sábado, 24 de enero de 2015

Lo que el hielo atrapa


Pensé que la nueva novela de Bruno Nievas, Lo que el hielo atrapa, me iba a gustar y me he equivocado. Lo que el hielo atrapa me ha maravillado, encantado y atrapado en una historia apasionante que me ha llenado el cuerpo de sentimientos gracias a la maestría de este joven autor que, si ya en sus anteriores novelas y relatos había alcanzado cotas de gran literatura, consigue en su última obra su libro más ambicioso y logrado.

Ernest Shackleton en la expedición Nimrod (1907-1909), después de veintinueve días de marcha, consiguió llegar al punto más al sur jamás hasta entonces alcanzado por el hombre, a la latitud 88º23'S a menos de 180 kilómetros del polo y por debajo de la barrera de las simbólicas 100 millas. Pero el 9 de enero de 1909 dio por terminada la marcha a tan solo 97 millas del Polo Sur, colocando la Unión Jack y bautizando la meseta antártica con el nombre de Eduardo VII del Reino Unido. ¿Pero por qué decidió regresar estando tan cerca de la meta? Shackleton decidió regresar, a tan solo unos días de conseguir alcanzar su objetivo, para que todos los hombres a su cargo pudiesen volver con vida.

A su regreso a Inglaterra como un héroe comunica su decisión de volver a intentarlo en una próxima expedición. Pero se le adelanta Robert Scott, su rival, con la expedición Terranova (1910-1912), donde logró alcanzar el Polo Sur el 17 de enero de 1912, pero solo para encontrarse que los noruegos de Roald Amundsen lo habían hecho cinco semanas antes: Scott y sus hombres fallecieron congelados en el viaje de regreso.

Scott y Shackleton ya habían coincidido en la expedición Discovery (1901-1904) que les llevó a alcanzar la latitud 82º17'S, a unos 850 kilómetros del polo y pararon ahí porque Shackleton enfermó, cosa que nunca fue perdonada por Scott que siempre le consideró el motivo de su fracaso.

En agosto de 1914, Shackleton, tras haber fracasado pues en los dos intentos de alcanzar el Polo Sur en los que se embarcó, intenta reunir los fondos para llevar a cabo la única gesta que quedaba por realizar: atravesar la Antártida. No obstante los rumores del inicio de la Gran Guerra son cada vez mayores y parece que la expedición está condenada antes de partir, aunque Winston Churchill la termina autorizando.

Esta última expedición romántica, bautizada con el nombre de expedición Endurance, es la que Bruno Nievas nos va a contar en Lo que el hielo atrapa. Shackleton quería atravesar a pie de norte a sur la Antártida, ese continente muy poco conocido, inhóspito, con el peor clima del planeta, corrientes marítimas y el peor enemigo, la placa de hielo. Y lo hacía sabiendo por experiencia propia que por debajo de los 40º de latitud sur no hay ley, y que por debajo de los 50º, ni siquiera existe Dios. La Antártida, esa tierra donde las temperaturas en invierno pueden bajar de los 70º bajo cero y en verano la media es de menos 30º; donde si se vierte agua desde un cazo, cuando llegue al suelo estará congelada; donde el viento puede superar los 300 kilómetros por hora y cada dos kilómetros por hora de velocidad del aire equivale al descenso de un grado de temperatura, con lo que vientos de 40 kilómetros por hora, los habituales, congelan la piel en minutos. James Cook, el famoso navegante británico del siglo XVIII, ya dijo que la Antártida no era tierra para el hombre. Es una tierra helada e inhóspita, toda llena de hielo, nieve, icebergs, tormentas, pero también llena de una belleza inusitada y desconocida. Ballenas, focas, orcas, pingüinos y cientos de especies de aves llenando de vida un entorno que es más de lo que aparenta. La Antártida parece un lugar yermo y monocromo pero en realidad posee muchos matices y está llena de vida.


En el buque Endurance se embarcarán para la aventura veintiocho hombres y una mujer, Zara Foley, que huye de la Justicia y de la policía de Londres que la busca por haber matado a un hombre en defensa propia y que huye de la miseria, del hambre y del cadalso.

Vamos a conocer y emocionarnos con la magistral pluma de Bruno Nievas a estos hombres históricos que quedaron atrapados por el hielo, que estuvieron cuatrocientos días sin pisar tierra firme ciento sesenta a la deriva en una placa de hielo, siete navegando en botes abiertos, verdaderas cáscaras de nuez, por el terrible Atlántico Sur, y los dos últimos sin agua. Vamos a asistir a diecisiete días de navegación angustiosa a bordo del pequeño ballenero James Caird para recorrer las 800 millas que separan la isla Elefante de la isla Georgia del Sur, y vamos a asistir con el corazón encogido a la travesía que, después de recorrer 1.500 millas llenas de peligros por las traidoras grietas, voraces orcas, temibles serpientes marinas, hambre y frío que congela los huesos, después del hundimiento del Endurance, van a tener que recorrer a pie 35 kilómetros en treinta y seis horas, atravesando el interior de Georgia del Sur, explorando un territorio que antes nadie había pisado, para poder salvar la vida de veintinueve personas.



Vamos a conocer a una serie de personajes inolvidables como son Wild, Worsley, Crean, Orde-Lees, McNish, Hurley, Macklind, Hussey, Blackborow, Hudson, Greenstreet, Bakewell, McCarthy, Howle, Green, Mcllroy, Vincent ... y sobre todo a los verdaderos protagonistas de la novela, Shackleton y Zara. Unos personajes que se nos harán muy cercanos, llenos de sentimientos, de superación y de optimismo frente a tanta adversidad, en una historia que nos recuerda a esa increíble Mobby Dick en una de las gestas del hombre mas fascinantes del siglo XX transformada en una aventura que nos mantendrá leyendo sin aliento, gracias a la narrativa clara, precisa y sin descanso de Bruno Nievas.


Lo que el hielo atrapa es un libro bellísimo, emocionante, apasionante, que no te da ninguna tregua, que te mantiene en vilo constantemente durante toda su lectura, que te engancha desde el principio y que te hace llorar al final de emoción. Lo que el hielo atrapa es un libro con el que Bruno Nievas nos vuelve a reconciliar con el ser humano y nos descubre una naturaleza impresionante que nos demuestra que aunque nos creamos dominadores, la única ley natural que existe es que en realidad no somos nada, dentro de la naturaleza, con unos diálogos brillantes y preciosos. 

En Lo que el hielo atrapa, Bruno Nievas escribe una absoluta Odisea moderna con un Ulises excepcional, Shackleton, un auténtico líder obsesionado por descubrir y explorar lo inexplorado hace solamente cien años. Un líder que nunca tuvo una palabra de desánimo para sus hombres que se enrolaron en la aventura al leer un anuncio que decía que se buscaban hombres para viaje peligroso, sueldo bajo, frío extremo, largos meses de total oscuridad y escasas posibilidades de regresar con vida, pero que él les condujo por ese camino de baldosas amarillas hacia conseguir el tesoro de la gloria. Un auténtico líder que mantuvo siempre alta la moral de sus hombres porque para él lo importante es lo que les arenga diciéndoles que siempre habrá una hazaña que realizar y que ahí estará siempre él con los mejores hombres para regresar todos con vida porque esa es la promesa que les hace al decirles también que vaya donde vaya, regresará siempre con todos ellos. Y como es un hombre de palabra, lo cumple con ese impactante discurso que les dirige: "Hemos sufrido y hemos pasado hambre. Nos hemos arrastrado, nos hemos aferrado a la gloria, hemos visto a Dios en Su Esplendor, y, sobre todo, hemos escuchado el texto que nos brinda la naturaleza. A través de este camino, arduo en el hielo ... hemos llegado al alma desnuda del hombre".Una fantástica novela de aventuras escrita fantásticamente por Bruno Nievas. Un canto al heroísmo y a la naturaleza que Bruno Nievas nos regala para que tengamos el libro siempre muy cerca de nosotros. Una auténtica maravilla que nadie debería perderse. Una historia que nos atrapa en una vorágine emocionante, porque ya se sabe que Lo que el hielo atrapa, el hielo se lo queda.



©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega

viernes, 16 de enero de 2015

Indivisa Manent


¿Quieres saber cómo empezó todo? ¿Quieres saber qué ocurrió horas antes de que Augusto Ledesma abriera la puerta del Zero Café la noche del 11 de septiembre de 2010 y se diera de bruces con el vídeo de The Cranberries, Promises?

Poco después Augusto, saboreando su segundo gin tonic de Hendrick's que le había servido Luis, y sentado en los sillones de piel situados frente a la barra, se fijó en Marifer cuando bajaba las escaleras del servicio después de que se pusiera una raya que no sería la primera ni la última de la noche, esa noche que si que sería la última de su vida pues en unas horas sus grandes ojos negros y brillantes se apagarían para siempre.

Antes de esa noche que marca el banderazo de salida para la enorme trilogía de César Pérez Gellida, Canciones, versos y trocitos de carne, Augusto Ledesma nos cuenta que el 10 de septiembre de 2010, se encuentra podando un bonsái en su casa del barrio de Covaresa de Valladolid cuando se iban a cumplir dos años desde que sus padres adoptivos fallecieron en un desgraciado accidente de automóvil volviendo de Redipollos, y es en ese momento cuando decide ponerse en marcha, rompiendo con su pasado, para realizar su obra.

Nos habla de sus falsos amigos a los que lleva sin ver desde hace una larga temporada porque ninguno de ellos le interesa una puta mierda, mientras baja en un taxi hacia el centro de Valladolid, camino del Zero Café.

Al día siguiente, 11 de septiembre de 2010, se despierta con un tremendo dolor de cabeza y recuerda la madrugada cuando conoce a una chica a la que llama Afrodita con la que, en la casa de él, follan como dos desconocidos, con esa pasión opuesta al impuesto compromiso. 

Recibe una llamada de teléfono y decide tras la conversación que es el Memento mori, y cuando ha anochecido ya en Valladolid se encuentra caminando como un autómata por la calle San Blas en dirección al Zero Café, siguiendo su particular camino de baldosas amarillas, mientras planifica lo que va a ser su vida a partir de ese momento con su poesía, Afrodita, en el bolsillo.

Abre la puerta y se da de bruces con el vídeo de The Cranberries, Promises, mientras se va adentrando en el bar, gritando las primeras estrofas con el brazo derecho levantado en alto para encontrarse con su destino cuando empiece a sonar La sirena varada de Héroes del silencio y se le ponga la piel de gallina.

Genial y potente César Pérez Gellida como siempre en este spin off titulado Indivisa Manent que nos demuestra que es tan grande y buena la trilogía que, para nuestra fortuna, no acabó con el final de Consummatum est y que podremos seguir disfrutando con cada uno de sus personajes durante mucho tiempo.

Puedes descargarte, yo te lo aconsejo encarecidamente que lo hagas, este pequeño relato en amazon.es por tan solo 0,94 euros.

Nota importante: No se te ocurra leer Indivisa Manent antes de haber terminado Memento mori y Dies irae, pues este relato contiene información trascendental que desvelan uno de los aspectos fundamentales de la trama.


©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega

martes, 13 de enero de 2015

Ofrenda a la Tormenta




Llueve sobre Baztán. Cae muchísima agua para cerrar el círculo de la trilogía de Dolores Redondo con Ofrenda a la tormenta. La Diosa Mari aguarda su sacrificio.


Solamente ha pasado un mes desde el traumático final de Legado en los huesos cuando una mujer denuncia que la muerte súbita de su nieta, oficialmente una muerte de cuna, le parece sospechosa tras el comportamiento extraño del padre de la niña, que ha sido detenido cuando intentaba robar el cadáver pronunciando palabras inconexas. Por el estado en que se encuentra el cuerpo del bebé parece que se trata de un asesinato, lo que lleva a Amaia Salazar y a su equipo de la Policía Foral de Navarra a investigar casos parecidos de muertes de cuna con demasiadas irregularidades que se produjeron en el valle en el pasado, en una investigación que va a cerrar ese círculo que se empezó con El guardián invisible, continuó con Legado en los huesos y finaliza con esta Ofrenda a la tormenta, donde conoceremos por fin  el origen del mal, del dolor y de la situación trágica que puso en marcha las fuerzas mitológicas imperantes en el valle y que llevaron a Amaia Salazar a volver a su lugar de nacimiento para resolver los crímenes que sembraban este idílico lugar.

Es muy difícil de escribir la reseña de Ofrenda a la tormenta ya que es casi imposible no decir algo que desvele cosas importantes de la trama, pero está claro que esta tercera entrega no defrauda como tampoco lo hicieron sus dos predecesoras. Vemos en ella a una inspectora Amaia Salazar con muchísimas más dudas y más angustiada como absoluta protagonista de la novela, aunque más solitaria y pensativa. Los otros personajes quedan más difuminados y no tienen tanto peso aquí, aunque en ningún momento dejan de ser geniales.

Se respira en Ofrenda a la tormenta un miedo sórdido, un frío insoportable lleno de lluvia, niebla, nieve y oscuridad, una mezcla de realidad y fantasía con la mitología ancestral y atávica del bosque en el que las tradiciones del pasado se heredan en el presente en una vorágine de horror y mal. Y todo dentro de ese paisaje paradisiaco del valle del Baztán donde el río es testigo mudo de todo lo que pasa en una sociedad matriarcal educada en un mundo mitológico que aún sigue vivo en el valle, dentro de una investigación policial apasionante, donde se pueden hacer crímenes rituales como sacrificio basados en unas creencias causantes de situaciones tan monstruosas.

Después del Basajaun y del Tarttalo ahora es el momento del Inguma, un perverso demonio de la noche que asfixia a los niños pequeños mientras duermen para beberse su aliento. Todo esto es el verdadero valor del libro, pues esa creencia religiosa no debe ser tomada a risa mientras haya alguien capaz de matar o morir por creer en una cosa que parece magia pero que en estos lugares del valle se vive como una religión que se transmite de madres a hijas.

Pero todo esto no es nuevo. La fe es poderosísima. Puedes no creer en ella, pero hay gente que sí lo hizo en el pasado y muy posiblemente lo sigue haciendo. Como dice Dolores Redondo, en Baztán se tiene la creencia de que lo que todo tiene nombre existe, y si se puede matar en nombre de ello, pues se mata.

Una gran trilogía de la que soy incapaz de decir si una novela es mejor que otra pues a mi me han parecido excelentes las tres. Dolores Redondo nos ha hecho pasar dos años fantásticos. 

La Diosa Mari, la Anbotoko Dama, Bideko Ematze Xuria o Arpeko Saindua, Reina de la Naturaleza y de todos sus componentes, diosa de la justicia, defensora de la honradez y muy severa con la injusticia, que desprecia y castiga el mentir, el robar, no cumplir la palabra dada, no respetar a las personas y la arrogancia, que anuncia su llegada y presencia con una tormenta, tiene que estar orgullosa de esta magnífica ofrenda que le ha hecho Dolores Redondo.



©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega

viernes, 2 de enero de 2015

El síndrome de mamá osa




Si a una osa le intentas arrebatar a su cría recién nacida, se defenderá con todas sus fuerzas que, aunque yo no sé como serán afortunadamente para mi integridad personal a la cual aprecio en gran medida, supongo que serán muchas.


Luz Bartivas en su primer libro, El síndrome de mamá osa, nos cuenta esa aventura apasionante que es tener un hijo y que comienza ya antes de conocerlo y tenerlo entre sus brazos y que transcurre a lo largo de muchos años.

Luz Bartivas nos enseña como en una madre se despierta de forma inmediata el instinto de protección hacia su hijo, el cual va a acompañarla siempre como si fuera una verdadera osa.

Pero además de ese instinto de protección a su osezno u osezna, mamá osa y, por qué no, papa osezno, recorrerán un periplo lleno de innumerables situaciones, vivencias, alegrías, desconciertos, dudas, temores, ilusiones y preocupaciones, que a veces no vamos en un principio saber afrontar y que nos superarán, aunque con el tiempo y la práctica respiraremos al descubrir que son acontecimientos cotidianos muchas veces intrascendentes.

Luz Bartivas hace en El síndrome de mamá osa ese recorrido apasionante desde sus comienzos. Asistimos al nacimiento del hijo y los primeros terrores de una mamá novata, los primeros años, el drama de llevarlo a la guardería y separarse por primera vez de él, el primer colegio, el salto a Primaria, la llegada del hermanito y vuelta a empezar cuando todo empezaba a ir ya sobre ruedas, el paso a Secundaria y el horror al Instituto por los padres, y el aterrizaje en la adolescencia.

¿Es El síndrome de mamá osa un tratado sobre esa aventura que es la maternidad? Pues si, claro que si. Además Luz Bartivas sabe  y conoce en sus propias carnes de lo que habla por su condición de madre y por su experiencia de muchos años en Asociaciones de Padres de la Escuela Pública. Pero no es un tratado ni tomista ni escolástico infumable y aburrido porque Luz Bartivas lo llena de momentos divertidos que salpican la lectura de tema tan serio e importante. Momentos que nos hacen pensar y sonreír, cuando no desternillarnos a carcajadas como me ha ocurrido a mi, con esas situaciones que la autora describe de fiebres, cacas, mocos, cólicos, abuelas, cuñadas, vecinas, amigas, la teta al aire, percentiles, eructos,celos de papá oso, parejas sin hijos, guarderías, uniformes escolares, elección de colegio, tacos, graduaciones, deberes, profesores, actividades extra escolares, regalos a la profe, institutos, fracasos escolares y adolescentes cargados de hormonas a punto de explotar.

Luz Bartivas engancha con su escritura y nos hace disfrutar. Tiene una forma de escribir clara, sencilla y coloquial. Luz Bartivas escribe muy bien, y no lo digo porque sea amiga mía sino porque yo siempre digo lo que me da la gana y ahora quiero decir esto porque así me lo parece y ha demostrado con este libro.

Es Volveremos a Macondo un blog dedicado a la narrativa y aunque El síndrome de mamá osa no sea una novela, está plagado de giros que te hacen leer sus páginas como si lo fuera. Un libro espontáneo y muy divertido que nos cuenta cosas muy serias como lo de que al colegio y al instituto se lleva a los hijos a que reciban una enseñanza, pero que está en manos de los padres la educación de ellos para que lleguen a hacerse independientes y sean trabajadores, inteligentes, solidarios, empáticos, justos y amables; en definitiva, unas personas buenas que merezca la pena conocer y de las que nos sintamos orgullosos y deje en ellos esa estela como ser humano solidario.

Luz Bartivas se estrena con un libro bonito como es El síndrome de mamá osa. No vamos a echar la culpa a nadie, nada más que a ella. Como buena mamá osa seguro que pronto nos engendra y pare otro gran libro.

©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega