viernes, 25 de marzo de 2016

Sin retorno


De la literatura me fascina todo. Con los libros viajo con la imaginación a los lugares que se describen y paso los mejores momentos que me gustaría disfrutar en mi vida. Con ellos, aprendo... y creo que es posible todo lo que ocurre en la narración por muy increíbles que sean los sucesos que allí se cuentan.

Esto es lo que me ha ocurrido con Sin retorno de Susana Rodríguez Lezaun desde su primera página a la última. ¿Es creíble que una mujer, joven y bella con un buen y exitoso trabajo, asesine a su marido provocando un incendio en su propio domicilio y ponga toallas, que luego tendrá que retirar, bajo la puerta de la habitación y agarre con fuerza el pomo de la puerta hasta quemarse la mano? ¿Puede haber un asesino en serie en Roncesvalles con una población de tan solo unos veinticinco personas que se dedica a matar con total impunidad y sangre fría a peregrinos que inician el Camino de Santiago? ¿Pueden cometerse en la zona de Navarra, de por si muy tranquila y pacífica, cinco asesinatos  y el intento de alguno más en el breve intervalo de solo unos días? ¿A que es asombroso e impensable? Pues Susana Rodríguez Lezaun nos lo hace creer posible a pies juntillas en su novela Sin retorno, porque esa es la verdadera magia de la literatura.

Todo comienza con Irene Ochoa, una joven profesional de éxito pamplonesa, casada con Marcos Bilbao que ha tenido problemas en su trabajo como abogado, se ha dado a la bebida y ejerce sobre ella desde entonces abusos y maltratos destruyendo un matrimonio hasta entonces feliz. Una tarde que llega a su casa más borracho de lo habitual y sigue bebiendo allí hasta que se queda dormido es cuando Irene decide dar un paso adelante para salir de su pesadilla y, horas más tarde, los bomberos y la policía investigan las causas de un incendio en su chalet adosado de una zona exclusiva de Pamplona que se ha cobrado la vida de Marcos. Lo que no puede imaginarse Irene es que esa misma noche, cuando apenas empieza a saborear la libertad, va a conocer al hombre que podría arrebatársela de forma definitiva en la persona del inspector David Vázquez, el encargado de investigar el caso. Ambos se enamoran y empiezan una relación marcada por la pasión, el anhelo y el peligro.

De pronto, el libro da un salto y David Vázquez debe indagar el asesinato de Walenty Poznan, un polaco cincuentón que ha llegado a Roncesvalles con una amiga de veintiocho años de la que está secretamente enamorado para realizar el Camino de Santiago. Por la noche se declara en el albergue de la Itzandegia y ésta le rechaza por lo que sale a la calle y despechado se emborracha en el bar del pueblo. A la mañana siguiente, Poznan aparecerá salvajemente asesinado.

La historia a partir de aquí ya se va a convertir en un no parar cargado de alto voltaje. Susana Rodríguez Lezaun no se corta en describir de manera minuciosa , casi macabra, los diferentes asesinatos  que se van a producir en la pequeña localidad pirenaica, así como sus principales monumentos y paisajes con una prosa concisa y muy eficaz que nos deja sin aliento y no nos da un solo momento de tregua. Además de la prosa, en Sin retorno se hace un perfecto análisis de cada uno de los personajes que en la novela van apareciendo y conoceremos siempre la vida y motivaciones de todos ellos, hasta de las propias víctimas, lo que hace muy atractiva y vigorosa su lectura.

Pero de todo, lo que más me ha gustado es la perfecta descripción que Susana Rodríguez Lezaun hace de Pamplona y de Roncesvalles hasta conseguir que desees viajar allí y pasear por sus calles para descubrir sus diferentes escenarios (Plaza del Castillo, Pasaje de la Jacoba, calle Zapatería, Palacio de los Navarro Tafalla, Parque de la Taconera. la Itzandegia, Colegiata de Nuestra Señora de Orreaga, Silo de Carlomagno, Capilla del Santo Espíritu, hayedo de Ibañeta, churrería de Lerin, calle Estafeta, robledal de Orgi en el valle de Ultzama, la Vuelta del Castillo, Selva de Irati, ...), además de los continuos y diferentes guiños que salpican las páginas de la novela como el hecho de que David se apellide Vázquez en honor a Vázquez Montalbán y que no pudo ponerle Montalbán pues ya existía en el personaje de Andrea Camilleri, el comisario Salvo Montalbano.

Susana Rodríguez Lezaun ha conseguido introducirnos en Sin retorno en dos excelentes historias donde quizás nada es lo que parece ser pues todos tenemos una vida a nuestra espalda que pesa, con nuestros problemas, relaciones, dudas, miedos y alegrías. Por todo ello, me parece muy de agradecer a la autora que haya tenido el detalle de profundizar en los aspectos psicológicos de los personajes introduciendo en la trama diferentes y perfectas escenas sobre la vida y el pasado de los personajes sin que en ningún momento chirríen dentro de la historia principal como pueden ser, por ejemplo, las alusiones a la violencia de género y al racismo. De esta forma podremos conocer a la persona para poder entender su manera de actuar con toda la carga vital que llevan a cuestas.

Me parece Sin retorno una gran novela, muy bien escrita, con escenarios excelentes que deseas recorrer, unos personajes que encandilan y a los que te gustaría poder llegar a conocer si no fueran de ficción, asesinatos sobrecogedores por el realismo como están descritos sin ningún pudor y un final electrizante que te deja asombrado y maravillado por su cruel violencia que nunca es gratuita.

Desde luego que la lectura de Sin retorno merece la pena. Susana Rodríguez Lezaun ha escrito una gran ópera prima que te deja deseando que se edite pronto la segunda novela para poder descubrir como discurre la relación de Irene Ochoa y David Vázquez en esa Pamplona que atesora muchas más cosas que su famosa semana de julio. ¿Se puede pedir más?

©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega

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