Volveremos a Macondo se sigue llenando de autores españoles más o menos recientes en el panorama literario de nuestro país que se dedican al fascinante género de la novela negra. Como ya he dicho varias veces por aquí, este género goza de muy buena salud, y ahora me ha llegado el turno de leer La noche de los peones de Esteban Navarro.
Había oído y leído mucho y bien de Esteban Navarro pero nunca me había acercado a ninguna de sus obras.
Este escritor que ya ha publicado varios libros en su casi recién estrenada carrera, ha tocado, además del género policíaco/negro, el de ciencia ficción y el de fantasía, optando al Premio Nadal de 2013 con esta La noche de los peones, con la que consiguió ser finalista.
Andrés Hernández es un veterano policía nacional destinado en la comisaría de Huesca que está realizando el turno de noche el día en que cumple cuarenta y cinco años junto a una joven policía en prácticas de ventiún años, Diana Dávila. Al principio del servicio recibe la noticia de que un amigo suyo de la infancia, Miguel Ángel Urquijo, ha fallecido en el hospital de la ciudad y que estuvo preguntando por él insistentemente desde que se produjo su ingreso tres días atrás, sin que nadie le hiciera ningún caso. ¿Qué quería Miguel Ángel después de veinte años sin verse? ¿Por qué viene a Huesca desde la zona del Maresme catalán un delincuente drogadicto?
La acción transcurre en esa sola noche con un ritmo a cámara lenta donde los minutos transcurren con total parsimonia en esa comisaría de una ciudad de provincias en extremo tranquila en una madrugada de un día entre semana a las puertas del invierno.
Y aquí viene una cierta polémica. En la novela no ocurre nada o muy poco. Pero todo lo que se narra es muy intenso y no precisamente el rellenar los partes de hospedería en los hoteles de ese día, el servicio de la patrulla que tiene que acudir a una pelea sin importancia entre dos personas en un bar del polígono industrial o la visita que hace Andrés al hospital para intentar obtener información sobre las causas que han llevado a Miguel Ángel a viajar a Huesca preguntando por él de forma obsesiva antes de morir sin que nadie le preste ningún caso. Su intensidad está en los pensamientos que tienen Andrés y Diana sobre lo que ha sido su vida. Así vamos a conocer una historia viva de lo que fue España en esa época en que empezaba a despertar después de tantos años de dictadura. Esos años de niñez y de juventud de Andrés y de Miguel Ángel en los que derivaron en que uno ingresara en la policía nacional mientras que el otro fuera absorvido en una espiral de delincuencia y drogas. Una España que se sacudía sus miedos pero que aún en sus instituciones campaban los franquistas a sus anchas y delincuentes como el Vaquilla o el Torete eran encumbrados a la categoría de héroes y de gente condenada a vivir en un submundo.
Diana también nos cuenta con sus pensamientos la historia de lo que han sido sus años anteriores a ingresar en la policía de los que no se siente personalmente orgullosa precisamente. Hija de madre soltera que no la ha revelado nunca la identidad de su padre del que solo sabe de él que murió en el extranjero y que su cuerpo allí se quedó según le contó su joven madre a la que no quiere nunca parecerse.
Diana y Andrés, después de unos recelos mutuos preliminares, llegan a congeniar en sus conversaciones monótonas y repetitivas a lo largo de la noche que no parece acabar nunca y en sus continuos viajes a la máquina de café, en una trama que me ha sorprendido pues según avanzaba en su lectura me parecía estar leyendo, en vez de una novela, una obra de teatro donde sus personajes, peones en la noche, hacen sus réplicas y contrarréplicas, realizan sus entradas y sus mutis y pasean en un escenario claustrofóbico como es la sala del 091.
¿Estamos ante una novela negra o ante una novela histórica? Yo creo que nos encontramos ante las dos cosas. La noche de los peones es una gran novela negra, escrita desde dentro a fuera y no al revés que es lo normal, no porque aparezcan policías y delincuentes sino porque nos relata las situaciones en donde están sumergidos unos personajes atormentados que guardan sus miserias y secretos para sí. Unos personajes al principio borrosos y que van apareciendo ante nosotros con claros trazos que tienen que avanzar sin descanso porque son peones y si se detienen serán cazados. Y es una novela histórica porque nos cuenta hechos recientes que ocurrieron hace años y que he vuelto a recordar pues fueron protagonistas de mi juventud. Un libro que mezcla sabiamente ambos géneros y que, pese a su inacción, se desliza en los tres últimos capítulos en un desenlace original donde una vieja fotografía polaroid y un desastrado teléfono móvil son las claves.
Una novela muy interesante que, sin ninguna duda, me hará seguir leyendo la obra de Esteban Navarro que entra para mi en el club de los grandes autores nacionales de este género y que han tenido la valentía de lanzarse a escribir para que los demás conozcamos mejor el mundo que nos ha tocado vivir. Desde luego, Esteban Navarro tiene muchas cosas diferentes que contar.
©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega
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