viernes, 12 de enero de 2018

La noche del escaparate



¿Te has parado alguna vez, cuando caminas por la calle de noche, frente al escaparate de una tienda todo iluminado? ¿Te has dado cuenta de que tu figura se refleja en el cristal? Pues ten mucho cuidado porque en él se pueden reflejar muchas más cosas que pueden convertir tu existencia en un verdadero infierno.

Jorge David Alonso Curiel vuelve a un género, el de los relatos, en el que se mueve como pez en el agua y se siente muy cómodo con La noche del escaparate después de su más que interesante Saber moverse.

Este nuevo libro está compuesto por siete relatos, de los que seis son originales y uno fue publicado ya hace unos años en otro volumen, con la temática del desencanto por la vida de una serie de personajes profundamente inadaptados para poder sobrevivir dentro de una sociedad que, como un pérfido monstruo, engulle a todo aquel que es incapaz de entenderla y adaptarse al ritmo frenético que ella marca. Así nos encontramos con unos seres humanos, en su gran mayoría masculinos frente a la preponderancia de mujeres en Saber moverse, que sufren con el abandono de sus parejas, aunque sean incapaces de comprender el motivo, muy claro para el lector, por el que se ha producido, aunque éste sea muy grave y otras situaciones inverosímiles. Los protagonistas de los relatos se muestran, no obstante, poco preocupados por lo que les sucede y son en exceso condescendientes, transigiendo con su infortunio como si fuera algo de lo más natural, aunque tampoco entiendan la causa por la que se ven envueltos en las diversas y diferentes situaciones por las que pasan, convirtiéndose en seres resignados a su suerte, que por cierto siempre no es de lo más afortunada. Son, como dice Jorge David Alonso Curiel en uno de sus relatos, unos buenos chicos, pero que no sirven para la vida de verdad, no valen para nada. Así tenemos una serie de personajes que deambulan como zombis por la noche espectral vallisoletana, abrazados por un frío gélido y abrigados solamente por una densa niebla en unos relatos y en otros por un canicular calor sofocante nocturno, porque así es esta ciudad de radical con su clima y sin término medio, sintiendo el abandono, el miedo, la crisis económica, el fracaso en las relaciones con el otro sexo, producto siempre de esa inmadurez que les precipita al más cruel de los fracasos.

La noche del escaparate es un libro terriblemente curielano con una prosa notable propia del autor, tanto en la misma idea o concepto que la origina, como en las múltiples ramificaciones que se desprenden de su peripecia narrativa, tanto psicológicas como emocionales. Jorge David Alonso Curiel indaga con sorna y mucha mala uva en los impulsos casi esquizofrénicos de sus patéticos personajes como siempre con bastante negrura, que en La noche del escaparate se vuelve mucho más densa, y su humor mucho más salvaje.

El describir su ciudad configura un libro sobre una absurda y rocambolesca noche en Valladolid en el que a unos hombres y a unas pocas mujeres les ocurren las mayores barrabasadas que hubieran resultado menos impactantes si no las hubiese creado Jorge Davis Alonso Curiel que retrata casi una ciudad de pesadilla, pero sin llevar a cabo ninguna crítica social ni nada por el estilo, salvo muy honrosas excepciones. Su dinámica pluma se pone al servicio de las situaciones más extraña y extravagantes con el espíritu subversivo de un niño curioso y algo cruel, de un demiurgo caprichoso que sometiera a sus atormentadas criaturas a una noche excéntrica e inolvidable en unas aventuras a ratos jocosas y en momentos hasta surrealistas.

La noche del escaparate es una comedia urbana que reúne a una pléyade de estrafalarios caracteres, poblando los ambientes más taciturnos y huraños de la ciudad, enfocados desde la gris perspectiva de unos ciudadanos medios. Como lectores observamos su forma de ver y actuar en la vida con las enloquecidas situaciones nocturnas que experimenta este muestrario esperpéntico de personajes, desde un empleado de una gasolinera casi paranoico hasta un pobre hombre secuestrado sin que sepa el motivo, pasando por un corredor que corre para huir de sus fantasmas, por una chica que se independiza de sus padres a los casi cuarenta años, o que no entienden el haber sido abandonados y seguir enamorados, un divorciado en la sala de urgencias de un hospital obsesionado con su pasado o un hombre desilusionado de la vida que regresa al pueblo en el que nació, en un libro con brochazos tragicómicos y de un humor negro desplegados en una atmósfera kafkiana asfixiante y alucinante como una pesadilla en el que cumplen su rol de pringados acosados por una realidad que les supera a todas luces, y cuya única salida es correr y sobrevivir, mientras nosotros, lectores espectadores, sufrimos con ellos y nos reímos de lo absurda que puede resultar la vida.

Jorge David Alonso Curiel se entrega con toda su desenvoltura y atrevimiento narrativo, aunque de la impresión que no le importe demasiado ni le mueva lo que les sucede a sus criaturas en el fondo, que promete a una más que certera plenitud que parece empezar a asomar cada vez más nítida por el horizonte.


En definitiva, Valladolid en invierno es una ciudad desapacible y fría, y en verano, sofocante y abrasadora, pero es un lugar, como cualquier otro, en el que las personas aman y se dejan amar, y en el que también no son amadas. Yo de lo que estoy plenamente convencido es que Jorge David Alonso Curiel ama la literatura y se deja amar por ella. La relación entre los dos es indestructible.

©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega

Sevilla... Gymnopédies y Mujeres descosidas




LA MAGIA DE LA ALEGRÍA


Puede ser que pensemos, incluso que tengamos muy arraigado dentro de lo más hondo de nuestro ser, que en estos tiempos convulsos y tan poco igualitarios de un mundo globalizado en que nos ha tocado vivir, no quede sitio para la alegría de la vida, pero a veces nos sorprendemos muy gratamente con una explosión de ella.

Una de esas explosiones de jubilosa algazara nos la regala la escritora vallisoletana María Ángeles Cantalapiedra con sus dos novelas “Sevilla… Gymnopédies” y “Mujeres descosidas”, publicadas las dos por Sial Pigmalión.

En ambas, las protagonistas son dos mujeres muy diferentes. Ana María, en la primera, es una jovencísima periodista que tras la muerte de su padre, recibe una oferta de trabajo que la lleva hasta Sevilla y su vida sufrirá allí un cambio radical. En la segunda, Juana es una mujer en la cincuentena hundida en su propio caos que también se traslada, esta vez a las montañas de Asturias, para poder descifrar el contenido enigmático de trece cartas que ha descubierto en un olvidado baúl en el desván de la casa de sus padres, para poder salvarse o morir sin alcanzar su liberación del desasosiego en el que se halla sumida su vida debido a tanto desamor y despego que ha recibido siempre de su madre.

Tanto Sevilla… Gymnopédies como Mujeres descosidas tienen una estructura semejante aunque sean novelas muy diferentes: dos historias paralelas que van convergiendo en una única, unas mujeres arrebatadas, un humor contagioso, una intriga y un suspense cuidadosamente dosificados, un lenguaje fresco, coloquial y chispeante delicioso, una ternura sentimental, una sensibilidad afectuosa, un regocijo divertido, y, sobre todas las cosas, unos personajes, tanto protagonistas como secundarios, maravillosos originales, chispeantes y vitales, perfectamente dibujados que alcanzan la cima de lo sublime.

Delicadeza, jovialidad, creencia certera en la bondad del ser humano, positivismo enardecido y ausencia de farsa y superchería son las claves de María Ángeles Cantalapiedra para tejer con hilos de optimismo cautivador y fascinante sus dos primeras novelas, con una habilidad que resulta sorprendente gracias a la escritura potente de la autora que plasma en el papel todo aquello que la conmueve y que no es otra cosa que una visión ilusionada y optimista de la vida, llena de magia, misterio, sutileza, dulzura y paz consigo misma, no exenta de dolor y lucha contra nuestros propios fantasmas.


Ana, María, Lola, Ayumu, Jaime, Bosco, Juana, Regalito, Jesús, Úrsula, Bruno,… te están esperando para contarte todo lo que, posiblemente, podías intuir, pero necesitabas conocerlos para darte cuenta que todo es mucho más bello que lo que nos cuentan. Además, te lo podrán referir de una manera en lo que prime la más cruda realidad o con la más subyugadora fantasía porque ellos son así de especiales e ilusionantes. Ambas maneras, en las manos de María Ángeles Cantalapiedra, se llenan de belleza, pero yo, puesto a elegir y siendo las dos igual de buenas, me quedo con el hechizo de la literatura que te hace volar por mundos fantásticos e imaginarios más allá de la razón. Yo me quedo con la magia de la alegría.

©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega