jueves, 3 de abril de 2014
Versos, canciones y trocitos de carne - César Pérez Gellida
Era a finales de mayo de 2013 cuando mi vida se cruzó por primera vez con un escritor hasta ese momento desconocido para mi. Iba paseando por la librería Oletum de Valladolid mirando libros cuando una portada me llamó la atención: Memento mori de César Pérez Gellida.
Cuando lo abrí y vi que el autor era de Valladolid no pude resistirme y me fui directo a la caja con mi nueva adquisición. En ese momento no sabía lo que estaba haciendo. Estaba sentenciado a convertirme en un admirador entusiasta de unos personajes, una historia y un escritor como les ha pasado a miles de personas que durante estos últimos meses han ido creciendo como setas a lo largo y ancho del suelo patrio y que con total seguridad cruzarán nuestras fronteras en muy breve tiempo.
César Pérez Gellida nos aconseja en Memento mori que no dejemos el libro dormir en nuestra estantería y que si nos ha gustado, se lo prestemos a alguien a quien queramos y si no nos ha gustado, se lo prestemos a alguien a quien queramos menos. Yo como soy de los primeros se lo presté a un querido amigo y de mi ejemplar no he vuelto a saber ni del amigo tampoco (no se si porque no le ha gustado, aunque tengo la sospecha que le ha gustado tanto que no quiere devolvérmelo). Empecé a hablar con César Pérez Gellida por las redes sociales y en septiembre de 2013 le pude conocer personalmente descubriendo que no era solamente un gran escritor, sino que también era una gran persona.
Y así fueron pasando los días esperando con ansiedad a la publicación del segundo libro, Dies irae que por fin veía la luz a finales de octubre. Nuevo encuentro con César Pérez Gellida y ya tenía en mi poder mi ejemplar dedicado después de una amenísima charla. Con éste si que no me iba a pasar como con Memento mori. Me cuidaría muy mucho saber a quien se lo prestaba.
Y Dies irae, aunque no estaba ambientado en Valladolid resulta que era tan bueno o mejor que Memento mori con lo que de nuevo a esperar otra vez a que llegara marzo de 2014 para tener en mis manos el tercer volumen, Consummatum est. Pero antes, en las navidades César volvió a Valladolid a firmar sus libros y no pude reprimirme a volver a verle, comprar de nuevo Memento mori y que me lo firmara.
Y por fin llegó el 28 de marzo y ya tenía los tres con sus correspondiente dedicatorias. Memento mori, Dies irae y Consummatum est estaban después de estos mese de espera por fin en mi poder para que ocuparan un sitio privilegiado en mi librería. Los libros que conforman la trilogía de Versos, canciones y trocitos de carne.
¿Y qué os puedo decir de Memento mori, Dias irae y Consummatum est? Pues muchas cosas, pero voy a ser parco porque debéis leerlo y sin falta y no quiero desvelar ni un ápice de la intriga. Los tres libros conforman, como ya he dicho, la trilogía de Versos, canciones y trocitos de carne y en ella descubrimos a personajes que ya están en un lugar preeminente de nuestra literatura como Augusto Ledesma, Ramiro Sancho, Armando Lopategui "Carapocha", Erika Lopategui, Gracia Galo, Olafur Olafsson, Martina Corvo y muchos más que con un ritmo trepidante, llenos de giros inesperados y sorpresas que te dejan un regusto de satisfacción en el cuerpo nos acompañan por Valladolid, Plenzia, Trieste, Belgrado, Islandia, Dinamarca y media Europa con una prosa tan contundente y original que no te deja despegar los ojos de la lectura. Además César Pérez Gellida, como dice Lorenzo Silva en el prólogo de Consummatum est, se lo ha trabajado a fondo y su trabajo de investigación y preparación se lo ha tomado muy en serio, ha hecho los deberes y sabe que una historia imaginativa, si además es solida y creíble, es dos veces buena. Y esta historia es no dos veces buena sino tres veces muy buena. César Pérez Gellida nos demuestra ser un autor nuevo que parece un maestro y es tan original tanto lo que cuenta como como lo hace, regalándonos tres libros, que hay que leerse en orden, con una banda sonora imprescindible para la trama y con, al final de la trilogía, un compendio de poesía. Vamos que maneja todos los registros y hasta se atreve a hacer sus bolos apareciendo el mismo en varias escenas de cada libro dejando cual genial Hitchcock su firma.
Desde el 12 de septiembre de 2010 hasta el 13 de enero de 2012 nos embarcamos en una vertiginosa búsqueda de un asesino en serie que va a dejar casi toda Europa regada de cadáveres aunque la acción empieza y finaliza en Valladolid, ciudad en la que vivo y ciudad en la que nació César Pérez Gellida, que debe hacer a su autor un monumento porque la ha puesto en primera plana de la novela negra española. Y todo aderezado de muchas canciones, muchos versos y muchos trocitos de carne en una prosa magistral asfixiante que te abduce sin remedio y te condena a seguir y seguir leyendo. Principio y final.
"El vaho no le permite ver con nitidez a través de la bolsa a pesar de ser transparente. El calor y la humedad se manifiestan en forma de sudor que nace en la frente y discurre por la cara en varios afluentes para terminar desembocando en el calcetín que tiene metido en la boca, hasta la campanilla. Hace ya tiempo que a Mercedes no le queda fuerza física ni psíquica como para pensar en que va a poder liberarse de la silla de madera en la que está sentada. El parte de daños que le devuelve el cerebro no presenta cambios con respecto al último: dolor agudo en la frente, tumefacción en las muñecas, molestia en aumento en los hombros, agarrotamiento de la espalda, pinchazos en las cervicales, fatiga en el cuello y piernas totalmente dormidas."
"Un lugar para cada verso y cada verso en su lugar. Prácticamente no queda espacio libre en los azulejos. Giro trescientos sesenta grados sobre mi propio eje para admirar mi imponente obra. Embargado por la emoción, empleo unos segundos en reponerme. Vuelvo a leer los títulos de mis poemas. No tardarán en localizarme, comienza la cuenta atrás. Una fotografía para cada poema y un poema en cada fotografía. Todas se suben correctamente al site y, en ese instante, noto que el círculo se ha cerrado. —Consummatum est—pronuncio en voz alta—. Consummatum est —repito absolutamente embargado por la emoción."
No cuento nada más. ¡Qué empiece el viaje ya! Tenéis que leer Memento mori, Dias irae y Consummatum est y lo debéis hacer ya. Me lo vais a agradecer aunque ya no podréis salir de ese mundo creado por César Pérez Gellida. Yo desde luego estoy atrapado en él. ¡Hay qué joderse!
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