realidad posee muchos matices y está llena de vida.
En el buque Endurance se embarcarán para la aventura veintiocho hombres y una mujer, Zara Foley, que huye de la Justicia y de la policía de Londres que la busca por haber matado a un hombre en defensa propia y que huye de la miseria, del hambre y del cadalso.
Vamos a conocer y emocionarnos con la magistral pluma de Bruno Nievas a estos hombres históricos que quedaron atrapados por el hielo, que estuvieron cuatrocientos días sin pisar tierra firme ciento sesenta a la deriva en una placa de hielo, siete navegando en botes abiertos, verdaderas cáscaras de nuez, por el terrible Atlántico Sur, y los dos últimos sin agua. Vamos a asistir a diecisiete días de navegación angustiosa a bordo del pequeño ballenero James Caird para recorrer las 800 millas que separan la isla Elefante de la isla Georgia del Sur, y vamos a asistir con el corazón encogido a la travesía que, después de recorrer 1.500 millas llenas de peligros por las traidoras grietas, voraces orcas, temibles serpientes marinas, hambre y frío que congela los huesos, después del hundimiento del Endurance, van a tener que recorrer a pie 35 kilómetros en treinta y seis horas, atravesando el interior de Georgia del Sur, explorando un territorio que antes nadie había pisado, para poder salvar la vida de veintinueve personas.
Vamos a conocer a una serie de personajes inolvidables como son Wild, Worsley, Crean, Orde-Lees, McNish, Hurley, Macklind, Hussey, Blackborow, Hudson, Greenstreet, Bakewell, McCarthy, Howle, Green, Mcllroy, Vincent ... y sobre todo a los verdaderos protagonistas de la novela, Shackleton y Zara. Unos personajes que se nos harán muy cercanos, llenos de sentimientos, de superación y de optimismo frente a tanta adversidad, en una historia que nos recuerda a esa increíble Mobby Dick en una de las gestas del hombre mas fascinantes del siglo XX transformada en una aventura que nos mantendrá leyendo sin aliento, gracias a la narrativa clara, precisa y sin descanso de Bruno Nievas.
Lo que el hielo atrapa es un libro bellísimo, emocionante, apasionante, que no te da ninguna tregua, que te mantiene en vilo constantemente durante toda su lectura, que te engancha desde el principio y que te hace llorar al final de emoción. Lo que el hielo atrapa es un libro con el que Bruno Nievas nos vuelve a reconciliar con el ser humano y nos descubre una naturaleza impresionante que nos demuestra que aunque nos creamos dominadores, la única ley natural que existe es que en realidad no somos nada, dentro de la naturaleza, con unos diálogos brillantes y preciosos.
En Lo que el hielo atrapa, Bruno Nievas escribe una absoluta Odisea moderna con un Ulises excepcional, Shackleton, un auténtico líder obsesionado por descubrir y explorar lo inexplorado hace solamente cien años. Un líder que nunca tuvo una palabra de desánimo para sus hombres que se enrolaron en la aventura al leer un anuncio que decía que se buscaban hombres para viaje peligroso, sueldo bajo, frío extremo, largos meses de total oscuridad y escasas posibilidades de regresar con vida, pero que él les condujo por ese camino de baldosas amarillas hacia conseguir el tesoro de la gloria. Un auténtico líder que mantuvo siempre alta la moral de sus hombres porque para él lo importante es lo que les arenga diciéndoles que siempre habrá una hazaña que realizar y que ahí estará siempre él con los mejores hombres para regresar todos con vida porque esa es la promesa que les hace al decirles también que vaya donde vaya, regresará siempre con todos ellos. Y como es un hombre de palabra, lo cumple con ese impactante discurso que les dirige: "Hemos sufrido y hemos pasado hambre. Nos hemos arrastrado, nos hemos aferrado a la gloria, hemos visto a Dios en Su Esplendor, y, sobre todo, hemos escuchado el texto que nos brinda la naturaleza. A través de este camino, arduo en el hielo ... hemos llegado al alma desnuda del hombre".Una fantástica novela de aventuras escrita fantásticamente por Bruno Nievas. Un canto al heroísmo y a la naturaleza que Bruno Nievas nos regala para que tengamos el libro siempre muy cerca de nosotros. Una auténtica maravilla que nadie debería perderse. Una historia que nos atrapa en una vorágine emocionante, porque ya se sabe que Lo que el hielo atrapa, el hielo se lo queda.
©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega