martes, 16 de agosto de 2016

Las babas de don Gabriel


La imaginación prodigiosa de Mariluz Chacón te absorbe en un relato enloquecido, impío y descarado en el que la sonrisa no desaparecerá en ningún momento de tu cara. Todo un espectáculo te espera entre las páginas de Las babas de don Gabriel, donde se muestra una historia compuesta por varias historias a partir de diferentes puntos de vista de todos y cada uno de sus personajes.

Una insólita e inusitada puesta en escena en donde se unen la vida y la muerte, entre lo habitual y el exceso desproporcionado. El bien y el mal, cuyos límites se difuminan, la necesidad, el amor, el sexo, el odio, la violencia, la tierra, el cielo y el infierno, en un lienzo que corre parejo en su semejanza con el tríptico El jardín de las delicias de El Bosco en el que se ofrece en su panel central un Paraíso engañoso a los sentidos, un falso Paraíso entregado al pecado y a la lujuria donde hombres y mujeres creen vivir para ser amantes, pero éste es ficticio y amañado, y no tienen más destino que el del castigo del Infierno, aunque parece ser que en el inframundo del Hades no se debe pasar excesivamente mal, a excepción del extremo calor  y el fuego que quema cartas o pelos, y todo el mundo puede dedicarse a lo que más le gusta dentro de sus ígneas paredes.

Un Dios atosigado y apesadumbrado. Un San Pedro, ignorante del mundo moderno, aburrido y envidioso de los ángeles. Un Jesús deprimido desde su bajada a la Tierra por cómo se le trató allá. Un Demonio pasota, pillo, pícaro, bribón y sagaz que no aguanta ni un minuto más en el Infierno. Y nueve personajes, don Gabriel, la Juana, don Uriel, Miguel, Angi, la Magdalena, Rafael, Marco y el cura, con nombres de arcángeles celestiales, ángeles pudorosos, bíblicos, terrenales o sin nombre, enloquecidos, estrambóticos e irreverentes, que representan a lo más granado, indigno y canalla de la sociedad con alguna nimia e insignificante excepción, que han tenido una vida turbulenta y que terminan sus vidas antes de tiempo, que nos van relatando capítulo a capítulo su historia que encierra otras historias como si de una gigantesca muñeca matrioska rusa en un engranaje de reloj suizo perfectamente calibrado y engrasado, que funciona con tremenda y eficaz precisión, gracias al poderoso y capaz trabajo, vigoroso y seguro, de Mariluz Chacón que se ha tenido que apretar bien los machos para no dejar ningún detalle suelto ni perdido  en el encaje esplendido de este parangón de árbol genealógico , que se va sucediendo a lo largo de las páginas, en un camino hilarante con un ingenio creativo espectacular y fantástico muy original y de lectura muy ágil y amena en un ejercicio literario coral que es Las babas de don Gabriel, donde no existen diálogos, pero que está impecablemente resuelto con una técnica deliciosa en la que los personajes no dejan en ningún momento de conversar entre ellos.

Una gran primera obra de una prometedora gran escritora que fantasea con un mundo edénico irrespetuoso, pero tratado con inteligencia y elegante, de forma risueña, amable y tolerante, tejido con unas ideas arcaicas cuyas normas deben ser reescritas o habrá que poner el cartel de se traspasa por falta de clientela. Al fin y al cabo lo que en sus páginas se cuenta no es tan pecaminoso para irse a divertir al Infierno y no sucumbir de hastío en un Cielo en el que unos pesados, aburridos e insoportables angelotes no paran de torturar los piadosos oídos de las almas que lo habitan con su canto tenaz e insufrible. Total, la prostitución, el engaño, muertes casi sin querer, cuernos, estafas, estraperlo, malas lenguas, suicidios sin intención, robo, extorsión, palizas, navajazos que se escapan, algún tiro al aire, cobrar dinero sucio, un poco de incesto… no son cosas tan malas para negarnos la gloria eterna. Son cosas naturales entre los humanos. Hay personas mucho peor en el Paraíso celestial que recibieron los Santos Óleos, fueron perdonadas y por supuesto, no recaen en la maldad, porque no hay nada allí que pueda tentarlas. Lo único que podrían hacer era ahorcar a uno de esos ángeles cantores que revolotean por allí sin descanso.

¿Tú qué prefieres? ¿El Cielo o el Infierno? Sería un pecado capital imperdonable que dejases de leer la deliciosa Las babas de don Gabriel, un libro angelical; un libro diabólico. No tientes a la suerte y te pierdas la gloria eterna.

©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega