lunes, 29 de agosto de 2016

La lluvia en la Mazmorra



Un sanatorio infantil secreto, el sobre en la pitillera que no pudo entregar al Rey, cruceiros para enterrar niños sin bautizar, cementerios ambulantes, timbas para juegos suicidas, una actriz millonaria en bancarrota, un antiguo novio morfinómano, un amante joven al que nadie conoce, un hijo secuestrado después de muerto, la panda de asesinos y matones de Unión Patriótica que campan por la ciudad a sus anchas y un Somatén provocador que causa desolación, un fantasma que donó su cuerpo y el de sus amigotes a la ciencia, un teatro de autómatas calígrafos que escriben mensajes amenazantes, asesinatos, una dramaturga vanguardista en ciernes de efervescente imaginación y liante, un dramaturgo de afilado colmillo que ya empieza a tener gran renombre, un sereno desengañado, turbio y taciturno de vida pasada problemática, una maestra de niños especiales, un joven juguetero, un mayordomo descarado y rompecorazones, niños pilluelos explotados laboralmente que contraen enfermedades muy graves, un ciego y su acompañante que dialogan, un Madrid de principios de los años treinta del siglo pasado, vital, auténtico y palpable descrito con todo detalle que se convierte en un personaje más de la novela, unos cafés literarios y otros locales menos recomendables y mucho más salvajes, un homenaje absoluto al mundo teatral, el final de una época oscura y trepidante en convulsiones políticas y sociales que darán paso a su derrumbamiento para adentrarse en otra esperanzadora para una nación pero que en pocos años volverá a ver cercenada su libertad, unos burdeles y prostíbulos de baja estofa, un proxeneta obseso, emboscadas, engaños aristócratas redivivos, sainete y conspiraciones dentro de los ministerios, dos policías que a la menor ocasión se ponen a recitar La venganza de Don Mendo, espiritistas, doncellas y damiselas, amores románticos y otros no tanto, conspiraciones, bohemios, burgueses y nobles, camerinos, granadas utilizadas como salvoconductos, apuestas clandestinas, cartas que no aparecen, ... ¿Quién asesinó a la gran actriz Ana Ermitaño en vísperas del fin del general Miguel Primo de Rivera? ¿Dónde escondió la carta que iba dentro de la petaca que debía entregar a Alfonso XIII durante el estreno en el Teatro Español de Madrid de La zapatera prodigiosa de Federico García Lorca? ¿Dónde se encuentra el padre de Marcela que ha desaparecido? ¿Qué ocurre en un palacio del Paseo de La Castellana donde su propietario el conde de Alivenza, ayuda de campo del mismísimo Rey de España, ha fallecido de calenturas tercianas a los treinta y nueve años de edad, y resucita al día siguiente encerrándose en la bodega del caserón y llenándose su casa, La Mazmorra, de curiosos que no abandonarán sus salones sin saber qué y cómo ha ocurrido tan prodigioso suceso?

Todo esto y mucho más aparece en la delirante, magnífica, excelente, espléndida, genial, formidable, extraordinaria, estupenda, maravillosa, brillante, incomparable y magistral novela de Juan Ramón Biedma, La lluvia en la Mazmorra.

Juan Ramón Biedma maneja con total acierto y maestría la oscuridad, el fatalismo, la ironía, el humor absurdo que raya en lo disparatado en un collage de facciones serias y fúnebres, sonrisas cómplices, gestos fruncidos y carcajadas hilarantes en una obra que mezcla lo negro, lo histórico, lo costumbrista y lo fantástico en un homenaje supremo a Enrique Jardiel Poncela, y otros personajes históricos como el cineasta Benito Perojo o la gran actriz de teatro Margarita Xirgu, para hacerle salir del olvido y el silencio con un humor cáustico, irónico, inteligente, sin recurrir nunca al chiste fácil, con diálogos ingeniosos y agudos, rozando el absurdo y lo cómico, dentro de una ambientación extraordinaria que esconde una especie de aureola de magia. Un Jardiel Poncela que encarnó de forma perfecta al escritor vanguardista que utiliza el humor, a veces negro, como arma arrojadiza contra los estereotipos, las fórmulas estándares, las ideas preconcebidas o dadas por eternas o inmutables de la época que le tocó vivir gracias a su imaginación rebelde o anárquica, y creador del jardielismo, término que pretende sintetizar y reunir tanto la filosofía de vida como la función catártica que el dramaturgo y novelista madrileño atribuyó a la literatura que fue escribiendo y produciendo a la luz del magisterio de Ramón Gómez de la Serna con un tono agresivo y mordaz en relación tanto con la tradición humorística castellana como con el espíritu rebelde de las vanguardias novecentistas con una voluntad de renovación del humorismo y la inverosimilitud como núcleo de la estética humorística y de la dimensión metaliteraria.

Juan Ramón Biedma recoge ese estilo jardielista y otros paratextos como imágenes, dibujos, recortes de periódico, publicidad, etc. para escribir una auténtica joya de la literatura contemporánea española. La lluvia en la Mazmorra libera tristezas, limpia y aclara mediocridades literarias y refuerza la esperanza de la excelente prosa castellana actual. La lectura de La lluvia en la Mazmorra se convierte en algo absolutamente imprescindible. Gracias, Juan Ramón Biedma, por haber escrito esta obra de arte.

©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega

sábado, 20 de agosto de 2016

Alas negras y chocolate amargo




En realidad siempre nos enamoramos de un extraño. Es una de las condiciones del amor, que siempre tiene que ver con lo que desconocemos, tanto de nosotros mismos como de los demás.

En Alas negras y chocolate amargo de Sonsoles Fuentes, una mujer, Carol, como en la película Luz de gas de George Cukor, es una ingenua muchacha de diecinueve años que se casa con un hombre poderoso dotado de un terrible secreto, cumpliendo ese quizás imaginario femenino por los riesgos imprevisibles que corren al entregar su corazón a un extraño. Pero ya afirmó Isak Dinesen que una mujer prefiere tener un diez por ciento de un hombre excepcional que un cien por cien de un hombre corriente, aunque el marido de Carol no tenga nada de excepcional ni menos de corriente ya que es un ser cruel e indiferente hacia el dolor de su joven mujer que nunca a su lado podrá llegar a ser feliz porque la felicidad es poder percibirse a uno mismo y a los demás. Jean Paul Sartre dijo que el infierno eran los otros, y sin duda el infierno más temido es el que descubrimos al sorprender la presencia del mal en el corazón de los seres que amamos.

Muy lejos de estar apenada por la muerte en accidente de tráfico de Norberto, su esposo y afamado psiquiatra, Carol se siente liberada. Desde el principio de su matrimonio, veinte años atrás, la tuvo ingresada en su clínica en tratamiento por los más variados motivos. Una vez libre de la cárcel del matrimonio y los ansiolíticos, Carol viaja feliz a París en compañía de otra psiquiatra de confianza: En la capital francesa se reencontrará con Fani, su indisciplinada y rebelde hermana diez años menor que ella. Cuando Esther, la amiga de Fani que vive con ella, decide regresar a España con su amante convertido en novio oficial, Fani decide también reemprender el camino de vuelta con su hermana. En esta nueva etapa de sus vidas, Carol y Fani decidirán vivir juntas en la casa de la primera. La convivencia de las hermanas hará que vayan saliendo al exterior los secretos que ambas guardan celosamente y, de paso los de otros miembros de su familia. Sólo al tener todas las piezas del rompecabezas, Fani comprenderá hasta qué punto Norberto tenía atrapada a Carol y ésta, por su parte, por qué su hermana pequeña se comporta como lo hace aunque hayan pasado ya tantos años desde la muerte de su primer novio de adolescencia y de ser testigo de la de su padre cuando era una niña.

Una mujer que va entrar en los cuarenta y que ha vivido siempre prisionera de un marido dominante que no la deja trabajar ni usar Internet y que la tiene encerrada en una claustrofóbica casa de paredes y mobiliario blancos, cuando no era tras los muros gélidos de una clínica psiquiátrica. Cuando éste muere, Carol decide abrirse a la vida con optimismo, pero el problema radica que está llena de culpas, traumas y pesares que no le permiten avanzar. Algo esconde Carol y no está convencida de que sus seres queridos cambien la opinión que durante veinte años han tenido sobre ella cuando sus reservas y sigilos salgan a la luz.

Los traumas de Fani, huraña, irreverente, a veces antipática, muchas sarcástica, huidiza, con sentimientos de culpabilidad y remordimientos de sentirse abandonada por su familia y por los amigos, han sido siempre la excusa idónea para no acabar ninguna de las carrera universitarias en las que se ha matriculado, los trabajos en los que la contratan y no mantener con nadie una relación seria. Pero no es todo, porque Fani también guarda celosamente los secretos que tiene, sus miedos y sus deseos y necesita reconocerlos para poder salir de su vida paralizada. Fani siente el miedo a la pérdida y que se traduce en un miedo a amar que tienen las personas que poseen conflictos para poder llegar a superar un duelo.

Una familia marcada donde parece que todas sus mujeres están predestinadas a que sus hombres fallezcan prematuramente, una casa de blanco angustioso con un salón acristalado que da a un jardín con piscina comunitaria que Carol decide pintar de rojo vino para poder olvidar, una casa que le ha tenido al borde de la locura en su silencio, en su calma abrumadora, agobiante e inmaculada. Unos demonios que se han quedado atrapados y medio asfixiados por el calor de ese verano y que revolotean alrededor de Carol rozándola con sus alas de ceniza de plumas negras que se baten con la lentitud paciente con la que actúa un veneno. Un vacío profundo que ocupa  el vientre donde debía haberse instalado el placer y se instala un dolor permanente que recorre todo el cuerpo. Bombones de chocolate amargo que cada uno cobra vida de forma diferente dentro de cada boca como un beso puede ser distinto a otro en la misma lengua. Sentimientos profundos que llegan en oleadas que empujan hacia otro ser con una fuerza capaz de derribar todos los muros. Una trufa depositada como una hostia consagrada en la lengua de otro y que lamemos absorbiendo su saliva para que de nuevo vuelva a nacer una esperanza, vaga e imprecisa, junto a un destello doloroso de felicidad. Un ardiente violín que te hace bailar a través del pánico hasta que esté seguro en él hasta el fin del amor. Belleza escondida. Niños que piden permiso para nacer. Magia que sólo existe entre los que aman. Dioses que dieron alas a los ángeles y chocolate a los humanos.

Alas negras y chocolate amargo es una novela compleja, pero es una novela que emociona, entretiene, divierte en sus momentos de humor y que te hace pensar mucho en los veinticuatro capítulos que Sonsoles Fuentes la ha dividido y donde las voces narrativas de Carol y Fani se van alternando en unas páginas de forma placentera impecable y excelentemente escrita. Si esto es lo que perseguía la autora a fe que lo ha conseguido con creces.

Deberás leer Alas negras y chocolate amargo para saber esos secretos que atormentan a Carol y a Fani. Y lo debes hacer porque cuando pases su última página sentirás muy dentro de ti que la muerte no se contrapone a la vida, sino que está implícita en ella desde el primer momento. Mientras llega hay que vivir sin permitir que entren en nuestra vida nadie que nos haga luz de gas que agoniza ni tener sentimientos culpables sobre sucesos en los que nosotros seguramente nunca fuimos causa de ellos.

©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega

martes, 16 de agosto de 2016

Las babas de don Gabriel


La imaginación prodigiosa de Mariluz Chacón te absorbe en un relato enloquecido, impío y descarado en el que la sonrisa no desaparecerá en ningún momento de tu cara. Todo un espectáculo te espera entre las páginas de Las babas de don Gabriel, donde se muestra una historia compuesta por varias historias a partir de diferentes puntos de vista de todos y cada uno de sus personajes.

Una insólita e inusitada puesta en escena en donde se unen la vida y la muerte, entre lo habitual y el exceso desproporcionado. El bien y el mal, cuyos límites se difuminan, la necesidad, el amor, el sexo, el odio, la violencia, la tierra, el cielo y el infierno, en un lienzo que corre parejo en su semejanza con el tríptico El jardín de las delicias de El Bosco en el que se ofrece en su panel central un Paraíso engañoso a los sentidos, un falso Paraíso entregado al pecado y a la lujuria donde hombres y mujeres creen vivir para ser amantes, pero éste es ficticio y amañado, y no tienen más destino que el del castigo del Infierno, aunque parece ser que en el inframundo del Hades no se debe pasar excesivamente mal, a excepción del extremo calor  y el fuego que quema cartas o pelos, y todo el mundo puede dedicarse a lo que más le gusta dentro de sus ígneas paredes.

Un Dios atosigado y apesadumbrado. Un San Pedro, ignorante del mundo moderno, aburrido y envidioso de los ángeles. Un Jesús deprimido desde su bajada a la Tierra por cómo se le trató allá. Un Demonio pasota, pillo, pícaro, bribón y sagaz que no aguanta ni un minuto más en el Infierno. Y nueve personajes, don Gabriel, la Juana, don Uriel, Miguel, Angi, la Magdalena, Rafael, Marco y el cura, con nombres de arcángeles celestiales, ángeles pudorosos, bíblicos, terrenales o sin nombre, enloquecidos, estrambóticos e irreverentes, que representan a lo más granado, indigno y canalla de la sociedad con alguna nimia e insignificante excepción, que han tenido una vida turbulenta y que terminan sus vidas antes de tiempo, que nos van relatando capítulo a capítulo su historia que encierra otras historias como si de una gigantesca muñeca matrioska rusa en un engranaje de reloj suizo perfectamente calibrado y engrasado, que funciona con tremenda y eficaz precisión, gracias al poderoso y capaz trabajo, vigoroso y seguro, de Mariluz Chacón que se ha tenido que apretar bien los machos para no dejar ningún detalle suelto ni perdido  en el encaje esplendido de este parangón de árbol genealógico , que se va sucediendo a lo largo de las páginas, en un camino hilarante con un ingenio creativo espectacular y fantástico muy original y de lectura muy ágil y amena en un ejercicio literario coral que es Las babas de don Gabriel, donde no existen diálogos, pero que está impecablemente resuelto con una técnica deliciosa en la que los personajes no dejan en ningún momento de conversar entre ellos.

Una gran primera obra de una prometedora gran escritora que fantasea con un mundo edénico irrespetuoso, pero tratado con inteligencia y elegante, de forma risueña, amable y tolerante, tejido con unas ideas arcaicas cuyas normas deben ser reescritas o habrá que poner el cartel de se traspasa por falta de clientela. Al fin y al cabo lo que en sus páginas se cuenta no es tan pecaminoso para irse a divertir al Infierno y no sucumbir de hastío en un Cielo en el que unos pesados, aburridos e insoportables angelotes no paran de torturar los piadosos oídos de las almas que lo habitan con su canto tenaz e insufrible. Total, la prostitución, el engaño, muertes casi sin querer, cuernos, estafas, estraperlo, malas lenguas, suicidios sin intención, robo, extorsión, palizas, navajazos que se escapan, algún tiro al aire, cobrar dinero sucio, un poco de incesto… no son cosas tan malas para negarnos la gloria eterna. Son cosas naturales entre los humanos. Hay personas mucho peor en el Paraíso celestial que recibieron los Santos Óleos, fueron perdonadas y por supuesto, no recaen en la maldad, porque no hay nada allí que pueda tentarlas. Lo único que podrían hacer era ahorcar a uno de esos ángeles cantores que revolotean por allí sin descanso.

¿Tú qué prefieres? ¿El Cielo o el Infierno? Sería un pecado capital imperdonable que dejases de leer la deliciosa Las babas de don Gabriel, un libro angelical; un libro diabólico. No tientes a la suerte y te pierdas la gloria eterna.

©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega

martes, 9 de agosto de 2016

Cartas a Palacio


Una hija única de unos marqueses que rompe moldes en su tiempo. Un amigo de juergas reales que se transforma y pasa de ser un libertino a una persona responsable por su trabajo humanitario. Un canalla odioso que es plantado ante el altar por la que iba a convertirse en su esposa el día de su boda. Un pintor francés afincado en Sevilla que se enamora perdidamente de una bella gitana cuyo nombre, al igual que la heroína de su paisano músico, Carmen antes de tener que ser reclutado para ir al frente de batalla. Un diplomático alemán destinado en Madrid que visita un antro de costumbres libertinas situado en una callejuela y donde piden de contraseña el nombre del santo del día para darse de bruces con el amor de su vida. Una amiga que enloquece por un amor equivocado. Un periodista homosexual repudiado por su padre, general de un ejército que ha sido masacrado en África, y que es enviado a París para sustituir a su antecesor que ha caído en una vorágine de opio y que será clave para su futuro. Un anarquista al que le gusta escribir obras de teatro y que aborrece la violencia. Un marqués enamorado de su jardín y de las flores. Un atentado en Sarajevo que encenderá la mecha para dar paso al horror y a la destrucción. Un Madrid elegante lleno de fiestas y dinero y otro Madrid miserable en barrios donde anidan las penurias y la desgracia. Unas trincheras infectadas de ratas, miedo, dolor y hambre donde la única esperanza es continuar con vida un día más y para eso es necesario que mates antes de que te maten. Un cartero al que le han amputado una pierna y ya no sabe qué va a poder hacer el resto de su vida porque ya no podrá montar nunca más en bicicleta. Unos soldados que van a la guerra cantando himnos patrióticos, con cara de felicidad porque están convencidos de que la justicia y Dios están de su parte. Unas madres que no les regalan flores en la estación de tren al marchar como otras mujeres cuando se dirigen al frente y lloran porque son las únicas que se dan cuenta de que van al infierno y de que muchos de ellos no volverán o volverán con el cuerpo destrozado. Una Europa en manos de generales incompetentes que pasean sus uniformes de opereta y beben champán después de la arenga mientras envían a millones de jóvenes a la muerte. Una niña francesa que envía una carta en Navidad al Rey de España y le hace dar a éste el que seguramente sea el único paso bueno que quizás diera en su vida. Millones de familias rotas por la atrocidad repugnante de la conflagración. Un Palacio Real inmenso que acondiciona un trastero en su último piso para dar cabida a un deseo noble y a una labor humanitaria admirable y entusiasta. Un rey, Alfonso XIII, apodado “El Africano”, causante de muchas desgracias a su pueblo como la Semana Trágica, la guerra de Marruecos, los desastres del barranco del Lobo y de Annual o la dictadura de Primo de Rivera, pero que tuvo el gran acierto de mantener neutral a España en la Primera Guerra Mundial, la llamada Gran Guerra aunque se quedara hasta pequeña con la siguiente por venir, ante las presiones de su madre alemana y de su esposa inglesa y la habilidad de crear la Oficina Pro-Cautivos, la primera acción humanitaria gubernamental registrada en la Historia, para dar respuesta a los familiares que no sabían nada de sus seres queridos, militares o civiles, en zona de guerra, proponiendo y mediando para que los submarinos no atacaran y hundieran a los buques hospitales, , instaurando una inspección neutral de militares españoles de esos barcos en su salida y entrada de los puertos, y consiguiendo además el compromiso por las dos partes en litigio el intercambio y liberación de prisioneros de guerra y unas condiciones al menos dignas de estos mientras durase su cautiverio. Una Europa que vio truncada de raíz el que seguramente fuera su momento de mayor esplendor y que quedó arrasada por la intransigencia y la avaricia de sus dirigentes y una España que intentaba despegar hacia la modernidad y el desarrollo, ignorante ambas del apocalipsis infernal aún mayor en el que se verían abocadas veinte años después. Un sueño que puso en pie un hombre en un desván de su palacio y que llegó a tener 54 empleados, colaboraron 60 agregados militares y más de 300 diplomáticos y que lograron con su trabajo, extenuante y sin descanso, algo tan grande como la atención de 200.000 prisioneros, la repatriación de 20.000 soldados heridos y de 60.000 desplazados por la contienda bélica.

Ante tanta literatura pseudo-histórica banal y mediocre que asalta las librerías, están novelas como Cartas a Palacio de Jorge Díaz, porque todo está lleno de historias, sólo hay que seleccionar la que merezca la pena contarse. Jorge Díaz ha seleccionado una gran historia, posiblemente olvidada o que no se le ha dado el suficiente brillo que se merece, que era necesario que fuese conocido y narrado porque merecía la pena, y la ha plasmado en una historia bonita, evocadora, cuidadosa y exquisita con sus escenarios y sus detalles muy bien documentados y elaborados en una labor impecable de documentación, con un ritmo narrativo de capítulos y subcapítulos cortos en los que se entrelazan las diferentes tramas que componen este impresionante mosaico de personajes y situaciones que emocionan y que te incitan a seguir leyendo y no abandonar el libro como le ocurre a uno de sus protagonista cuando dice eso de: “Venga, vamos a leer una carta más antes de irnos a casa”.

Maravillosa novela Cartas a Palacio. ¿La lees?

©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega

martes, 2 de agosto de 2016

El camino de tus sueños



Península Valdés es un accidente costero sobre el Mar Argentino en la costa Este de la estepa patagónica en la provincia del Chubut, y es parte del Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Es una porción de tierra cuadrangular que se une al continente por el istmo Carlos Ameghino. En sus aguas habita la mayor población reproductora de ballenas francas australes, así como orcas, leones marinos y diversas aves acuáticas, en sus seis reservas naturales, considerándose uno de los principales y más importantes destinos de avistamiento de ballenas en el planeta, donde sobre un mármol azul, celoso del color del cielo de la Patagonia norte argentina, las embarcaciones se deslizan para encontrarlas en un paraje natural único desde los albores del invierno austral hasta agosto. El agua permanece inmutable hasta que, de repente, la superficie líquida se rompe en mil pedazos de espuma y cuarenta toneladas de grasa, músculo y piel se elevan en una parábola imposible asomando la cabeza, rotando sobre sí misma en el aire para volver a su refugio acuático, mientras los ojos extasiados de la gente que observa maravillada y boquiabierta se emocionan por lo que ven tan fuerte y tan único.

En esta región habita Roberto “Beto” Bubas, de oficio guarda fauna, que nada y se comunica con las orcas desde hace veinticinco años en los que la Naturaleza echó raíces muy profundas dentro de él en lo que ha conseguido ir mucho más allá del ecologismo o la mera conservación de la fauna, pues tiene algo de búsqueda de un extraño equilibrio perdido entre las especies, algo espiritual, algo místico quizá.

Roberto Bubas también ha querido plasmar en sus libros ese equilibrio entre la naturaleza y el hombre. Una naturaleza que nunca deja de hablarnos y darnos señales mientras nosotros, el género humano, no escuchamos a ese profesor universal y seguro para todo aquel que es capaz de observarla. Una naturaleza que encierra unos secretos que deberían ser descubiertos para convertirse en una guía vital y en norma de conducta para todos. Una naturaleza que muestra al hombre que es un microcosmos donde el mundo es su cuerpo ampliado dentro de una visión panteísta del universo.

En El camino de tus sueños, Roberto Bubas reflexiona e invita a un proceso de depuración de nuestro propio yo a través de la contemplación de la naturaleza en donde se refleja, o debería reflejarse más bien, nuestro carácter en su lado luminoso, pacífico, paciente y compasivo, frente a la cara oscura, densa, rebelde, de defectos y soberbia sin límites, en un equivocado empeño en combatir sin conocer o identificar correctamente al enemigo, que, al fin y a la postre, somos nosotros mismos nada más.

El camino de tus sueños nos propone en seis textos, formados a su vez por una serie de breves subtextos, un proceso de depuración personal dirigido a valorar nuestra vida como un tesoro único, irrepetible e intransferible en el seno de la naturaleza en cuyo contacto nos enseña a aceptarnos y a luchar contra el desánimo, a buscar una realidad más profunda y estable que nos permita vivir en armonía con nuestro ser más verdadero.

Así va discurriendo, como si de una escala musical se tratara, este breve y bello libro buscando la paz, continuando el camino en las razones del corazón por el camino de nuestros sueños para sanar el alma y que nos permita conseguir a ser nosotros mismos, porque sólo nuestra acción personal nos traerá la calma en la borrasca que solamente tú has desatado. De este modo descubrimos que somos nosotros quienes desatamos la tormenta y traemos la calma y has descubierto que la paz añorada no se encuentra en la claudicación ni en la lucha, sino en el conocimiento pleno de Quién eres, De dónde vienes y Hacia dónde te diriges. Hay que aguzar el oído y escuchar el acorde que en cada cosa hay subyacente actuando como piensas para no tener que volver una y otra vez a confirmar lo que ya sabes que es cierto porque la Naturaleza no estudia cada mañana su libreto, De esta forma descubrirás que lo importante es el fin y que el paso por la vida ha nutrido tierras olvidadas y vuelto fértiles áridas estepas sin percatarnos que has sido sin saberlo río lejano de esperanza y acequia irrigadora de prolíficos cultivos. Detén la crítica feroz y valora el camino que hasta aquí el caudal de tu río ha transitado porque ahora eres un lago en tiempos de crecer y desbordar, un estanque que se ha negado a ser pantano. No mires hacia atrás, ya habrá tiempo de volver, Siempre se vuelve, aunque ya no serás el mismo que ha partido. Enfrenta decidido las cuestas empinadas y las cuestas escarpadas y verás que no lo son tanto al enfrentarlas con decisión para dejarlas tras de ti. Indaga, busca, explora. Vuela ya pues no es otra tu naturaleza ni es otro tu destino.

Me niego a encuadrar a El camino de tus sueños como un libro de auto ayuda, como en algún lugar he leído, porque es, nada más ni nada menos, un libro poético en prosa que ha sido editado de forma preciosa por la Editorial Trifaldi en un volumen exquisito y admirable, lleno de cariño, que mi amigo y director de ella, Máximo Higuera Molero, tuvo a bien hacer llegar a mis manos como un regalo que guardaré en mi cofre de los más preciados. Esto es la belleza de la vida, de la poesía, de la literatura que nos hace descubrir la alegría de ser parte integrante del mundo.

©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega