jueves, 2 de marzo de 2017

Tres minutos de color





El número tres está asociado a la inspiración y a la inteligencia imaginativa con capacidades especiales. Está vinculado con el tiempo (pasado, presente, futuro) y con los tres colores primarios (azul, amarillo y rojo).

El color es una sensación que producen los rayos luminosos en los órganos visuales y que es interpretada en el cerebro.

Coque Brox, inspector de la Policía Nacional en la vieja comisaría de la Vía Layetana de Barcelona en vísperas de pasar los trastos a unos Mossos d’Esquadra a punto de tomar las riendas en la ciudad. No puede distinguir los colores porque es acromatópsico por lo que sólo ve la vida que le rodea en blanco y negro, cosa que le hace aún más ofuscado y parco en palabras de lo que sería si no padeciese esa enfermedad, ya que su vida es un absoluto desastre desde que sufrió una terrible pérdida irreparable que ha dado como consecuencia la separación con su mujer, Marga, que tiene intenciones suicidas desde el mismo día que aconteció esa terrible pérdida irreparable, y que le ha ido alejando de forma paulatina de su hija preadolescente que ni siquiera habla con él y parece que no le quiere.

Todos estos hechos le han agriado mucho el carácter desde hace algo más de dos años. Trabaja en el departamento de desaparecidos y puede sobrevivir gracias al trabajo que tampoco no es que últimamente le vaya en exceso bien por culpa de su jefe directo, el comisario Palomares, que por lo que intuye no le traga para nada.

Esta suma de desgracias le han hecho una persona taciturna y antipática para todos los que le rodean. No se puede refugiar en nadie pues comparte piso con Oliver, médico forense del Hospital Clínico de Barcelona que se pasa la vida en sus ratos libres jugando a un videojuego on-line.

En definitiva, Coque Brox, inspector de una Policía Nacional que está a punto de desaparecer de las calles de Barcelona y que come garbanzos de color blanco y negro, es una persona atiborrada de un profundo dolor que vive con la apatía de los que tienen los perdedores y que te tantea a diario si de veras quieres seguir para delante. Como estaba ya hastiado de cómo y cuándo puede producirse la muerte de su mujer, a la que ama con locura, abandonó su hogar para no ser testigo del éxito en algún intento de suicidio de ella, situación en la que todas las mirada le seguirían declarándolo culpable. Se ha ido alejando tanto de todo que ya carece de vida social, a excepción de Jalil, un árabe que la Policía contrata de manera esporádica como interprete y que, además, le aporta a Coque Brox información y las visitas periódicas que hace a su padre, antiguo trompetista en un teatro del Paralelo, en el barrio de su infancia y juventud del Poble-Séc.

Para colmo de males, su único amigo y antiguo compañero, Palma, ha desaparecido y a Coque Brox le parece que no se hace lo suficiente para dar con su paradero, y, además, su jefe pretende apartarlo de la investigación de lo que hace caso omiso haciéndolo él por su cuenta con la inestimable ayuda de Jalil para descubrir que su colega iba detrás de una red que se dedicaba a abusos sexuales a menores y de pornografía y prostitución infantil e intentaba detener a todos sus responsables en el momento de su desaparición.

Por otro lado, Oliver tiene una amiga cardiocirujana en su mismo hospital, Nadia, que presentará a Coque Brox al igual que lo hará con Rodri, dueño de un bar que ambos van a menudo. El bar es un local muy especial y tiene un libro en el que se pueden poner mensajes escritos para amigos y conocidos.  Oliver y Nadia le cuentan a Coque Brox que han asistido hace unos días los dos, cada uno por su lado, a unos hechos extraordinarios. A Nadia en plena intervención quirúrgica de un paciente invidente éste entró en parada y estuvo en muerte cerebral durante tres minutos, pero al que se logró recuperar para que le cuente como es ella físicamente y como es el quirófano, que es lo que hacían los médicos cuando estaba muerto y hasta como es su gorro de delfines con el que se cubre la cabeza cuando está operando en la sala de cirugía. Por otro lugar, Oliver, estando trabajando en la salas de autopsias, ha visto asombrado como tres cadáveres han caído a la vez al suelo desde tres camillas diferentes. Estos dos hechos les harán interesarse e investigar para saber más sobre las ECM o experiencias cercanas a la muerte y sobre que puede suceder más allá de la vida.

Al final de la primera parte de las tres en la que está dividida Tres minutos de color, se produce un hecho fundamental en la novela, absolutamente original y novedosos en el género negro, que va a resultar fundamental para la resolución de la trama. Por otra parte conseguida de forma perfecta, en donde se irán encajando todas las piezas del tablero para alcanzar un final apoteósico, excelente y muy bien resuelto y acabado.

Pere Cervantes presenta su tercera novela con Tres minutos de color después de las magníficas No nos dejan ser niños y La mirada de Chapman, poniendo en nuestras manos un producto magnífico  en el que se nota que ha trabajado durante varios años para sacarlo al mercado, tratando un tema difícil con una apuesta que podía resultar en exceso arriesgada, pero que en sus manos resulta perfectamente creíble y eficaz al escribir con una total y absoluta maestría, consiguiendo una narración hilvanada, perfecta y muy bien narrada marca de la casa. Pere Cervantes cada día escribe mejor y nos describe unas situaciones y nos dibuja unos personajes con un lenguaje entre lo que roza lo lírico y lo efectivo, dentro de una Barcelona lúgubre y fantasmagórica, para llegar a demostrar su hipótesis de que el tiempo no existe sino que sólo es el único modo que tenemos de medir el concepto de cambio, porque todo cambia, tanto los objetos como las personas, y sin el tiempo ese cambio se nos hace insoportable y más aún cuando la memoria no se sitúa en el cerebro sino en el corazón de cada uno.

Coque Brox es un hombre que pasea pausadamente por es Barcelona en blanco y negro y siente lástima por lo que observa porque adivina que un tsunami va a llegar y nos va a arrastrar a todos.

Si como decía al principio el número tres, número emblemático en Tres minutos de color, está asociado a la inspiración y a la inteligencia imaginativa no me extraña porqué lo haya utilizado Pere Cervantes que debe estar imbuido de ese número tres. Si, además, está vinculado a los tres colores primarios y al tiempo ya comprendo absolutamente todo.

Porque está poblada de personajes inolvidables, porque me gusta Barcelona aunque aquí esté en caída libre y en profundo cambio que despierta la nostalgia de sus habitantes, porque tiene una trama apasionante y muy original, porque nos adentra en terrenos desconocidos e inexplorados aún por todos nosotros, porque como decía ese centauro de las letras que era Jorge Luis Borges: “Lo sobrenatural, si ocurre dos veces, deja de ser aterrador”, porque nos da posibles ideas sobre lo que puede haber después de la muerte, porque nos demuestra lo estéril que es luchar contra el tiempo, porque es una novela no escrita para que guste sino para estremecer, porque te hace dudar y reflexionar, porque morir es como vivir, pero sin embustes…, no dejes, por lo qué más quieras, de tener en tu vida al menos tres minutos de color no sea que en la muerte ya sea demasiado tarde.

©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega