A veces te hablan de libros u de autores para ti desconocidos. A veces tienes la suerte de abrir el buzón de tu casa y encontrar que una gran amiga te regala un libro. A veces tienes la gran suerte de tener entre tus manos y leer un libro como Hotel Mediterráneo de Alejandro Pedregosa.
Hotel Mediterráneo es un libro absolutamente fresco, plagado de personajes estrambóticos, una historia que roza el surrealismo mágico pero que te identificas desde el principio con lo que en él se narra, un libro en el que te deslumbra su luz.
El Hotel Mediterráneo no es un hotel y ni siquiera, pese a su nombre, no tiene vistas a ese mar que pinta de azul sus largas noches de invierno ni que se acerca y se va después de besar tu aldea. En el Hotel Mediterráneo, situado en un barranco de un bosque de un lugar indeterminado donde habitan una serie de personajes sublimes que huyen de sus vidas anteriores. Unos y otros se refugian en él por si un día para su mal les viene a buscar la parca, en un paisaje tranquilo en medio de la naturaleza donde llueve y llueve detrás de los cristales, para refugiarse y comenzar una nueva vida, más plácida, más reflexiva: más humana.
La fundadora es Amparo, la abuela vasca a la que Joan Manuel Serrat le escribió cuando era joven eso de que como al viento, la lluvia y el trueno la parieron al sereno a la sombra de un nogal... y creció viendo a sus pies Tolosa... para cobijar a gente que no puede ver su cielo y su mar, y Maite, su amiga, seria e imperturbable psicóloga. Ambas, de personalidad fuerte, fueron conscientes de que debían fundar esa casa de acogida para mujeres en peligro de muerte por sufrir el acoso de sus maltratadores que ejercieron sobre ellas violencia de género.
También vive allí el Presidente, malhablado pero bonachón, antiguo político corrupto de las tierras del Sur que expía escondido sus delitos y ejerce de cocinero entre interminables noches de porros, botellas de vino y jugosas conversaciones con Francesc, Fransés para el Presidente, un joven pianista enamorado de la música de Serrat, que huye de Barcelona al morir su abuela que le crió y darse cuenta que la ciudad se le queda pequeña y le vacía el alma, que nos cuenta en primera persona la historia. Y Tamara, joven y bonita, extraña, arisca y cohibida, que un día huyó de su pueblo alejándose del maltrato de su marido porque cree firmemente que quiere asesinarla.
Para subsistir entre todos regentan un restaurante que tiene más éxito que el mismo hotel. Todos viven como una familia en un presente confortable exento de lujos pero de buena calidad frente a la que gozaban en sus anteriores vidas. Tamara, la última huésped que ha llegado al hotel, enamora perdidamente a Francesc que intenta ayudarla encubriendo hasta el infringimiento de las normas de la institución. Tamara para Francesc es la gloria vestida de tul con la mirada lejana y azul... porque yo amaba a esa mujer de cartón piedra.
Hotel Mediterráneo es un libro especial, notable, sorprendente, raro, distinto, pero extraordinario que se empieza a leer sin saber muy bien a dónde va a ir a parar, pero que mantiene la atención, por varios motivos, entre ellos el particular y sano sentido del humor que Alejandro Pedregosa imprime en él. En cuanto uno se da cuenta, ya han aparecido, de forma espontánea y natural, los elementos clave del relato, por lo que ya se está enganchado, y no se puede parar hasta el desenlace. Quizás acaba sabiendo a poco, pues se trata de una novela de corta extensión, pero desde luego deja mejor regusto así que si se hubiera hecho pesada. Desde el principio es un libro bonito, pero para mi es a partir de su mitad cuando se convierte en precioso. Hotel Mediterráneo es un canto a la libertad, a romper con el pasado y empezar de nuevo que pone en juego una trama realista contada sin melindres ni remilgos.
Hotel Mediterráneo habla de muchas más cosas que de la violencia de género. Es una historia llena de historias asombrosas y espectaculares y, sobre todo, es un libro de amor, con mayúsculas, desinteresado y desmedido, donde la prosa de Alejandro Pedregosa, plagada de poesía, parajes sugerentes, metáforas alusivas, palabras imaginativas y ensoñadoras, nos arrinconan en un oasis de buena literatura para poder refugiarte y abstraerte del mundo durante unas horas.
Las palabras de amor que Alejandro Pedregosa vuelca en su Hotel Mediterráneo me han hecho soñar y su estupenda banda sonora original de Joan Manuel Serrat me ha lanzado a lugares recónditos, sublimes y únicos que ya creía olvidados cuando de joven rayaba sus discos de tanto escucharlos y volver a recordar nombres que me saben a yerba.
Hotel Mediterráneo hace volar la imaginación. Y para eso sirve la literatura, para hacerte volar en un ensueño.
©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega