He andado por las calles de Madrid en los turbulentos años del bienio negro, presidido durante 1935 por Alejandro Lerroux, de la II República leyendo la nueva novela de Susana Fortes con un bonito título como es El amor no es un verso libre.
Madrid, 1935. La norteamericana Kate Moore llega a la Residencia de Estudiantes, lugar en el que se reúne la flor y nata de la intelectualidad republicana, con el fin de ampliar sus estudios de literatura española. El profesor Díaz-Ugarte es el encargado de guiar sus primeros pasos en un mundo en el que brillan no solo artistas, músicos, poetas, dandis, soñadores y estudiantes, sino también arribistas inmersos en turbios negocios. Esa atmósfera, en apariencia glamurosa y cristalina, estalla de pronto cuando el cadáver de un alumno aparece flotando en un canal de riego próximo. Entre Kate y Díaz-Ugarte, a quien la vida coloca en una difícil encrucijada, surge un amor tan apasionado como prohibido que discurre paralelo a la sombra del crimen. Los protagonistas se ven envueltos en una telaraña de intrigas, escándalos y secretos de estado que puede costarles la vida.
Kate, una estudiante de literatura española, desea viajar a España pues está enamorada de los clásicos de nuestra letras. Y lo hace llegando a un Madrid convulso tras la represión de la revolución de 1934 en Asturias. Kate es una mujer de 23 años, de cabello largo rubio, alta, guapa y que viste de forma sorprendente a los cánones españoles de la época. Llega a la Residencia de Estudiantes, núcleo de modernización científica y educativa de España, para ampliar sus estudios en literatura española y deseosa de sumergirse en la cultura de un país que idealiza y, sin embargo, se encuentra con una nación que más bien tiene poco tiene con la imagen que ella tenía en su cabeza. Un país de carne y hueso, con una ingente cantidad de debilidades y que está a punto de quebrarse. En una ciudad en la que todo se sabía y, sin darse cuenta de dónde se estaba metiendo, no puede evitar enamorarse de su maduro profesor, Álvaro Díaz-Ugarte, el otro lado de esta historia. Un hombre de inclinaciones izquierdistas que, para más inri, está casado con la hija de un acérrimo católico y uno de los hombres fuertes del gobierno de derechas.
"La cancela era alta y negra, de hierro forjado, y a los lados crecía una enredadera de campanillas. También recordaba los olores. Estaba el olor a esas flores velludas y redonditas de los espinos a pleno sol y el olor al humo de las boñigas de caballo usadas como combustible; el olor a alcantarilla destapada y a aceite de oliva y a incienso en el interior de las iglesias católicas; el olor de tostar piñas en los pinares de verano, un olor que a los estudiantes extranjeros que acababan de llegar, como ella, les daba una sensación de incendio recién apagado. Un país que huele a incendio recién apagado no es para tomárselo a la ligera".
La novela es una mezcla de intriga política, suspense, corrupción, amor, historia. Arte en definitiva.
Y digo arte porque Susana Fortes se basa para el argumento en la relación que tuvo el poeta Pedro Salinas con una joven norteamericana llamada Katherine Whitmoore y que inspiró algunos de los poemas más bellos del escritor madrileño, como son los que aparecen en La voz a ti debida.
Y digo arte porque el estilo de Susana Fortes cautiva. La narración avanza con un ritmo adecuado y con un estilo descriptivo. Pero lo que más me ha llamado la atención ha sido que es una novela que se oye, que se escucha, que se huele y que se siente.
"Todo contribuía a incrementar su sensación de irrealidad: el clamor de las conversaciones en un idioma que todavía no dominaba bien, la novedad de todo, los puestos ambulantes de conejos, patos y gallinas en jaulas de alambre, la somnolencia causada por una larga travesía en vela... Madrid, final de viaje".
"El profesor le mostraba una ciudad con una profundidad de campo ilimitada. Ella miraba hacia arriba, hacia los tejados de aquel Madrid provinciano salpicado de campanarios y nubes ligeras, de balcones con gatos encaramados en las buhardillas que a su vez contemplaban los puestos del mercado. Su mente abarcaba todo aquel panorama de cúpulas, vigas, gatos desperezándose al sol, campanillas de pregones ambulantes y ventanas abiertas al tumulto de la calle, como en un zoco árabe. El sol iluminaba las barracas grises y los buhoneros anunciaban sus mercaderías. Kate no estaba habituada al arte del regateo. Pensó que se hallaba en un lugar en el que cualquier deseo de un ser humano podía encontrar su precio".
Y otra cosa que me ha impresionado en el estilo que Susana Fortes emplea el El amor no es un verso libre ha sido la luz. Al principio de la novela asistimos a un Madrid luminoso de cielo azul que según va avanzando el relato se va convirtiendo cada vez más gris hasta llegar a un oscurecimiento total. Cuanto menos, magistral.
En El amor no es un verso libre, Susana Fortes ofrece al lector un relato en el que convergen la novela negra, el thriller político y una inolvidable historia de amor. Con una prosa profunda y sugerente, la autora reflexiona sobre el amor imposible y el precio de la ambición, pero también sobre las intrigas políticas, la codicia y la corrupción que lastran la vida de cualquier sociedad. Me sorprende e irrita al mismo tiempo la torpeza de la clase política, que a pesar de lo convulso de los tiempos, se comporta de forma totalmente egoísta, irresponsable y desvergonzada. Algún paralelismo hay con la época actual, aunque afortunadamente no es completo. Esperemos, al menos, que no lo sea.
En definitiva, una gran novela El amor no es un verso libre, la primera que leo de Susana Fortes que ya me ha cautivado como espero que cautivará a todo el que tenga la suerte de adentrarse en sus páginas para conocer esa parte de nuestra historia en la que España estaba al borde del precipicio.