domingo, 22 de junio de 2014

Apaches - Miguel Sáez Carral


El barrio de Tetuán de la Victorias se crea en 1860 cuando se instalan allí las tropas vencedoras de la guerra de África, levantando tiendas los soldados junto a la carretera en terrenos de Chamartín de la Rosa. En años sucesivos el entorno se llenó de merenderos, tenderetes, casitas humildes, talleres, chatarrerías, ... Los límites del Distrito de Tetuán son los Nuevos Ministerios, La Castellana, Sinesio Delgado, Paseo de la Dirección, Reina Victoria y Pablo Iglesias.

Y aquí transcurre la historia de Apaches de Miguel Sáez Carral, en mi barrio madrileño de infancia y juventud. Leyendo sus páginas he vuelto a pasear por sus calles, me he bañado de nuevo en la piscina Victoria, he asistido a sus cines de programa doble y sesión continua, he tomado cañas en sus bares y rememorado esos días que en pandillas pasábamos las horas en la calle.




 Si ella no hubiese existido todo habría terminado de una manera diferente. Pero la culpa no fue suya. Fueron mis propias decisiones las que hicieron peligrar todo aquello por lo que había luchado y las que provocaron que la policía cayera sobre nosotros, que se desatara una guerra por el poder y el barrio se estremeciera. 
Meses antes, había vuelto a mi casa con un único objetivo: vengarme de los que habían hundido a mi padre y recuperar lo que nos había sido arrebatado. Él me había enseñado que un hombre debe hacer todo lo posible para cuidar y proteger a su familia. Y yo estaba dispuesto a hacerlo.
Tuve mucha suerte de que Sastre, mi mejor amigo, estuviera a mi lado. Junto a él conseguí devolver a mi familia lo que era suyo. Y aunque los métodos que usamos nunca fueron legales, según nuestras propias leyes no estábamos cometiendo un delito, hacíamos justicia. Y entonces ella se cruzó en mi camino. Ella era Carol, la amante del amo del barrio, la chica de la que me enamoré, la que hizo que todo mi mundo saltara por los aires.
Mi nombre es Miguel y esta es mi historia.

En Apaches nos vamos a encontrar con varios personajes, aunque para mi hay tres protagonistas principales: Miguel, Sastre y el barrio de Tetuán. Ese barrio habitado por gente humilde y trabajadora que está situado junto al distrito financiero de Madrid, lleno de pequeños comercios de los de toda la vida, casitas de ladrillo de una planta o dos con patio y con vecinos que se conocen todos.

«La causa de que en nuestros juegos eligiéramos ser apaches en lugar de vaqueros como el resto de los niños del mundo fue mi padre. El sostenía que en las películas del Oeste, los vaqueros eran ladrones y asesinos que querían robarles sus tierras a los indios americanos. “Los indios eran los buenos” decía mi padre.»

Apaches es una novela que tiene la venganza como referencia. Miguel es un periodista que vive relativamente bien. Tiene una pareja a la que quiere y su vida se ha desvinculado del barrio que le vio nacer y ha pasado su infancia. Pero descubre que a su padre le han estafado sus socios y su familia está totalmente arruinada. Y es entonces cuando decide volver al barrio y vengarse de todos ellos, juntándose con sus antiguos amigos para atracar las joyerías de esos socios hasta conseguir el valor de lo estafado y saldar las deudas. Pero la trama se va complicando y Miguel se enamora de Carol, la amante del jefe del barrio, lo que hace tambalear todo lo que había conseguido en poco tiempo.

La acción transcurre en 1994. El mundo ha cambiado y el barrio va perdiendo poco a poco su esencia de antes. pero Miguel, Sastre, el Boris y el Dela han mamado de sus fuentes y se lanzan a una vorágine de atracos, cuanto menos asombrosos y pintorescos, en los que vamos a poder asistir a escenas geniales como la de hacer un butrón con toda una familia comiendo un cocido o preparar un golpe con un bebé en brazos.

«Hay un mundo que desaparece y que a nuestro entender era un mundo mejor. Es posible que fuéramos pobres como ratas, pero antes había una humanidad en la convivencia que ha dejado de ser lo especial de este barrio, por así decirlo.»

Miguel Sáez Carral nos habla de venganza, de violencia, de amor, de fidelidad y de amistad, con un ritmo ágil y una escritura de fácil comprensión llena de imágenes, consiguiendo que el lector se ponga del lado de los protagonistas que son apaches que luchan por lo que es suyo y que le es robado por los "buenos".

Miguel Sáez Carral en la dedicatoria que me escribió al comprar la novela, me puso que yo era un auténtico apache de Cuatro Caminos y está en lo cierto. En mi corazón y en mis recuerdos estarán siempre esas calles que, cuando vuelvo a ellas, me hacen revivir las correrías que junto a mis amigos de infancia y juventud disfrutamos en ellas como símbolo de un pasado que no volverá pero que siempre llevaremos muy dentro de nosotros. Y sí Miguel, ahora que ya he leído el libro, esta novela me ha traído muy buenos recuerdos. Te estoy infinitamente agradecido por haber tenido el coraje apache de escribirla.