miércoles, 20 de mayo de 2015

Los ángeles caídos de la eternidad



Acabo de terminar Los ángeles caídos de la eternidad de Dioni Arroyo Merino y me deja un regusto de fascinación alucinante y deslumbrante ante esta pequeña gran obra, por la extensión solamente, que no parece una primera obra.

¿Son Los ángeles caídos de la eternidad una novela gótica? ¿Negra? ¿Existencialista? ¿De amor? ¿De juventud? ¿Quizás negra? Seguramente tenga una parte de todas ellas. De lo que estoy totalmente es de que estamos ante un magnífico relato con un argumento diferente y con unos personajes que embriagan en unas páginas llenas de una pasión obstinada e ingobernable y de sexualidad latente en un escenario macabro y asfixiante de profundo terror mezclado con filosofía, espiritualidad, existencialismo y poesía.

Asur es un joven que medio malvive en el Valladolid de 1987 con el producto de unas becas concedidas para unos estudios que nunca termina de acabar. Un día acude a un tanatorio por la muerte de un familiar y se encuentra con Itziar, una antigua compañera de su etapa colegial a la que recuerda tímida y muy poco atractiva, que trabaja allí como maquilladora de cadáveres. El amor surge entre ambos y poco a poco, Asur irá descubriendo el misterioso acontecimiento del pasado que ha hundido la confianza de ella en las personas. Ambos deciden vengarse con un asesinato y saldar cuentas con un mundo incomprensible para ellos que les reta a autodestruirse porque si no acabará con los dos.

Itziar es una mujer oscura y complicada muy difícil de descifrar su forma de ser por la imprevisibilidad de sus actos. Parece un personaje sacado de las novelas de Dostoyévski y vive como todos ellos caminando al borde mismo del abismo y sin comprender en absoluto lo que le está sucediendo en su vida. Por ello es incapaz de tener una comunicación normal con el resto de las personas que le rodean. Tiene una personalidad turbulenta y muy poco definida debido a un pasado oscuro que le ensimisma y no le permite ser libre al autoinculparse continuamente de lo que le pasó y que le incapacita para pedir ayuda. Itziar es una mujer lanzada a la autodestrucción y la muerte, pero antes deberá pasar por la venganza sobre quien le arruinó su vida.

Asur es justamente la otra cara de la moneda de Itziar. Él es el que relata en primera persona los acontecimientos y es un hombre existencialista que parece sacado de las novelas de Sartre o Camus, con una personalidad semejante a los personajes de Kafka, con esa sensación de vacío y frustración que destilan todos los poros de su piel. Le asusta el mundo que le ha tocado vivir y no da importancia a la moral y a los valores humanos porque es incapaz de comprenderlos. Tiene una personalidad nihilista donde reina el egocentrismo la crueldad y la cualidad e importancia de la amistad.

Ambos, Itziar y Asur, se reencuentran y se produce una colisión de trenes en la que ambos resurgen fundidos para ser seducidos por la muerte, la noche y el amor bestial e irracional que clama venganza y sangre, avanzado hacia un desenlace excesivo pero que nos permite reconocer que el amor siempre viene a resolver muchos de nuestros mas recónditos e irracionales aspectos vitales.

Subyugante relato Los ángeles caídos de la eternidad que te deja la respiración entrecortada en esa ambientación de bruma oscura, tétrica y lúgubre donde Dioni Arroyo Merino se estrenó en el mundo de la novela y que da muestras de su buena literatura y buen hacer que ha continuado en obras posteriores con ese estilo suyo tan original y propio.

©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega

sábado, 2 de mayo de 2015

Las flores no sangran


Para Mamen Romero Muñoz, fiel seguidora de mi blog, lectora incansable y, sobre todo, amiga. Tenemos tantas cosas en común que hasta leemos los mismos libros a la vez sin que lo sepamos.

Volveremos a Macondo prácticamente se estreno con una reseña de una novela de Alexis Ravelo, La última tumba. En ella decía que este autor era un grande del genero grande de nuestro país. Después vino la lectura de La estrategia del pequinés que confirmaba plenamente lo dicho. Y ahora he disfrutado de su nueva obra, Las flores no sangran, y ya tengo que decir que Alexis Ravelo es uno de los pilares de la novela negra de España y, seguramente, uno de los pilares más firmes.

Las flores no sangran es una novela bellísima. Una novela excelente que para los que se estrenen en este género ya no podrán soltarlo aunque seguramente cuando lean otras tendrán la sensación que les sabe a poco después de la lectura de ésta.

¿Qué es lo que tiene la novela negra para convertirse en fenómeno de masas? Para mi algo tan sencillo y, paradójicamente, complicado de ser catalizadora de la descripción de los horribles males de nuestro tiempo con un descomunal poder y una amarga competencia pues el mundo criminal atesora todas las normas vitales retratando la suciedad, deshonestidad e impudicia que nos envuelve a través de esos personajes marginales y fracasados que tan extraordinariamente dibuja Alexis Ravelo.

Una vez leí a Petros Márkaris, otro grande de la novela negra con su comisario Jaritos, que los autores europeos tenían que tener la valentía de escribir sobre estos tiempos tan penosos que nos ha tocado vivir para poder entender lo que pasa y así poder luchar ante tanta corrupción, y Alexis Ravelo tiene esa valentía y maestría para enseñarnos el lado más oscuro por el que se mueve la sociedad actual con una narración donde se siente el rencor, la inquina y el resentimiento con grandes dosis de humanidad y maldad revoltosa describiendo con su perfecto e impactante lenguaje de la calle que te golpea en el estómago y con unos diálogos geniales y ágiles  la vida que el conoce muy bien de su ciudad, Las Palmas, y de su isla, Gran Canaria, que en sus novelas no son ni tan idílicas ni tan afortunadas.

Unos ladronzuelos, carteristas y timadores de poca monta deciden embarcarse en un crimen idiota como es un secuestro exprés en una isla. Un crimen tan idiota como puede ser el atraco a una comisaría o a un banco de semen, Un crimen absolutamente absurdo, el más absurdo del mundo. Y eso es lo que deciden llevar a cabo Lola, el Marqués, el Flipao y el Salvaje en base a un plan infalible que además es muy sencillo de ejecutar, al menos sobre el papel.

Pero Gran Canaria es una isla y por tanto está rodeada de agua por todas partes menos por una, que se llama Isidro Padrón, un hampón disfrazado de empresario que a su vez despacha con un ruso que no tiene nombre, y si lo tiene nadie lo dice, por lo que pueda pasar. Desbaratar el plan de cuatro malhechores de pacotilla entra dentro de lo factible. Para él es cosa fácil, aunque también en teoría. Lo que todos ignoran es que en apenas veinticuatro horas ninguno de ellos será como es ahora porque habrá abierto las puertas del infierno.

Diego el Marqués, Lola, su novia, Paco el Salvaje y Felo el Flipao deciden, animados por Eusebio el Zurdo que es chofer de Isidro el Yunque de Tafira, secuestrar a la hija de éste, Diana Padrón, para pedir como rescate una gran cantidad de dinero proveniente de lo que recibe de la mafia rusa para que se lo blanquee junto con su socio Marcos el Martillo de Tejeda, y así poder salir de su vida insignificante a la que sobreviven cometiendo pequeños delitos  como atracar a turistas despistados llevándose su equipaje a las puertas de sus hoteles haciéndose pasar por botones, robando máquinas tragaperras o dando tirones a viejecitas. El plan parece factible y sencillo porque dan por hecho que el padre de la víctima por razones de peso no se pondrá en contacto con la policía por miedo a que en la investigación se descubra más de lo deseado. Pero...

Bajos instintos, necesidad, codicia y necedad mezclados en un cóctel asombroso y violento lleno de aspectos muy humanos con gotas de momentos hilarantes que te llevan en un bucle trepidante a un desenlace asombroso en una magnífica lectura donde se economizan los escrúpulos.

Protagonistas de medio pelo y bajos fondos que roban para vivir mezclados con personajes adinerados de clase alta y corrupto silencio, empresarios que sobornan y blanquean pues el poder y la corrupción suelen ir juntos en la sociedad en la que vivimos donde se relaciona el dinero con el éxito personal. Unos delinquen para sobrevivir porque no tiene nada mientras que los otros, que tienen cubiertas todas sus necesidades, lo hacen porque quieren más y más y cometen delitos por mera ambición y por un desenfrenado y frenético afán de lucro. Un problema que el sistema bajo el que nos organizamos promueve permitiendo y potenciando el anhelo depredador individual.

A los personajes de Alexis Ravelo se les coge siempre cariño por la simpleza con que piensan y por la torpeza con que se mueven ya que no tienen nada que perder pues nunca han tenido nada. Son unos canallas que desde el principio sabemos que su destino inmediato no puede ser otro que la cárcel o algo incluso peor en un fatalismo que se ha convertido en consigna de sus novelas con una demostración de que el autor sabe perfectamente de lo que habla.

Las flores no sangran es una palpable muestra de ello dentro de una trama surrealista llena de acción y humor corrosivo en una ciudad e isla no tan paradisiacas que nos pintan y que se transforman en un escenario arrabalero, decrépito y cruel en el que habita lo peor de cada casa.

Personajes reales, originales y sorprendentes. Historia de supervivientes en lucha con la vida en la que no todos pueden salir bien parados si es que sale alguno. Situaciones sórdidas, grises, ásperas, deprimentes, miserables y muy creíbles. Las flores no sangran es una novela negra, negrísima donde no hay policías.

Alexis Ravelo ha escrito una novela ambiciosa de impecable ejecución que es crónica de la oscura realidad social de podredumbre. Las flores no sangran es una absoluta pasada. Una excelente novela imprescindible para saborear la grandeza y el esplendor de la novela negra. Alexis Ravelo se supera a si mismo en Las flores no sangran con energía, fuerza y contundencia mezcladas con la suavidad del lenguaje canario. Las flores no sangran es pura novela negra. Una novela que entra por la puerta grande del género y que quedará en la sala de sus trofeos para que generaciones futuras la sigan leyendo porque es una novela que se alza al pedestal de las obras de arte. Pero no estoy diciendo algo nuevo que no se sepa. Alexis Ravelo hace años que lleva escribiendo obras maestras.

©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega

sábado, 18 de abril de 2015

Ojos de agua


Llega a mis manos por casualidad, quizás como llegan todos los buenos libros, una excelente novela de un gran autor como son Ojos de agua y Domingo Villar y me sigo maravillando de la buena salud que sigue teniendo la novela negra española.

Ojos de agua es la primera novela de Domingo Villar, publicada en 2006. Su protagonista es Leo Caldas, inspector de policía. Caldas es un personaje solitario, tímido, que goza paseando de noche por las calles de Vigo. Fumador empedernido y amante de los percebes y del vino blanco, le gusta contemplar el mar y escuchar música en algún club de jazz. Colabora con no excesivo entusiasmo en un programa de radio. Su ayudante es Rafael Estévez, un aragonés de casi dos metros de altura y 130 kilos de peso que tiene dificultades para relacionarse con la idiosincrasia gallega y con la ironía de sus habitantes. Esta singular y extraña pareja se encarga de investigar el crimen de un joven saxofonista, Luis Raigosa, que aparece asesinado en su apartamento de la Torre de Torralla con una crueldad que apunta a un crimen pasional. Sin embargo, el músico muerto parece ser que no mantiene una relación estable y la casa, limpia de huellas, no muestra nada más que partituras ordenadas en los estantes, saxofones colgados de las paredes y un libro de Hegel en la mesilla de noche.

El melancólico y solitario Leo Caldas y su ayudante, demasiado impetuoso para una Galicia irónica y ambigua e, incluso, para el propio Leo Caldas, buscarán de la bruma del anochecer al humo de las tabernas y los clubes de jazz hasta descubrir la verdad y desentrañar el secreto que esconden esos ojos de agua de Luis Raigosa.

Ojos de agua, al ser una primera novela, nos presenta a sus personajes, dos protagonistas estupendos muy verosímiles y humanos en un Vigo que está perfectamente adaptado a la novela negra con sus callejuelas y cuestas en un absorbente espacio visual lleno de aromas y matices, lleno de comida de la zona, vino de la Ribeira Sacra y música de jazz. Y lo hace con una trama perfecta excelentemente resuelta y muy bien escrita donde no faltan escenas de un humor absolutamente delicioso que te hace sonreír y hasta lanzar alguna carcajada con las situaciones en que se implica Rafael Estévez.

Domingo Villar es brillante en su escritura y nos hace avanzar en la lectura de capítulos cortos hacia un final en el que he encontrado unas de las páginas más cautivantes y perfectas de la novela negra, sin que desmerezcan en nada las anteriores llenas de escenas perfectamente estructuradas y de enigmática belleza.

Ojos de agua es una gran novela que te deja con ganas de más y de profundizar en las vidas de estos dos personajes ya para mi imprescindibles como son Leo Caldas y Rafael Estévez.
Necesito más de Caldas y de Estévez por lo que me lanzo a la lectura de su segunda novela, La playa de los ahogados. No queda otra cosa que hacer. Ojos de agua y Domingo Villar me han impactado de tal manera que necesito más y más. Continuará.

©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega


jueves, 16 de abril de 2015

La voz a ti debida


La voz a ti debida es un largo poema de amor, lleno de patetismo, misterio y trascendencia, al lado de risas y jugueteos amorosos. Un verso de Garcilaso (de la égloga III) da título al libro. Un verso de Shelley le sirve de lema (“Thou Wonder, and thou Beauty, and thou Terror”). Estas palabras son para Salinas la dimensión del amor, y sus poemas, aquí, son verdaderos ensayos amorosos, en los cuales aparecen todos los aspectos del amor. 

El poemario empieza con los preparativos y presagios de la aparición de la amada; el encuentro, con sus penas y alegrías y, finalmente, el fin de la relación en que el poeta revive a solas la dicha que ha perdido. Sin embargo, no se trata de fases sucesivas, hay anticipaciones o saltos que excluyen un ordenamiento progresivo de la historia. A pesar de esa unidad temática, podemos analizar distintos motivos temáticos que van apareciendo en el libro.

Este ciclo amoroso de Pedro Salinas es la expresión de un proceso amoroso que va desde el encuentro, el intento del enamorado por descubrir la esencia de la mujer amada en La voz a ti debida, el hallazgo de la pareja y despedida parcial en Razón de amor, y el final doloroso tras un reencuentro imposible en Largo lamento.

El origen de La voz a ti debida, y de la trilogía en conjunto, se halla en la historia de amor vivida por el poeta con la profesora norteamericana Katherine R. Whitmore, a quien conoció en Santander en un curso de verano de la Universidad Internacional en 1932. 

Dos de sus poemarios más importantes, La voz a ti debida y Razón de amor, fueron publicados en 1933 y 1936, respectivamente, es decir, en plena explosión amorosa del autor y, consecuencia de ello, epistolar. El deslumbramiento del poeta ante la bella profesora de Kansas es incuestionable y confiere a estas cartas un valor complementario, pues en ellas su autor no busca la perfección estilística a la que aspira el creador, sino que su fin no es otro que seducir a quien le sedujo, tratar de transmitir y compartir las emociones y sentimientos que despiertan en él su presencia o sus recuerdos, olvidándose del resto de los mortales. El que ha sido considerado como uno de los mejores poetas del amor de la literatura española del siglo XX se muestra en estas cartas como un enamorado más: exultante y feliz hasta rozar en ocasiones el humano y gozoso ridículo. "Ayer, primer día de clase de literatura contemporánea, sin público, sin nadie. ¿Dónde estaba mi público? Tenía delante rostros torpes, ininteligentes, feos. ¿Dónde estaba mi sonrisa, mi rostro medio vuelto, mi inteligencia hecha persona, hecha delicia en atención? Me pasé el tiempo de clase diciendo una conferencia a la ventana, a lo que veía por la ventana...", escribía a su amada en la segunda de sus cartas.

La cronología de la relación y las pistas sobre la identidad de la dama las establece Jorge Guillén años después de la muerte de su gran amigo Salinas, y de ella deja sobria constancia Enric Bou: Katherine Prue Reding, nacida en Kansas en 1897, se especializó en lengua y literatura española por dicha Universidad. Más tarde enseñó en Richmond (Virginia) y, desde 1930, en Smith College, en Northampton (Massachusetts). Pasó el verano de 1932 en Madrid, donde conoció a Pedro Salinas y surgió el amor. Unas semanas más tarde, la dama regresó a Northampton. Katherine Reding pasó el curso académico 1934-1935 en Madrid, en donde quiso poner fin a la relación con el poeta tras comprobar que la mujer de Pedro Salinas, enterada del apasionado idilio, intentó suicidarse. La guerra civil y el exilio de Salinas y los suyos en Estados Unidos, en 1936, lo dificultaron. En 1939, Katherine decidió casarse con Brewer Whitmore, también profesor en Smith College, y adoptar su apellido. Mantuvieron todavía algún esporádico encuentro, aunque la relación al parecer había terminado tiempo atrás. En la primavera de 1951 se vieron por última vez. Meses más tarde, el 4 de diciembre de ese mismo año, moría Pedro Salinas. Katherine Whitmore murió en 1982. Poco antes había autorizado la publicación de su epistolario con Pedro Salinas, guardado en la biblioteca de la Universidad de Harvard, siempre que fuera veinte años después de su muerte y se omitieran las cartas que ella le envió. Las de Salinas son unas trescientas, testimonio de una relación hasta su conclusión en 1947.


Una intensa historia de amor que en realidad tuvo una corta existencia (dos veranos y un curso académico) y que, sin embargo, conmovió al poeta con una constancia, fuerza y creatividad difícilmente imaginables. Como la propia Whitmore explica en un texto de 1979, "este sencillo relato de la unión y separación de Salinas y su 'amada' no da cuenta de la riqueza de nuestro encuentro. Fue emocionante, alegre, devastador y triste para ambos. Verdaderamente tenía Beauty and Wonder and Terror, cita del Epipsychidion de Shelley que sirve de prefacio en La voz a ti debida. Cuando releo sus cartas después de tantos años y paso las páginas de los exquisitos volúmenes que encuadernó especialmente para mí, me pregunto cómo el destino pudo ser tan amable".

"El amor no es otra cosa que localizar en un ser, en un nombre, en una vida, dentro de los límites de un rostro y un cuerpo, todo un mundo de abstracciones y anhelos, de espacios infinitos e irrealidades sin medida. Todo toma cuerpo y carne"

Ocho meses después de que Salinas descubriera a Katherine Whitmore en la última fila del aula en la que daba sus clases sobre la generación del 98, en Madrid, y cuando llevaba cinco o seis meses sin verla, pues ella había vuelto a Estados Unidos, el enamorado contesta a una de sus cartas: "Qué de noches me he despertado, a altas horas, alarmado, como si hubiese oído un grito, y era sólo mi alma, que se preguntaba, anhelosa: '¿Te querrá aún?. Sensación espantosa de que en aquel momento, sin que yo pudiese hacer nada por evitarlo, tú estabas empezando a dejar de quererme. Pero tú, Katherine, con un tacto y una delicadeza incomparables, poco a poco, has ido venciendo, has ido inclinándome a creer en una posibilidad de nuestro amor. En la posibilidad de nuestro amor. En la posibilidad esencial, básica, la interior. Y en la otra, asimismo, alma, en la exterior. Nos veremos. No lo dudes nunca. Así, ¡qué gusto, qué alegría! El niño débil que hay en mí se consuela en estas palabras, se refugia en ellas, cobra ánimos y fuerza, cree en todo, todo posible. Lo exterior y lo interior. El plazo inmenso, sin límite, de querernos, y el plazo concreto, con fecha de vernos. Mi alma, mi vida necesitan saber que tu amor es posible lejos y cerca, entre tus brazos y con tu sombra. Tenía un temor, inmenso. Se me representaba imposible. Katherine, vas venciendo. Otra victoria tuya. No creas, no, que estoy seguro, no, que no dudo ya. Eso no será jamás. Tu amor es demasiado precioso para que yo me crea firmemente su dueño. Siempre temblaré, Katherine. Seguridad, nunca. Confianza, sí. Ésa es la victoria que estás ganando, alma, lo mismo en lo general que en los detalles. Tengo confianza. Vivo más tranquilo, camino por mis días con menos recelo. Pero no olvido que la vida y todas sus grandes cosas son eternas y momentáneas, y que de pronto en un instante podemos quedarnos ciegos en medio de la luz, muertos en medio de la vida, solos en medio del amor".

Katherine Withmore, americana de nacimiento, se especializó en lengua y literatura española en la Universidad de Kansas y Berkeley. En el verano de 1932 marchó a Madrid y, por los consejos de una amiga, decidió matricularse en el curso de “Generación del 98” que Pedro Salinas impartía. Llegó tarde a la primera sesión y la única silla vacía estaba al final, donde sólo alcanzaba al profesor si alargaba el cuello y esforzaba la vista.

Poco después, recibió una invitación para cenar junto al poeta y una amiga. Aprovechó la ocasión para disculparse, en su horrible español que le avergonzaba. Pero Pedro estuvo de lo más cortés, e incluso le animaba a hablar porque le aseguraba que su español era excelente. La conversación se trasladó a su clase sobre Miguel de Unamuno y ella le expresó su arrepentimiento por no haber podido asistir. Pedro muy amable una vez más, le ofreció sus apuntes en una nueva clase que postergaron al día siguiente. Allí se presentaron puntuales en aquel encuentro memorable, en el que pronto olvidaron al pobre Unamuno. Sólo surgían preguntas de una y otra persona. Porque ya cayó el relámpago, el rayo que no cesa, el amor que no acaba.

Así empezó todo hasta que, poco después, tuvo que regresar a Estados Unidos. Entonces, se inició una correspondencia que alcanzó, en algunos espacios temporales significativos, la epístola diaria. Ella se sumergió de lleno, en la confección de su tesis doctoral. Apenas coincidían por diversos motivos de trabajo y la evidente distancia que les separaba. Katherine le reprochaba a Pedro Salinas una costumbre que le preocupaba. Y es que el poeta gustaba de telefonearle por la noche desde su casa. Margarita, su mujer, intentó suicidarse al descubrir la relación. Afortunadamente, sobrevivió. Katherine fue consciente, en aquellos fatídicos hechos, del daño que estaba causando a segundas personas. Pedro, ciego de amor, no veía ningún motivo para separarse a pesar de lo ocurrido.

Por esta razón, Katherine quiso romper con aquella pasión que podía ocasionar males mayores. Sin embargo, el poeta siguió con aquella fuerza e infinita creencia en sus cartas. Mientras tanto, Katherine conoció un profesor de Derecho con el que se enamoró y casó. Su marido, era un hombre sabio, generoso y con experiencia en el terreno de la literatura y en cuanto Katherine le explicó lo de Pedro, lo comprendió con total caballerosidad, atendiendo a su compasión. Pero el destino volvió a ponerse en su contra y, transcurrido un año escaso, su marido murió en un accidente de tráfico.

Pasaron meses y años sin tener noticias del poeta. Al estallar la II Guerra Mundial, Katherine conocía el paradero del exilio del poeta, en Puerto Rico. Y había descubierto que la censura disfrutaba leyendo el correo particular y que publicaban jugosos fragmentos para el cotilleo. Así que el poeta no se atrevió a escribir. Y cuando todo apuntaba a que jamás se reconciliarían, ocurrió lo inesperado.

La última vez fue en la primavera de 1951. Había llegado el poeta a Northampton para dar una conferencia. Katherine le aguardaba impaciente, albergando la esperanza de poder darle explicaciones. Su voz brotaba con dificultad y creía que sus palabras quedarían ahogadas en su garganta. Finalmente, lo consiguió y le preguntó: “¿No entiendes por qué tuvo que ser así?”. Pedro Salinas le miró con tristeza y contestó tajantemente: “No, la verdad es que no. Otra mujer, en tu lugar, se habría considerado muy afortunada”. Poco tiempo después, Pedro Salinas, murió.

Las claves de La voz a ti debida son las siguientes:

Existencialismo.- La persistencia del tema vital determina la unidad de la poesía de Salinas. El afán de vivir en perfección, con los subtemas y motivos subordinados, se encuentra desde los primeros libros y va sufriendo variaciones con el paso del tiempo.

Perfección quiere decir unidad y claridad; búsqueda de lo permanente, en el tiempo; de lo que no cambia, en el espacio. ¿Y qué es unidad para Salinas? En La voz a ti debida la unidad es la meta del triunfo final sobre los obstáculos que separan a los amantes; o es la victoria sobre las diferencias, tras una perpetua oposición que culmina en el encuentro. Por la amada se cumple, de este modo, la sobrevida del amor, en el sentido de más vida, vida doble, y de vida más allá de la muerte. El poema “Qué alegría, vivir” ejemplifica esa salvación al vencer la muerte viviendo en otro ser y siendo por él vivido.

El amor, paraíso.- El amor es la gran experiencia esclarecedora en la búsqueda de perfección y de unidad. Ya desde los primeros libros, el poeta presenta el amor como una experiencia compleja de iluminación y de enriquecimiento. Inicialmente, el amor es concebido como búsqueda, como ansia del otro. En última instancia, el amor es la gran experiencia desveladora del misterio de la unidad; es decir, el amor en su concepción
platónica y romántica: el hombre, como criatura caída, arrojada desde su paraíso a este mundo, mantiene escindidos su alma y su cuerpo; así que busca en el fondo de la amada un paraíso perdido. Por tanto, a través del amor el hombre toma conciencia plena de ese paraíso anterior a la caída.

La amada.- La figura de la amada y su relación con el amante son, sin duda, los elementos más originales de la lírica amorosa de Salinas. Sin embargo, son varias las visiones que podemos apreciar de ella, ya intuidas en la cita de Shelley: “Tú Prodigio, tú Belleza y tú Terror”

Rasgos: belleza.- El proemio de La voz a ti debida permite no sólo identificar al “tú” con una mujer, de él sacamos una impresión de su personalidad: decidida (“tú vives siempre en tus actos”); agresiva (“te arrojas/sobre proas, sobre alas”); vital (“la vida es lo que tú tocas”); directa (“andas/ por lo que ves”); segura de sí misma (“Tú nunca puedes dudar”); certera por intuición ante la realidad (“Y nunca te equivocaste,/ más que una vez, una noche/ que te encaprichó una sombra”). Sin embargo, las cualidades de la amada que con mayor relieve aparecen en La voz a ti debida son la juventud (“tú pusiste, agudísima/ arma de veinte años, / la flecha más segura/ cuando dijiste: Yo”) la belleza y el dinamismo. Aunque no ofrezca una descripción minuciosa del tú, son frecuentes las alusiones a dos rasgos particulares: la esbeltez y el color del cuerpo de la amada (rosado): "tocando ya tan solo a tu pasado/ con las puntas rosadas de tus pies”

La amada aterradora.- La cita de Shelley (Tú Prodigio, tú Belleza y tú Terror) apunta a otra cara de La voz a ti debida: la del amor visto como fenómeno aterrador. Para Salinas (como para Vicente Aleixandre en La destrucción o el amor), la amada es “la que destruye”. El poeta nos la pinta dirigiéndose a aplastar el mundo, llenándolo de ruinas, en una “abolición triunfal de todo lo que no es ella”. Hay mucha destrucción en La voz a ti debida, una destrucción súbita, total. Y cuando ella viene hacia el poeta, lo hace “desatada, implacable”, quebrando “murallas, nombres, tiempos, deshechos”. Y el poeta, perdida toda su iniciativa, se limita a dejarse arrastrar por el vendaval. Sin embargo, si la amada quiere destruir el mundo es para construir otro nuevo, el de la pareja. De ahí que el poeta nos haga remontarnos a una “víspera del mundo” en que “no había nada hecho”. Otras veces, los amantes andan por entre escombros y a partir de la destrucción será posible la creación de un mundo nuevo donde ellos se irán: “a amarnos, a vivir”.

La amada creadora.- Por tanto, como hemos visto en el punto anterior, en La voz a ti debida la amada también inaugura el mundo y lo convierte en un universo poblado de seres y de cosas y el amante aparece, ante todo, en una actitud de espera, de interrogación y de búsqueda, porque sólo ella da riqueza y claridad al mundo, solo ella puede entregar los enigmas descifrados, de ella nace la vida (“la vida es lo que tú tocas”), el mundo vacío y el amante, por nacer, esperan la orden de ser que habrá de formular la amada. Esta idea de la amada como la que pone la luz, la iluminadora, la unificadora, parece consustancial a la naturaleza de la mujer. Dispensadora de claridad y orden, la amada arranca de su dudar al amante, no solo le inventa el mundo, sino que lo salva del caos, de la confusión, de la ignorancia (“Y súbita, de pronto…”, “¡Ay, cuántas cosas perdidas…”, “Te busqué por la duda…”).

La amada esencial.- La amada tiene pues cualidades sobrenaturales,
misteriosas, que el amante va descubriendo, en una actitud de perpetuo asombro. La voz a ti debida es, en gran medida, la fábula del descubrimiento de la amada y, a la vez, su biografía prodigiosa. Descubrimiento repentino y, luego, sorpresa constantemente renovada ante cada tributo, cada gesto, cada actitud. Asombro y ansia de más, de conocer más, de poseer más, son los sentimientos constantes de la lírica amorosa de Salinas; los sentimientos que corresponden a este objeto
amado que se muestra en constante cambio y transformación. “Tu alma afilada de saeta” es una imagen clave de La voz a ti debida, que representa muy claramente la parte fundamental de la personalidad de la amada, su ansia, su “gran ardor sin término”. Por eso el amante la busca detrás, más allá, no porque se trate de una amada abstracta, sino para conocerla en su misterio. Una vez que el poeta ha visto lo que es ella en apariencia, trata de que sea lo que es en el fondo. Así, trata de orientarla hacia su ser auténtico (“quítate ya los trajes”). Este papel del poeta como creador (Sócrates del amor) del nuevo ser que intenta hacer nacer del fondo de ella, se ve, por ejemplo, en “Perdóname por ir así buscándote”. Pero, como sabemos, no siempre esa búsqueda de la esencia de la amada es hacia dentro, también hacia atrás o hacia arriba: éstos son los caminos del yo poético para conseguir el conocimiento de la esencia de la amada. Es ese movimiento hacia arriba lo que ha permitido que los críticos hablaran del misticismo de Salinas. Sin embargo, a diferencia de los místicos, Salinas no busca a Dios, sino a la diosa pagana Venus, de hecho, el poeta admiraba mucho la famosa pintura “El nacimiento de Venus” de Sandro Boticelli.

Adiós, ausencia.- Llega el momento en La voz a ti debida en que el amor ya no vive sino en la memoria. El poeta está solo, con su poesía llena de preguntas, e insiste en salvar los elementos de su amor, como el beso (“lo encontraremos, sí/ Nuestro beso”) y busca compañía en las sombras: las del amor que fue. El poeta las utiliza como sustitución de la amada, así, podrá olvidar a su amante, a su cuerpo, para estrechar solamente su “dulce cuerpo pensado”. Sin embargo, en el último poema, asistimos a la transformación total: las sombras se rebelan contra su creador, exigen la presencia de los amantes que, al quererse, les darán a ellas la ilusión de ser de carne.

Las cartas de Pedro Salinas a Katherine Whitmore están publicadas por la Editorial Tusquets. Esta relación sentimental entre los dos fue en buena parte epistolar, pues, como ya he dicho, entre 1932 y 1947 se vieron en contadas ocasiones. Es decir, que tanto la obra poética formada por la trilogía como por el epistolario que materializa esta apasionada relación amorosa tienen un importante componente mental, por no decir imaginario, que no creo que sea un adjetivo apropiado. Lejos de la mujer que ama, la mente del poeta enamorado sublima y recrea con la palabra el sentimiento, la emoción, la exultante felicidad, la tristeza, la añoranza, la duda, la exaltación, el dolor... Leer estas cartas implica seguir la historia de amor entre el poeta y su amante, conocer las vicisitudes de sus relación. Cada carta es una pequeña joya literaria de profundo valor humano. Leer estas cartas es un absoluto placer, es disfrutar de cada uno de esos momentos que son un regalo para los amantes de la lectura y de la poesía.
En ficción y publicada por Suma de Letras tenemos una preciosa novela de Susana Fortes, El amor no es un verso libre, y que ya reseñé en Volveremos a Macondo el 26 de febrero de 2014.




©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega

domingo, 12 de abril de 2015

La sombra de otro


En estos días está visto que está de moda Miguel de Cervantes y Saavedra, aunque para desgracia no sea por ser el autor de la genial El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, del que se va a celebrar este año el cuatrocientos aniversario de la publicación de su segunda parte, sino por la aparición de unos supuestos restos aparecidos en el convento de las Trinitarias de Madrid que se dice que pertenecen al insigne manco y que son prueba fehaciente de que allí fue enterrado. Y es que la vida de nuestro gran maestro de las letras está envuelta en muchas sombras e incógnitas.

Cae, seguramente no por casualidad sino por mi amor por la literatura y la historia, en mis manos La sombra de otro de Luis García Jambrina, y con regocijo leo una historia novelada de la vida de Cervantes muy original y bien escrita y documentada que nos transporta a la sociedad de finales del siglo XVI y principios del XVII.

La historia arranca cuando un profesor de literatura encuentra, por casualidad, unos papeles antiguos escritos en caracteres arábigos con el nombre de "Confesión de Antonio de Segura", enemigo en la sombra de Miguel de Cervantes, a quien envidia con toda su alma y persigue de manera implacable con la intención de destruirlo. En ellos, Antonio de Segura o Sigura nos relata, desde la cárcel, como conoció a Cervantes en su juventud y como fue herido por él en el curso de una pelea, suceso que cambiaría para siempre el destino de ambos.

A partir de ahí se suceden las peripecias, los conflictos, los misterios, las rivalidades personales, la lucha por la supervivencia y por hacerse un hueco en la Corte y en el mundo de las letras, hasta componer un fabuloso recorrido por la vida del autor de El Quijote.

La sombra de otro es una novela histórica llena de luces y de sombras como fue la vida de Cervantes y repleta de intrigas, conflictos personales y misterio sobre un personaje que tuvo una existencia tan llena de aventuras y peripecias y vicisitudes novelescas y que, sin embargo, tiene escritas tan pocas obras de ficción. La vida de Cervantes fue muy azarosa al tener un espíritu muy viajero al no permanecer durante mucho tiempo en el mismo lugar. Una vida llena de conflictos, tensiones, desgracias, desventuras y miserias que en la novela esta narrada por un envidioso, Antonio de Segura, lo que nos permite conseguir una perspectiva más completa de la persona ya que la envidia del narrador parte de la admiración que siente por Cervantes al que, al mismo tiempo, odia profundamente por lo que nos va a contar todo lo bueno pero va a intentar destruir la imagen de su contrario.

Antonio de Segura fue un personaje real que aparece en las biografías de Miguel de Cervantes aunque se le despacha en apenas dos líneas. Ambos eran dos amigos en su juventud que sufrieron un encontronazo con una pelea y un duelo donde Antonio de Segura resultó malherido y desfigurado. Cervantes en esa época ya había ocupado un sitio en la Corte como poeta y este suceso le cambia toda su vida al tener por su causa que huir a Roma con lo puesto. Y es aquí donde Antonio de Segura se obsesiona por influir en la vida de nuestro más insigne escritor allí donde se encuentre para hacer de él un desgraciado.

Volviendo al misterio de Cervantes, sabemos que nace en 1547, supuestamente en Alcalá de Henares. Vivirá en Madrid y Valladolid y, tras una serie de sucesos narrados en la novela, lo encontramos en 1571 en la batalla de Lepanto. Cuando regresa a España en 1575 es apresado y llevado cautivo por los turcos a Argel. Tras su liberación regresa a la Corte y empieza a publicar y, tras muchas penas y cárceles, en 1605 publica El Quijote en su primera parte.

Luis García Jambrina no quiere hacer una biografía novelada de Cervantes y así esa vida es contada por un enemigo acérrimo enfermo de envidia por él, dándonos una visión muy original de un personaje fascinante y singular lleno de humanidad y con grandes defectos y sombras.

Luis García Jambrina no escribe una novela sobre Cervantes simplemente sino que también hace una novela sobre la envidia, el fracaso, el odio, los celos y las paradojas que se dan entre el éxito y el fracaso entre dos personajes que son muy conflictivos y con mucha tensión entre ellos y que le permiten desarrollar todos estos temas, y que nos hacen descubrir que nada ha cambiado a través del tiempo y que todo se repite, pudiendo el lector establecer analogías entre ese mundo del Siglo de Oro español que abandonando a sus suerte a sus ciudadanos con el actual no tiene muchas diferencias.

Luis García Jambrina consigue con este narrador un punto de vista realmente nuevo y acertado que nos lleva en un viaje itinerante a Alcalá de Henares, Madrid, Valladolid, Córdoba, Sevilla, Roma, Lepanto, Mesina, Sicilia, Cerdeña, Nápoles, Argel, Orán, Denia, Lisboa, Esquivias, Toledo, Écija, Granada, Cartagena, Jaén o Úbeda, y nos presenta a personajes históricos como Felipe II, Isabel de Valois, el príncipe Don Carlos, Mateo Vázquez, Juan López de Hoyos, Cardenal Acquaviva, Juan de Austria, El Duque de Lerma y Lope de Vega del que Cervantes sentía admiración pero que, en cambio, recibía hacia él absoluto desprecio, sobre todo por el Quijote, cosa inexplicable ya que Lope era un ídolo en su tiempo, mientras que Cervantes nunca llegó a ver reconocida su valía en vida y, aunque se le estimara como poeta y escritor, nunca llegó a tener la fama y éxito popular del Fénix de los Ingenios que arrasaba con sus obras de teatro. 

La sombra de otro es una fascinante novela que nos demuestra que nuestra historia es una mina aunque no se la utilice. Es una novela con rigor histórico, perfectamente ambientada con una perfecta recreación de la época y también con intriga y emoción que consigue enganchar desde sus primeras líneas.

Luis García Jambrina con La sombra de otro inaugura con gran lujo los dos años cervantinos que nos esperan en los que se celebrará el cuarto centenario del Quijote y de la muerte del manco de Lepanto. No puede haber mejor inicio para celebraciones tan importantes para nuestra cultura.

©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega

lunes, 23 de marzo de 2015

Khïmera



Tú, que estás ahí sentado tranquilamente en el sofá de tu casa, quizás aburrido, pensando que, en el fondo, la vida que te ha tocado vivir no es tan mala. Tú, que puede que pienses que esto de la crisis mundial es algo que tiene que ocurrir cíclicamente ya que, como dice la Biblia, hay años de vacas gordas y años de vacas flacas. Tú, que no estás interesado para nada en la política y presumes de ello pues supones que el tablero del mundo está manejado por los de siempre pero que de todo se sale. Tú, feliz congénere del año 2015 debes comprar Khïmera de César Pérez Gellida y ponerte a leer.

"Cuenta la leyenda que en aquel reino vivía el príncipe Iván, el último de tres hermanos pero el más aguerrido y audaz.
Una aciaga noche, el cruel Korschéi Bessmertnii se valió de trucos y argucias para raptar a su madre y llevársela más allá de los treinta y nueve reinos. Impotente, el zar enloqueció y todos sus dominios se vieron contagiados por el caos y las tinieblas. Entonces, el mayor de los tres hermanos partió en su búsqueda.
Jamás regresó.
Le siguió el mediano y nunca más se supo de él.
Y cuando le llegó el turno al príncipe Iván se le apareció una anciana que no era sino la ninfa Rusalka. Esta le convenció de la necesidad de tejer un plan audaz y de la exigencia de disponer de la entereza suficiente para ejecutarlo si quería rescatar a su madre con vida de garras de Korschéi, el inmortal... D esta forma, el príncipe Iván se convirtió en el primero de los bogatyrí, un caballero bizarro y poderoso".

2054. Tras la Guerra de Devastación Global, la realidad social y geopolítica ha cambiado rotundamente. Los viejos conceptos de la democracia y el capitalismo han sido enterrados por las corrientes transhumanistas y la tecnofagia. El poder se concentra en manos de las grandes corporaciones. Sin embargo, todavía queda un cabos suelto, un molesto inconveniente que se escapa de las afiladas uñas de la Asamblea: Khïmera. 

En la arriesgada búsqueda de un enigmático personaje conocido como el bogatyr, héroe para algunos y villano para otros, están puestas las últimas esperanzas de aquellos que luchan para lograr que el mundo cambie para siempre.

César Pérez Gellida crea un mundo a la vuelta de la esquina sobrecogedor. Un futuro cercano que nos damos cuenta que es una muy posible prolongación de nuestro presente en un mundo que surge tras la Guerra de Devastación Global. Un mundo completamente diferente al actual pero absolutamente posible, después de "treinta y ocho meses de devastación en los que el ser humano dejó de ser humano y estuvo muy cerca de dejar de ser".

Khïmera es un rompecabezas detallista, angustioso e inquietante que se nos muestra factible desembocar en él sin ninguna dudad si no conseguimos cambiar el rumbo que hemos tomado.

César Pérez Gellida ha realizado un trabajo de documentación ímprobo y muy completo que, unido a esa innata imaginación característica que posee, hace de Khïmera una novela llena de matices que hacen poso en el lector y que le obliga a reflexionar.

Khïmera no es una historia de ciencia ficción porque todo lo que se cuenta en la novela es absolutamente realista y cotidiano en donde parece que el autor ha viajado en el tiempo hacia el futuro y ha vuelto para plasmar en el papel lo que ha visto con sus propios ojos tan perspicaces.

En Khïmera parece que César Pérez Gellida abandona ese terreno que nos ha demostrado que se encuentra como pez en el agua y que es el de la novela negra y que se embarca en una nueva empresa muy arriesgada. Pero enseguida te das cuenta que es fiel a sus principios y que estamos sumergidos en ese mundo Gellida por él creado. Un mundo donde mima a los personajes, un mundo de acción trepidante y un mundo que es tan fielmente descrito y real que te lo crees a pies juntillas, por mucho que describa situaciones que van a suceder dentro de cuarenta años. César Pérez Gellida da poderosamente un salto hacia delante con Khïmera que es una novela con un argumento denso, con más de cuarenta personajes, todos perfectamente descritos, dibujados y dotados de alma, marca de la casa, donde se construye un mundo realista que te hace leer el libro con lentitud, pese a lo trepidante de la acción, para saborear la buena escritura y descubrir y saborear los guiños a los que los seguidores del autor ya nos tiene habituados y con los que nos sorprendemos con gran regocijo.

He terminado hace unos momentos la lectura de Khïmera, acabo de pasar su última página y he cerrado el libro. Me pongo a pensar y reflexionar. Me ha costado avanzar a veces, me ha entusiasmado la mayoría, me ha sobrecogido y aterrado muchas. Pero la sensación más fuerte que tengo ahora mismo que Khïmera está cerrado a mi lado, con su preciosa portada troquelada mirando hacia mi, es de una profunda y admirada envidia hacia César Pérez Gellida por tener el don de saber escribir de una forma tan magistral. No tengas ninguna duda César Pérez Gellida porque has conseguido plenamente tu propósito tras tantas horas de trabajo extenuante y tenaz. Has creado un escenario tangible, terrorífico y agobiante en esta advertencia que nos haces como si fuera un grito desgarrado para que el mundo no se dirija hacia el abismo.

Vuelvo a abrir Khïmera y releo la dedicatoria que me escribiste con tanto cariño en esa apasionante noche del Zero Café. Como pides en tu nota de autor que te digamos nuestra opinión, emito mi veredicto: he disfrutado mucho con la lectura de Khïmera, aunque deseo que lo que se relata en ella no ocurra nunca. Claro que tú eres tan visionario y genial que seguramente estemos abocados a sufrirlo. Khïmera es una absoluta obra de arte.
Konets.



©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega

martes, 17 de marzo de 2015

El maestro


Hay que esperar mucho tiempo para encontrarse con un libro como El maestro, la primera novela que publica con su
verdadero nombre Màrius Mollà
ya que en sus anteriores obras las firmaba con sus seudónimos de Andrés Vidal Eduardo Roca.

El maestro narra la historia de unos hombres valientes que quisieron acabar con la educación secular de la Iglesia en España y dar a la enseñanza de nuestros niños y niñas un carácter científico y racional, separando de ella toda noción mística y sobrenatural, para alcanzar con la instrucción y formación de la inteligencia, el desarrollo del carácter, la cultura de la voluntad, la preparación de un ser moral y físico bien equilibrado mucho más práctica que teórica y apoyada sobre la gran ley natural de la solidaridad.

Estos idealistas siguieron las ilusiones del famoso pedagogo libertario español Francesc Ferrer i Guardia que fue condenado a muerte por un consejo de guerra que le acusó injustamente de ser uno de los instigadores de los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona, y que recogió la tradición moderna, iniciada por Rousseau en el siglo XVIII, que era contraria a la autoridad y a la cosmovisión religiosa, para adaptarla al anarquismo y librepensamiento que florecía en las ciudades industriales. Para ello creó La Escuela Moderna que fue un centro de enseñanza que existió al comenzar el siglo XX en Cataluña con el objetivo esencial de educar a la clase trabajadora de una manera racionalista, laica y no coercitiva sino de apoyo, con una enseñanza mixta, anticlerical y favorable a la reivindicación obrera, donde los niños y las niñas tenían una insólita libertad, se realizaban ejercicios, juegos y esparcimientos al aire libre, se insistía en el equilibrio con el entorno natural y con el medio, en la higiene personal y social, no había ni exámenes, ni premios, ni castigos, haciéndolo extensivo a las familias de los alumnos que colaboraban con los maestros, donde la enseñanza no era una fe sino una confianza en el futuro fundada en sólidos conocimientos.

Pero El maestro no es un tratado histórico pedagógico sino una historia, una bella historia de ficción salpicada de momentos históricos reales donde Màrius Mollà, un escritor que es ingeniero industrial y consultor de empresas y que siempre ha estado atento a los cambios que la Historia ha impuesto, impone e impondrá en nuestro entorno, sitúa en el paradisiaco macizo del Montseny catalán al que en el año 1914 un hombre que viaja solo de Francia a Barcelona, cerca de la montaña siente el impulso de bajarse en una pequeña estación pues decide que el olvido que busca se podría encontrar en el silencio de sus bosques, por lo que entra a formar parte de una pequeña comunidad de leñadores y se acostumbra a la vida sencilla en contacto con la naturaleza, dejando atrás los ideales y los sueños envueltos en su pasado desconocido para todos. Sin embargo está muy claro que nadie puede oponerse a su destino y pronto descubrirá que los niños de la explotación forestal lo necesitan y se da cuenta que tal vez aquel bosque aislado puede ser, después de todo, el lugar para llevar a la práctica los principios pedagógicos que la Escuela Moderna había desarrollado en Barcelona desde 1901 a 1906 en el que fue cerrada tras el atentado anarquista que Mateo Morral hizo en la boda de Alfonso XIII en la que lanzó una bomba contra la comitiva nupcial a su paso por la calle Mayor de Madrid. Ese forastero que llegó a la montaña en 1914, cuando el mundo se abocaba a la destrucción de la Gran Guerra, en un año se gana la confianza de los componentes de la comunidad de leñadores y su corazón gracias a su esfuerzo, prudencia y educación, y es invitado por todos a que sea su maestro.

Màrius Mollà mezcla con maestría dos historias. Por una parte la cronología de ese año en el que Emili Boix vive en el bosque del Montseny, y por otra, la vida de Pablo Bruniquer, discípulo de Ferrer Guardia, desde 1899 a 1914. Y entre las dos historias de ficción introduce datos históricos de nuestro país y de Europa, como son, además de los anteriormente comentados, el inicio de la Primera Guerra Mundial o el asesinato del líder socialista francés Jean Jaurés, que nos desvelan datos muy interesantes sobre la situación político social de la época.

El maestro de Màrius Mollà recuerda y parece heredera de Tierra baja del dramaturgo y poeta catalán Ángel Guimerà, relatando la Restauración borbónica que va desde finales de la Primera República Española en 1874 hasta el golpe de estado de Primo de Rivera en 1923 y que se caracterizó por una cierta estabilidad institucional que impulsó un modelo liberal del Estado. La revolución industrial vio el nacimiento de la clase obrera que creó toda una serie de movimientos políticos y sociales que dieron nombre al movimiento obrero, donde el anarquismo se apoderó de los movimientos de revuelta social y en Cataluña nació el catalanismo político, fruto del rechazo a las políticas centralistas uniformadoras que estaba implementando el nuevo estado liberal español. En Europa se vivió una época donde los movimientos nacionalistas tomaron fuerza y consiguieron modificar la organización territorial existente con la creación de nuevos estados como Italia y Alemania.

Màrius Mollà escribe El maestro con un típico estilo naturalista, describiendo asuntos de la realidad cotidiana de la clase obrera, diseccionando de forma objetiva la realidad social, siguiendo una concepción cientifista y determinista que permite la descripción de conflictos muy pasionales que rodean a esta clase social. Una sociedad conservadora que oprime al obrero que se levanta contra la dominación del caciquismo rural exaltando la naturaleza ante la sociedad envilecida por el progreso y donde la tierra alta de los bosques del Montseny es tranquila y pura frente a la corrupta tierra baja llena de falsedad y maldad. En la montaña los personajes son felices, al menos la gran mayoría, mientras que en el valle se refleja una sociedad degradada por la explotación y el materialismo, con personajes malvados y mezquinos. La tierra alta es un lugar virgen donde no ha llegado la corrupción.

El maestro es una novela apasionante donde aparecen temas modernos como el maltrato a las mujeres, la hiperactividad de los niños o el ecologismo, que narra el sueño de un maestro idealista y vocacional  que consigue para bien cambiar la vida de un niño y que consigue claramente hacernos ver la transformación del sistema educativo como base de todo cambio social y económico. Màrius Mollà escribe con una gran pasión y describe unos personajes absolutamente memorables como Emili, Arnau o Raquel como protagonistas, acompañados por el resto de leñadores, los hermanos Garriga, el cojo Gonçal, el Guardia Civil o Don Miguel, el maestro del pueblo.

El maestro nos describe hechos del pasado pero parece que ya no está nada por inventar porque la historia de El maestro no puede ser más cercana y actual en estos tiempos tan lúgubres que nos está tocando vivir dándonos un soplo de esperanza. Emocionaros con su lectura en esta historia que transcurre en medio de esas rocas inmensas donde rompe el Mediterráneo y por supuesto no dejéis que los de siempre quiten a vuestros hijos la educación que como semilla que deja dentro de ellos es muy fructífera para conseguir un mundo libre y solidario. Figuras como la de Francesc Ferrer i Guardia nos indicó el camino al pensar que nadie es malo voluntariamente y que todo el mal que hay en el mundo proviene de la ignorancia. Y los ignorantes saben esto muy bien y la ignorancia criminal se perpetúa todavía hoy a través de nuevas e incansables inquisiciones aunque ante ellos, sin embargo, algunas de sus víctimas, como estos idealistas y luchadores, seguirán siempre vivas.

©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega