No cabe ninguna duda de que Bruno Nievas es un tipo con una imaginación desbordante y desbordada. Además, como seguidor acérrimo de las redes sociales (ha sido nombrado en Twitter quinto almeriense más influyente en el reino del pajarito azul), tiene muchos seguidores y a alguno lo conoce personalmente.
Y hete aquí que hablando con uno de ellos por teléfono, director de cine para más inri, charlan sobre la idea de éste de rodar una historia basada en una máquina que captara los sueños de las personas y los almacenara para poder verlos después, y le pide a Bruno Nievas si podría él escribir un relato breve al respecto.
Y ahí es donde explota esa imaginación y creatividad de Bruno Nievas para regalarnos una novela corta de apenas cien páginas pero totalmente impactante como es Sin luz al final del túnel.
Richard Anderson es un escritor norteamericano que se ha hecho muy famoso con una serie de novelas que se venden en todos los puntos del planeta y que han sido la base para la realización de una famosísima saga de películas protagonizadas por su personaje, el agente secreto de la CÍA, tan inteligente como cruel, Michael Bailey.
Richard Anderson ahora es muy famoso y gana mucho dinero, pero sus comienzos fueron muy difíciles y todas las editoriales le rechazaron sus primeras novelas, aparte de que en su adolescencia, debido a un accidente, pasó una larga temporada en coma y al despertar de él tuvo que someterse a penosos tratamientos psiquiátricos. La verdad es que es un mediocre escritor que no tiene ninguna imaginación y que basa sus increíbles historias en lo que sueña al dormir. Esos sueños los puede almacenar gracias a una revolucionaria máquina que los graba cuando se están produciendo. Richard Anderson ha decidido que en su última novela que está a punto de terminar de escribir, va a matar a su protagonista, Michael Bailey, en la última escena. Y ahí comienza su pesadilla de la que va tener muy peliagudo poder salir con vida.
Comienza la vorágine y la tensión donde nada es lo que aparenta parecer, consiguiendo Bruno Nievas jugar con el lector que no va a lograr saber nunca si lo que está leyendo en ese momento está sucediendo en realidad o es una situación onírica. ¿Sueña Richard Anderson? ¿Vive en realidad Michael Bailey? ¿Quién es el causante de tanto crimen? ¿Vivimos en un círculo vicioso que nos desconcierta?
En Sin luz al final del túnel, pese a su brevedad, ocurren muchas cosas, llegando Bruno Nievas a escribir un relato perfecto lleno de acción, humor, tensión y suspense donde todo puede ser aunque seguramente no sea pero puede que si, y, además, escrito con una gran calidad a través de una prosa cuidada y clara que te atrapa por completo desde la primera página.
Para ello, Bruno Nievas homenajea a un tipo de películas de acción con guiños geniales a series, libros y videojuegos que van apareciendo y es una delicia ir descubriendo según vas avanzando en la lectura de Sin luz al final del túnel (genial ese psiquiatra con nombre de gran escritor como es Katzenbach y de su estupenda novela con el título de la profesión que este personaje ejerce).
Bruno Nievas es una persona polifacética. A su profesión de médico pediatra, se le une su afición por los videojuegos, los ordenadores, la tecnología y los medios de comunicación. En sus novelas todo ello se nota, además de saber escribir muy bien.
Bruno Nievas es también por lo que creo una persona agradecida con su Editorial B donde publica sus libros, con sus colegas y amigos Juan Gómez-Jurado y Manel Loureiro, y con sus lectores a quien nos hace verdaderos causantes del éxito de un libro que solo vive a través de nosotros. Por ello Bruno Nievas escribe y nos ha regalado sus historias fantásticas como Realidad aumentada, Holocausto Manhattan y esta Sin luz al final del túnel.
Yo como también me considero una persona agradecida, bendigo la hora en que Bruno Nievas se decidió a comprar ese programa informático y se lanzó a escribir historia magníficas, mientras espero con ansiedad que llegue el 21 de enero de 2015 que aparecerá su nueva novela, Lo que el hielo atrapa, para poder tenerla entre mis manos y volver a poder alcanzar horas de gran diversión.
¿Acaso importa si estamos viviendo un sueño, una experiencia irreal? Lo que importa es leer a Bruno Nievas. Cuando lo hayas hecho, te lo agradecerás siempre.
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