Es asombrosa la cantidad de temas que puede abarcar la novela negra. Aunque La caricia de Tánatos de María José Moreno, más que novela negra se adentra en el análisis de las zonas oscuras de las personas, aquello que es el motor de muchos de los comportamientos y que, claro está, viene a complicar las relaciones interpersonales.
La caricia de Tánatos cuenta una historia que gira en torno a dos coordenadas fundamentales que van a constituir la razón de ser de la trama, y que las podemos encuadrar en dos frases: “Nada es lo que parece” y “El mal está a tu lado, ¿sabrías reconocerlo?”.
Una coincidente cadena de sucesos viene a enturbiar la rutinaria y tranquila existencia de la psicoterapeuta Mercedes Lozano
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Inquietantes llamadas telefónicas anónimas y cartas; el inicio de una relación afectiva con Miguel Vergara, un psiquiatra que ejerce de médico forense, con una traumática infancia de la que no termina de desprenderse; un complicado tratamiento psicológico de una paciente, Marina Daroca, y la aparición en escena de un hombre que solicita su ayuda profesional y cuya mirada «hiela la sangre», ponen su vida boca abajo y la sitúan al borde del precipicio emocional.
Un thriller psicológico que recrea con gran realismo el escabroso viaje de la psicoterapeuta a través de sí misma y de sus pacientes para identificar el tejido del Mal, su origen y la forma de manifestarse a través de sus múltiples máscaras: la manipulación, la perversidad, la culpa autoimpuesta, el maltrato psicológico… poniendo el acento en las vidas de unos personajes marcados por su infancia, mostrándonos el lado más oscuro de sus mentes.
A estas alturas, los aficionados al género conocen que la Trilogía del Mal de María José está concebida en torno a su protagonista, Mercedes Lozano, una psicóloga adicta al trabajo, muy profesional, pero insegura en muchos otros aspectos de su vida, con una infancia carente del afecto de su madre y una boda abortada poco antes de producirse al ser abandonada por su novio que se fue con su mejor amiga, con el proyecto de recoger en los tres libros distintas perspectivas sobre el Mal, desde la más banal a la más perversa, mostrándonos el viaje a través de la protagonista y de los demás personajes que nos ilumine para poder identificar el tejido del Mal. Su origen y las diferentes formas que tiene de manifestarse, zambulléndonos o, mejor dicho, arrojándonos al lado más vil, infame, despreciable, malvado, cruel, dañino, abyecto y nocivo que una persona puede llevar dentro.
El rechazo y la falta de cariño de una madre hacia su hija, la manera de comportarse y maltratar de un padre a su hijo, de un jefe a sus subordinados, la sobreprotección de una hija única y tardía, los abusos de una madre a su hijo, … pueden desembocar en futuras personalidades de lo más complejas, que van desde la inseguridad hasta la culminación de un narcisista, egocéntrico, egoísta y vampiro psicológico que anula, manipula, desangra y destroza la vida de su víctima en la que ha fijado su mirada.
Convivimos con los demás sin llegar a reconocer a los malvados que comparten la vida con nosotros. Nos creemos que vivimos felices en un mundo seguro y no es real. La realidad sólo la aprehendes bajo estas circunstancias cuando te topas y te das de bruces con el mal. Después te olvidas y sigues con tu vida, por aquello de la capacidad humana de supervivencia. Quien sobreviva, claro.
Las personas tóxicas vampiras es lo más terrorífico con lo que te puedes encontrar, porque te dejan hecho un despojo sin que los esperes y ni siquiera te lo puedas llegar a imaginar. Son personas corrientes; si me apuras, incluso más amables que la mayoría, de los que no puedes sospechar que sean capaces de hacer nada malo. Caes en sus redes y colaboras sin ser consciente de tu propia destrucción.
No esperes disculpas ni remordimientos sinceros de estos seres. No solo no sienten culpa, sino que puede que disfruten con el daño que infligen. Actúan así porque les conviene, porque es el camino más corto para conseguir lo que desean, y porque han descubierto que les compensa dañar a otra persona o saltarse la ley con tal de lograrlo.
El vampiro es experto en volver las cartas a su favor. Extremadamente manipulador, inteligente y astuto, rompe cada pacto o cada límite a su conveniencia. Bajo la excusa del amor, se comportará de manera impulsiva y descontrolada. Aducirá problemas personales (en la novela laborales) para conseguir beneficios y justificar sus altibajos emocionales.
Al ser un consumado hipócrita, la percepción de los que le rodean será la de una persona atenta y atractiva. Está devorando a la víctima, que ni siquiera sabe cuándo ha comenzado todo.
Un vampiro monta en cólera continuamente, aparenta estar indefenso y ser digno de compasión, se muestra rebelde, es narcisista, tiene sentimientos de culpa, es dependiente, manipulador, reservado e insensible.
Nunca hay que perder de vista el poder de la fascinación de los vampiros. Un vampiro emocional no evita una ocasión para hacer el mal. Sabe perfectamente lo que quiere y como lo quiere. Cualquier víctima de un vampiro, en el estado de deslumbramiento en el que se halla, justificará, al menos al principio, su relación y sus reacciones, minimizando los elementos extraños que percibe, aludiendo al amor, a su carácter, a sus circunstancias… o incluso se culparán a sí mismas.
La víctima se enamora como un becerro del vampiro emocional y es capaz de saltar cualquier límite, incluida su propia familia, acabando muerto, arruinado, cornuda y mentalmente inestable, porque la mordedura del vampiro crea adicción y dejar de sentirla supone la mayor decepción de su vida.
Un maltratador psicológico psicópata distingue el bien del mal, pero elige el mal sin dudar si eso es lo que le favorece, carece de empatía emocional, cosifica y percibe a los demás como simples herramientas para alcanzar sus objetivos y nunca aprenden de sus errores debido a su escepticismo y su complejo de superioridad. Se adapta a una vida normal, integrado y pasando inadvertido. Un maltratador maltrata porque tiene el poder, no porque sea más fuerte.
Un narcisista despreciará a quien le ame, y considerará que es muy inferior a él. Aspirará a alguien mejor, alguien que le permita vivir la fantasía de un amor ideal y llevar a cabo su propia fantasía amorosa, que siempre se está renovando y, por lo tanto, no puede lograrse nunca. Es incapaz de amar y cualquier relación girará en torno a él, manteniendo a varios adoradores en distintos estados de agotamiento para alimentarse de su adoración. No importa nada fuera de su esfera inmediata, y no duda en usar a otra persona, explotarla o herirla para sentirse mejor.
La caricia de Tánatos tiene una serie de historias que se entrecruzan según los diferentes personajes, donde se teoriza sobre que el mal tiene sus motivaciones y se adhiere a la conformación de la personalidad, generando desde el principio de una vida cambios, fases, altibajos, transformaciones, alternativas y problemas, donde se puede encontrar el quid de su comprensión sin que implique, ni mucho menos, que esa comprensión sea disculpable. Tenemos a nuestro lado a seres humanos malvados y no nos percatamos de ello, como no nos damos cuenta de las artes que emplean para hacer el mal. En esta novela no hay policías, investigadores ni delincuentes al uso que cometan crímenes sangrientos que hay que descubrir y aclarar, sino que nos adentramos en esa zona oscura y desconocida de la mente de los personajes y en las relaciones interpersonales entre ellos con la asignación de papeles de víctima o de verdugo con el trasfondo del maltrato psicológico en este volumen, para tratar el abuso infantil y la enfermedad mental que causa y la pedofilia, que son el nudo argumental de las otras dos novelas que conforman la trilogía.
El tema tratado en La caricia de Tánatos es lo más importante para mi gusto en la novela, pero el interés que me ha despertado su lectura ha sido consecuencia, por supuesto, de la forma de escribir de María José Moreno. Un lenguaje claro y conciso, con dos narradores en primera persona, Mercedes y Marcos, y multitud de diálogos. Yo que tantos libros leo, me parece que es la primera vez que me encuentro con una novela con tanta cantidad de diálogos, lo que hace que se lea con una agilidad asombrosa.
Y llegados a este punto, tengo que hacer mención especial de Marcos, el malo de la película, con el que la autora se ha lucido de manera impresionante, creando un personaje magnífico al que llegas a odiar con todas tus fuerzas y temer al mismo tiempo. Sólo con él, La caricia de Tánatos ya tendría razón de ser.
Muy buena novela donde no nos vamos a encontrar asesinatos ni asesinos al uso, sino hechos y actuaciones abominables cuyas consecuencias pueden ponerte los pelos de punta y crear en ti un gran desasosiego. Impresionante.
©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega
©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega
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