sábado, 19 de enero de 2019

Las palabras imposibles




Escribe Patxi Andión en el prólogo de Las palabras imposibles que si fuera verdad que combinar palabras es un juego, éste sería un juego de vida y de muerte, pues, recordándolas, podemos construir la letanía de nuestra memoria que es donde termina la vida y, cerramos ese círculo mágico, seguramente sólo nos quedará asirnos a la palabra que son sonidos ganados al silencio. Son como distraídos achaques de lo que no sabemos que somos. Son las bisagras entre el conocimiento y el sentimiento. Son seres vivos que se parecen a lo que son y nos dicen lo que somos. Son lo único que precisamos para estar seguros de que estamos vivos porque solamente ellas, las palabras, son capaces de silenciar la mecánica de la derrota del hombre ante la vida.
Las palabras imposibles es el primer libro que llega a mis manos de Antonio Mata Huete y, después de haberlo releído varias veces, sumergiéndome en él e inundándome de sus palabras y de su lírica, pienso que estamos, qué gran alegría pare el que descubre tal hallazgo, ante un genuino y gran poeta. Las palabras imposibles contiene una poesía de tono muy lírico, con sentimientos y expresiones tenuemente propuestas con un lenguaje muy trabajado que busca provocar en el lector sorpresa con una escritura potente que le hace exprimir cada palabra al máximo en una bocanada de aire puro y limpio.
Le he oído al poeta que quiere recuperar esa poesía social de la década de los años cincuenta del siglo pasado, pero aportando también un contenido intimista. 
La poesía social nació en España en la década de 1950 cuando las cicatrices de la Guerra Civil seguían sin cerrarse y existía una dictadura que ejercía una fuerte represión sobre los vencidos. Tras el periodo conocido como “los años perdidos” (1939-1954) vendrá el fin de la autarquía y el aperturismo y el desarrollo económico de los años sesenta. La poesía social tendrá un importante peso sobre la cultura española tanto a finales del franquismo como durante la Transición. Los integrantes de este movimiento ven la poesía como un instrumento que es capaz de cambiar el mundo, les sirve para denunciar la realidad que les rodea y para concienciar a sus lectores de la injusticia social, pues el objetivo que persigue la poesía social es la búsqueda de la defensa de los débiles y de los desamparados y muestra la dura realidad del país con sus características principales de utilizar el verso libre, la preocupación general por España, la denuncia de la situación, el planteamiento de problemas que afectan a la ciudadanía y su utilización como método de denuncia, testimonio o protesta. Como exponentes principales tenemos a Blas de Otero, con su Pido la paz y la palabra, Gabriel Celaya, con sus Cantos iberos, Leopoldo de Urrutia de Luis, Jorge Guillén, Gloria Fuertes, José Hierro, Claudio Rodríguez o Ángel González, entre otros.
En los años sesenta la poesía deja de ser un instrumento de comunicación y de compromiso social para convertirse en un modo de conocimiento del ser humano. El poeta abandona los temas sociales y se centra en lo que es su propio universo, buscando un nuevo enfoque en temas y estilo, centrándose la atención en el lenguaje y la depuración de las formas y retomando la métrica clásica sin olvidar el verso libre. Son figuras de esta poesía intimista Jaime Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo, José Ángel Valente o Carlos Barral.
Para Antonio Mata Huete, la creación artística es como la propia locura vital de sobrevivir que, a su vez, es el más puro de los instintos que un ser vivo tiene. Crear sin descanso y abarcando todo lo que nuestros sentidos advierten y nuestros sentimientos respiran, en un acto de culminación que nace muy dentro para explosionar en las manos que hace temblar el pulso ante la belleza que desfila ante los ojos en una eterna búsqueda del retorno de lo pasado, la sublimación de lo presente y la esperanza de lo que queda aún por suceder. En sus propias palabras el poeta escupe al aire sus estertores de ternura y corre a refugiarse junto al negro cielo de estrellas que destellan sensuales guiños a su pérdida erótica. Busca ojos, manos, pechos, labios, besos… Busca aire para respirarse y no morirse ni asfixiarse. Navega ciego en sus profundidades y estalla en gritos de colores para, después, sentir un ansia infinita por romper su existencia en mil pedazos y lanzarlos, masoquista, a la nada o al negro brillo de unos ojos que no es capaz de ver, sino sólo de sentir.
Antonio Mata Huete se acuna en las palabras, se extasia en su belleza en un incesante juego verbal dentro de un ejercicio premeditado y meticuloso al que ha puesto el título de Las palabras imposibles cuando él mismo sabe que lo imposible no existe porque la misma poesía lo niega. Cualquier poeta que merezca ese nombre, y Antonio Mata Huete lo merece con creces, nos regala esa sensación, la de estar probando por primera vez la fruta que llevamos comiendo toda la vida.
Las palabras imposibles está compuesto por cuarenta y ocho poesías que componen dieciocho capítulos en forma de fotografías poéticas en donde vamos a encontrarnos sensaciones como pueden ser:

El dolor de la ausencia

Tiempo cruel, / tiempo austero, / sin rastros de pasión y sin pecados, / 
sin más luz que el viento que recoge / su pálido lamento en las mañanas.

El recuerdo

Y me sentí solo, desnudo, / en medio de tu playa de flores amarillas, crisantemos, / evocando, con rabia, las noches de noviembre.

La rebeldía y la lucha

No es tiempo, ya, de jugar a dormirse en el silencio / y anhelar la luna en sueños, / quimeras de lo imposible y promesas de lo eterno. /
Es ahora, sí, la hora / de arrancar la hiedra a dentelladas, / de arañar los muros y sangrarlos, / de escupir al sol hasta cegarlo, apostando la piel en cada intento… / o quedarse en el camino a cada paso.

El reencuentro

Dime que no fui la tímida quimera / que danzaba al albur del pliegue de tu falda, / el alba que, marchita, se esfumaba en la niebla / buscando el mortal fuego que tus ojos desgranan.

La entrega 

Me entrego hasta encontrarte en la flor de tu vientre, / la rosa que desnuda florece entre tus carnes, / el lugar de la noche donde acuno tus sueños / con besos de pasiones que levante las almas, / con luz en las miradas que enciendan los minutos, / las horas y los días que de ti me adolezco.

La creencia

Creo en ti por si acaso apareces al final del sensual sueño inacabado.

La pérdida

Fuiste surco y arañaste con las uñas / los frutos que su vientre te negara, / fuiste brío, guerrero en la batalla, / dorada mies que la hoz siembra implacable, / ardiente sangre de rojas amapolas, / martillo impenitente que al yugo doma / y forja el fuego que destella en las miradas.

El caminar por la vida

En el imposible eco que tu voz no recoge / y en el grito que desgranas en arpegios / mientras arrojas el lastre y navegas, sin brújula y sin timón, / sin bitácora que deje los rastros de tu presencia, / amarrado a la besana, sin marcar un rumbo fijo, / intentando evanescerte entre la niebla…

La distancia

Es tanta la distancia / que se esconde entre dos manos, / 
entre dos horas que esperan…

La muerte

Hay cuando anochece, / un instante irrepetible de luces amarillas, / un momento de tiempo y de destiempo, / que no marca la hora en los relojes, / 
ni tañe en la espadaña su campana.

El amor

Porque he vivido la incandescencia, / un tiempo de dolor que abrasa las arterias, / un delirio interminable de amor y concupiscencia, / una lujuria imposible, / de erotismo inalcanzable, / una pasión sin sentido y un deseo incontrolable / partiéndome en dos la angustia / con su vehemencia infalible.

En Las palabras imposibles de Antonio Mata Huete descubrimos un poemario en el que los versos que componen sus poesías te invaden por dentro para transportarte con calma por todo su mundo poético. Experiencia vital plena del que quiere vivir y sabe cómo hacerlo, el tiempo, el sufrimiento, la melancolía, el dolor, la hermosura, la felicidad, el amor, la desmoralización, la emoción… Palabras imposibles que son entendibles con toda la facilidad para ser comprendidas, pues la escritura de Antonio Mata Huete es limpia y clara para que podamos degustar con deleite su discurso en el que hace protagonista al lector, con lo que el poeta consigue que aquel haga un acto de introspección lírica en lo más profundo de su ser y de sus sentimientos. 
Una poesía asombrosa y deslumbrante por su luz y por su singularidad, donde la palabra surge libre, mana fluida y hace brotar en él que la lee una profunda concepción de la vida que, hay que decirlo, impone una lectura observadora de lo que va sucediendo según se avanza y con una medida calma, con pausa, poco a poco, sin prisas, con relectura, que es, en definitiva, como hay que leer la buena poesía, y Las palabras imposibles de Antonio Mata Huete, sin ningún género de dudas, es una muy buena poesía y, por supuesto, lectura.

©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega