¿Una novela con diálogos claros y no enrevesados, de capítulos cortos, entretenidos y fáciles de leer, es literatura de consumo? ¿Es la novela policíaca un género menor? En muchos casos es muy posible que sí, pero también es evidente que si el que escribe es Esteban Navarro nos va a demostrar justamente lo contrario con La puerta vacía, donde vuelve a aparecer la joven y ambiciosa policía Diana Dávila, que ha pasado de ser la policía en prácticas en la comisaría de Huesca de La noche de los peones y de la policía de la escala básica de la Brigada de Delitos Tecnológicos en el cuartel de Canillas en Madrid de Los crímenes del abecedario a la Oficial Dávila de la Brigada de la Policía Judicial de Murcia gracias a que sigue el consejo de estudiar para ascender de su anterior jefa, la Inspectora Arancha Arenzana.
Desde el primer momento nos vamos a ver atrapados en la historia de La puerta vacía. Un periodista, Jorge Lafuente, que se encuentra de vacaciones en Murcia y que consigue las mejores exclusivas para su periódico de Madrid gracias a un don que le hace presentir los desastres y llegar siempre el primero al lugar de los hechos, una preciosa y joven mujer, Alicia Huerto, esposa del empresario textil más importante del país, Rafael Abellán, que aparece muerto de forma violenta en la cama de la habitación del hotel donde se hospeda Jorge que no recuerda nada, un inspector, Eugenio Vidal, de pasado un tanto oscuro, un cuchillo ensangrentado que se descubre en la terraza de una casa a cuatro kilómetros de Murcia, un extraño artilugio destrozado que aparece en el campo, una anciana que se obsesiona con el ascensor de su vivienda o un camarero seducido van formando las piezas dispares de un puzle que Esteban Navarro, después de presentarlas, va encajando de manera perfecta y eficaz sin ocultar al lector en ningún momento pistas y haciéndolo creíble en todo momento.
Sexo, dinero, venganzas,… se van mezclando con absoluto deleite del lector que muy pronto se da cuenta que se encuentra con una gran novela en las manos y que necesita seguir leyendo para descubrir que es lo que va a descubrir a continuación, mientras van apareciendo los diferentes personajes como siempre perfectamente esbozados por Esteban Navarro. Se echan en falta esos inolvidables como son Andrés Hernández, Arancha Arenzana o el inspector jefe Vázquez de las dos novela predecesoras de la saga, pero nos vamos a dar de bruces con otro de los grandes como es Eugenio Vidal que a mí personalmente me ha conseguido deleitar. Y, por supuesto, está Diana Dávila en plena apoteosis que en cada novela da un paso al frente para mejorar porque considero que, siendo excelentes La noche de los peones y Los crímenes del abecedario, La puerta vacía supera a sus antecesoras y se convierte en una magnífica novela que te tiene pegado al sillón disfrutando de su lectura. Es tan buena que hasta su deliciosa nota final del autor por su originalidad te consigue poner una sonrisa de satisfacción en la cara.
Hay que abrir puertas o hay que traspasar esta puerta vacía porque detrás de ella no se encuentra un precipicio que te lleva al abismo más oscuro sino hacia una gran novela y hacia un personaje y un autor que ya, por méritos propios, ocupan uno de los lugares más altos de la novela negra española a la que engrandecen. Atrévete a conocer a Diana Dávila y a Esteban Navarro si es que aún no tienes ese privilegio. Luego no me digas que no te lo he advertido.
©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega
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